Bustamante, Churata y la Independencia del Perú



Escribe: René Calsín Anco | Cultural - 28 Jul 2010

En estos días de euforia electoral y de evocación patriótica es pertinente reflexionar sobre la emancipación peruana. Considerando que la independencia del Perú fue parcial e inconclusa, no nos limitemos a rememorarla anualmente; sino, debemos analizarla, recusarla y optar por una posición y una acción firme y consecuente que conduzca al logro de la segunda y verdadera emancipación del país, para bien de la abrumadora mayoría de los peruanos. Sobre este tema controvertido y de vital trascendencia para el devenir del país, apelamos a las reflexiones de dos connotados escritores y luchadores sociales: Juan Bustamante y Gamaliel Churata.

ANTECEDENTES.- La emancipación peruana empezó en 1737, con la rebelión de Andrés Ignacio Cacma Condori; este curaca de Asillo comprometió a otros 17 curacas de las hoy regiones de Puno y el Cusco. Cinco años después, se producía en la sierra y selva central otro alzamiento de mayor duración y cobertura, dirigido por Juan Santos Atahualpa. El 4 de noviembre de 1780 irrumpía la gran revolución tupacamarista, que después se propagaría por un vasto territorio de los virreinatos del Perú y de Buenos Aires. En 1814 se registraba otro levantamiento, por obra de los hermanos Angulo y de Mateo Pumacahua. Al cabo de una década, parcialmente se rompían las cadenas hispanas.

De todas estas acciones emancipatorias, la revolución tupacamarista fue la más significativa, porque representaba a las genuinas aspiraciones peruanas. Esta revolución tuvo tres fases marcadamente definidas, las dirigidas por José Gabriel Túpac Amaru, Diego Cristóbal Túpac Amaru y Pedro Vilcapasa; no olvidemos que en la actual Bolivia resaltó Túpac Katari. El apogeo de la rebelión ocurrió con Diego Cristóbal, cuando el Perú se vio libre por medio año; el jefe de la revolución desde Azángaro dominaba un extenso territorio.

LA INDEPENDENCIA PERUANA.- Finalmente la emancipación peruana se concretó en un quinquenio, con dos jefes: José de San Martín y Simón Bolívar. En Lima el 28 de julio de 1821 se proclamaba la independencia; al cabo de tres años y medio, el 9 de diciembre de 1824, recién se sellaba la emancipación, tras la victoria patriota en la batalla de Ayacucho. Tres semanas después, el 30 de diciembre de 1824 en la Plaza de Armas de la ciudad de Puno, los patriotas de nuestra región al mando del general Rudecindo Alvarado juraban sostener la independencia peruana.

PROYECTOS EN PUGNA.- Durante la emancipación peruana disputaron primacía tres proyectos históricos. El primero, encarnaba esencialmente los anhelos de la población andina y amazónica (Cacma Condori, Santos Atahualpa y Túpac Amaru); el que triunfó (San Martín y Bolívar) representaba las ambiciones de los criollos y mestizos; mientras tanto el otro proyecto (hermanos Angulo y Pumacahua) fue mixto, porque en él convergían intereses de la población andina y amazónica, de los mestizos y hasta cierto punto de los criollos.

A juicio de Gamaliel Churata, el único proyecto válido para la emancipación peruana fue el que llevaron a cabo los patriotas en la revolución tupacamarista, textualmente decía: “La única surgencia libertaria con valor histórico fue la que propugnara Tupak Amaru”.

PROYECTO VICTORIOSO.- Incuestionablemente se impuso el proyecto que personificó y benefició a los criollos. De modo que la liberación la obtuvieron ellos, como nos lo hace entrever Gamaliel Churata: “A lo largo de la guerra española contra España por la emancipación de la América criolla”. Además, agregaba otras opiniones similares: “Señuelos petulantes aquellos de que la Independencia nos independizó de España. De la España española, sí. No de sus porquerizos”; “la Independencia Americana es fenómeno tan español y pizarresco como la Conquista”; “Simón Bolívar es tan español como Gonzalo Pizarro”.

Para Juan Bustamante, los blancos se alzaron con el triunfo; además advertía la función excluyente y discriminatoria de la emancipación, cuando decía: “Mi lema y mi programa son, que los indios, no sean excluidos de los beneficios sociales que la esplendente independencia del Perú prodiga a los blancos”.

UNA EMANCIPACIÓN INCONCLUSA.- La independencia irresuelta no colmó las aspiraciones de los peruanos. Esa emancipación, más formal que estructural, no cambió la economía del país, ni la situación deprimente de los pobladores andinos y amazónicos, los verdaderos dueños y amos del Perú.

