“Alasitas”: Feria de Ilusiones y Sueños



Escribe: JOSPANI | Cultural - 09 May 2010


Desde tiempos lejanos, la aspiración humana es lograr como felicidad, la superación de su entorno, que en la práctica consiste, en tener el máximo de comodidades para supervivir en el escenario que le ha tocado nacer. Y este deseo íntimo, que cada persona lleva adentro, se hace realidad en la Feria de “Las Alasitas” –cómprame en aimara- . Aquí se compra lo que no se tiene, desde títulos de diversas profesiones, hasta una banda presidencial, desde una casa de campo, una hacienda, hasta un edificio de varios pisos. Se escoge el escenario y el lugar y se adquiere los más lujosos trajes. También se compra desde una carretilla a un automóvil de lujo. Aquí todo es posible tenerlo. Dólares, euros y abundante moneda nacional. Y como todo es en miniatura. También, se es millonario de sueños e ilusiones, que no solo es patrimonio de los locos y poetas, sino también de la gente común y corriente.

La tradición y las costumbres que perviven en nuestro pueblo; lo ha establecido así. A través de años de práctica, espontánea y popular. Primero, es que mayo es la fiesta del signo de la Cruz de la Religión Católica, que desde tiempos de la Conquista de España, se levanta en las colinas más prominentes de los pueblos altiplánicos. Con la Cruz se evoca la figura del Cristo Crucificado, y se invoca el milagro que le hace falta al hombre, para supervivir sobre la tierra. Por eso se ha hecho tradición y costumbre, concurrir a la Feria de “Las Alasitas”; en Puno, cada tres de mayo y en otros escenarios cada domingo del mes.

Esta Feria que en sus orígenes, cuando el Barrio Bellavista no existía como la populosa urbanización de hoy, significaba el trueque de objetos con botones u otros productos. Recuerdo, en mi niñez, los niños dejábamos la ropa de la casa sin botones o los juntábamos especialmente para concurrir a lo que se llamaba la “Fiesta de la Cruz del 3 de Mayo”, porque en la parte más prominente de los cerros que circundan la ciudad de Puno, existe una Cruz que celebrar, y unos devotos –alferados- que tocan, bailan y venden, en su homenaje y en su nombre.

El epicentro de esta festividad comercial –pagana-religiosa- es un personaje de baja estatura “chato”, panzón, de rostro blanco y arrugado, ojos saltones y la boca abierta, como en una mueca de risa, esto para introducirle un cigarro y hacer que se consuma el humo, simplemente con el aire del ambiente. Su traje es mestizo, lleva poncho, “Chullo”, “Chuspa con coca”, poncho, chalina, y está sobrecargado de toda clase de objetos de consumo popular. Tiene los brazos abiertos, como para abrazar al mundo. Se le llama el “Ekeko”, en algunos sectores se le rinde culto, brindando con él, cada martes o viernes de la semana, se le pone un cigarro en la boca, se le hace ingerir licor y hojas de coca. Para unos es el “Diosecillo de la Fortuna” que trae suerte en los negocios, que vela por la estabilidad familiar, y cuando no se cumple con los rituales que impone la tradición distribuye castigos severos. Se cuenta miles de anécdotas que ha creado la tradición del pueblo. Circulan “de boca en boca” en la cultura popular del Altiplano. Cuando se concurre a la mencionada feria, donde se ha visto que en el discurrir del tiempo, han proliferado los chamanes, brujos y otros encantadores de serpientes que explotan a los incautos.

Pues bien, si el “Ekeko” es motivo de adoración y su leyenda abundante, su divinidad de mentira, matiza las ferias de los pueblos andinos, desde Salta y Tucumán en la Argentina. Bolivia y Perú, no falta quien nos diga con toda seriedad que este muñeco de yeso llamado “Ekeko”, es la representación del Dios “Kon” o Wiracocha”, que adoraban los antiguos peruanos y hace milagros; que su figura, se materializa en algunas noches de luna llena, de estos meses que el cielo serrano esta desnudo de nubes. Lo cierto es que, al margen de la tradición y las mitologías, hay que respetarlas porque “la voz del pueblo, es la voz de Dios”. Nosotros pensamos que este personaje representa al vendedor ambulante, mas aún a los comerciantes del medio urbano que llegan a los pueblos cargados de mercadería; o a los ahora, llamados “agentes viajeros” que proveen de mercadería a los establecimiento del comercio provinciano.

Empero como el “Ekeko”, es un personaje que emana de la tradición y el sentimiento popular, el Instituto Americano de Arte tiene en su Museo un “Ekeko” construido especialmente por el artista de Pucará H. Orcoapazam creador de las esculturas grotescas. Primero lo modeló en barro y luego en la cerámica. Todos los años, sin ser idólatras, sus socios se reúnen en uno de sus “Viernes Culturales” del mes de mayo y se cumple con el ritual que manda la tradición, se brinda con él y se le pide un local propio. Esta vez, la fiesta del “Ekeko”, será el último viernes de este mes. Su creador fue el antropólogo Walter Tapia Bueno, cuando fue Presidente de la institución, quedan cordialmente invitados.

Antes de finalizar este artículo, cabe comentar que el Concejo Provincial, todos los años en la festividad de “Las Alasitas”, hace un Concurso de Artesanía, se nombra jurados y se otorga premios a los tres mejores trabajos. Hace unos años estos objetos pasaban a formar parte del Museo de Arte Popular del IAA. Desde que entró el Alcalde Portugal que vive en la luna, y está pensando ser reincidente en su candidatura. Estos objetos de artesanía, enmarcados en vitrinas se empolvan en uno de los ambientes del vetusto Teatro Municipal, sin conservación y sin que nadie los vea. Sin embargo, los concursos se hacían con organización, se otorgaban estímulos a los participantes y el acto tenía toda la seriedad del caso, realizándose ceremonias especiales de inauguración y clausura. Esta vez, se ha hecho un Concurso de Artesanía a la paporreta, sin actas, ni formatos de calificación, todo con papelitos como si se tratara de un juego. Y el informal responsable de esto, manifestó a la prensa que el “concejo esta pensando en tener a corto plazo un museo de miniaturas”. Hace falta que el alcalde se rodee de gente más competente, por lo demás, que el “Ekeko” de la Feria bendiga a nuestro Gobierno Municipal.

Total, la Feria de “Las Alasitas”, seguirá siendo siempre, un remanso espiritual para los fabricantes de sueños e ilusiones.


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