PIONERA RECUSACIÓN.- Se creía que las objeciones a la independencia peruana comenzaron en las décadas finales del siglo XIX; sin embargo, decenios antes el notable viajero y precursor Juan Bustamante Dueñas ya la había impugnado. Él en 1848 exteriorizó con suma claridad su rechazo a la independencia y propuso luchar por la verdadera liberación; esa apreciación la publicó al año siguiente, a sólo 25 años de la jura de la independencia en Puno, en su libro “Apuntes y observaciones civiles, políticas y religiosas, con las noticias adquiridas en este segundo viaje a la Europa”. De modo que el pensamiento avizor de Bustamante no estuvo ajeno a este tema de capital importancia para el porvenir del país.

Aquí va la reflexión certera, categórica y precursora de Bustamante: “La declaración de nuestra independencia… la que estamos hoy pregonando [es] falsa. Nada hemos adelantado con ella, ni adelantaremos hasta que recobremos la verdadera. Sin ese esfuerzo nunca será nada el Perú”.

POSTRERAS OBJECIONES.- Después de Juan Bustamante, muchos rebatieron y rebaten la emancipación peruana. La impugnación procede particularmente de las clases mayoritarias. De quienes refutaron en las décadas finales del siglo XIX, sobresale la figura de Manuel González Prada, y en los decenios iniciales de la centuria pasada, destaca nítidamente José Carlos Mariátegui.

RECUSACIÓN DE CHURATA.- El autor de El Pez de Oro también se suma a la serie de impugnaciones que se realizaron y se realizan a la incompleta emancipación peruana. Es más, él percibía que toda transformación social no debía prescindir de la cultura andina, sino sustentarse en ella; por eso, acerca del cambio educativo dijo: “toda política educativa que no se inspire en lo indígena (léase: la cultura andina) no pasa de ensayo epidérmico en el consuetudinario debate académico en que el Perú de la costa ha sacrificado cien años, o sea cien posibilidades de la República… La escuela se cumple tras la revolución económica; no puede antecederla, porque le falta los medios de crecimiento”.
POR LA VERDADERA INDEPENDENCIA.- Ante la inacabada emancipación, el abanderado y mártir de la causa campesina, Juan Bustamante, proponía una segunda y verdadera independencia, es decir una real liberación, repetimos sus palabras: “hasta que recobremos la verdadera [independencia]. Sin ese esfuerzo nunca será nada el Perú”.

Gamaliel Churata no sólo está por la conclusión de la emancipación, sino que postula una revolución andina y socialista, una transformación en la economía peruana, en la cual la educación cumple un papel decisivo. Leamos su propuesta: “la educación es el único camino de hacer grandes hombres en pueblos venturosos. Pero que, antes, la realización de este ideal precisa una previa conquista: la conquista económica que implica un sacudimiento de la propiedad y la revalorización del AYLLU”; “la educación, como se sabe, se dirige a la liberación del bloque que no a la consolidación de la minoría”; en cuanto a la revolución literaria decía: “toda surgencia estética debe contenerse en ego. Y es preciso que la voz india (léase literatura andina) adquiera vigencia porque haya llegado la decisión fatal de su victoria sobre los elementos negativos que la soterraron”; además, anotaba que “todo momento de represión supone uno próximo de liberación”.

LUCHEMOS POR LA SEGUNDA INDEPENDENCIA.- Hoy está en agenda la segunda y verdadera liberación peruana. La promueven los sectores progresistas, innovadores, izquierdistas, nacionalistas y revolucionarios; así, el Partido Nacionalista Peruano recusa la independencia y propugna un nacionalismo emancipatorio y de liberación, en su Plan de Gobierno 2006-2011 rememora: “El Estado que se constituye con la independencia en 1821, es un estado criollo, nominalmente republicano. No encarna la voluntad mayoritaria y mancomunada de los habitantes ni traducía un contrato social entre los mismos… Durante esta república criolla, la nación indígena y los pueblos selváticos permanecen excluidos del estado”; y en su Proyecto Nacionalista se lee: “El fundamento de nuestro proyecto es una ética política de liberación, es decir, una filosofía de vida que convierta a todos y cada uno de los ciudadanos y de ciudadanas en sujetos activos de la gran transformación del país, en hombres y mujeres conscientes de su deber histórico y de su compromiso con la emancipación”.

En conclusión, no nos limitemos a rememorar la inconclusa independencia, ni a predicar la segunda y verdadera emancipación, sino luchemos por concretarla. Esa es la tarea actual. De manera que es hora de cristalizar una real transformación social del país, para beneplácito de la población peruana.


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