Puno en el inicio de la historia republicana


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Escribe: Los Andes | Cultural - 28 Jul 2014


El historiador puneño narra magistralmente la contribución de Puno en el inicio de la época republicana, que a decir del autor no fue tan significativa; sin embargo, más importante es la historia del puneño Miguel de San Román, hijo de españoles que se desempeñó en el cargo de presidente del Congreso y presidente de la República.

LA REPÚBLICA *
Los acontecimientos referentes a esta época, realizados en nuestro de­partamento, no podremos describirlos con el detalle que se merecen, porque nuestros datos no tienen la suficiente eficiencia para de ellos obtener una his­toria puneña republicana.
Los hechos importantes que hay que consignar en la República sólo se refieren a los cambios de Presidente de ella, provocados por mil y una revoluciones internas. Y la trascendencia que para Puno han tenido esos cambios, no se han dejado sentir más que entre las personas que dependían de estas transformaciones de la política republicana.

En Puno no se han iniciado revoluciones de trascendencia con el objeto de cambiar a un gobierno ni con el objeto de transformar ningún aspecto de nuestra forma unitaria de la república.

Por consiguiente, nuestra labor no puede dedicarse a relatar hechos, salvo que sean los de los movimientos de tropas de uno u otro partido, o de uno u otro caudillo, que pasaron o dieron algunas batallas en el territorio de Puno, que están descritas en todos los libros de Historia del Perú y que en caso de consignarlas aquí, no sería más que una copia o transcripciones de fragmentos de esos acontecimientos, lo cual como varias veces lo hemos dicho, no entra en nuestros principios de la redacción de una historia.

Luego, pues, un relato histórico de la república, en la parte que respecta sólo a un departamento de ella, no puede referirse más que a los personeros de ella ante las instituciones o poderes constitutivos de esa república; es decir la actuación de sus hombres ilustres, sea en el seno de su tierra o fuera de ella.

De tal manera que la historia de Puno, en esta parte no es más que la historia de sus personajes; por eso, sólo daremos las descripciones que cada uno de esos personajes merece en sus actos públicos, es decir las biografías que les corresponden.

Junto con ellas, irán surgiendo también las obras de que para el progreso de esta región se han efectuado a iniciativa de sus hombres ilustres, a la vez, que la actitud de éstos en los momentos trascendentales del Perú.

Pero, desgraciadamente no podremos poner las biografías de todos los puneños ilustres, porque nos faltan las de muchos que no hemos podido con­seguir y además las referentes a los de los últimos lustros, las consignamos con mucha reserva y cautela porque algunos de esos hombres notables viven aún y de ellos no se puede juzgar ahora, mientras el veredicto del tiempo no dé el carácter de su importancia.

PRIMERAS AUTORIDADES NOMBRADAS

Ya hemos dado cuenta de los primeros actos republicanos realizados en Puno, en la parte anterior de esta reseña.

Los sucesos posteriores a la instalación de las instituciones del departa­mento, no tuvieron por objeto más que afianzar el ejercicio y buen funciona­miento de éstas, conforme a los nuevos reglamentos y leyes que los poderes de la república iban dando.

Nombradas las primeras autoridades departamentales, con el doctor Mi­guel de Urbina como primer Prefecto de Puno, y en su capital el doctor Manuel José Morel como primer Alcalde, éstas fueron siendo sucesivamente reempla­zadas por sucesores preocupados como los primeros en jurar y mantener la libertad ya estabilizada.

Pero antes de seguir con el relato de las siguientes autoridades debemos hacer un pequeño recuerdo del modo como Puno, se incorporó como circuns­cripción territorial de la República.

El territorio de Puno, no formó parte de la primera demarcación territorial de San Martín porque no se Hallaba en su Protectorado, (12 de febrero de 1821). Se crearon en esta fecha también los departamentos con sus jefes los Presidentes y los antiguos subdelegados como jefes de partido.
Y para probar una vez más que Puno, ya estaba incluido en el nuevo sis­tema de gobierno, desde San Martín, damos la siguiente transcripción del de­creto que dio el Protector para nombrar diputados por Puno:

DOS DECRETOS DEL PROTECTOR DEL PERÚ

"El Protector del Perú.—Siendo necesario que la provincia de Puno, tenga la parte que le corresponde en la representación nacional del Perú y que para el efecto concurran con sus sufragios los naturales de ella que residan en esta capital. He acordado y decreto:

Primero.—En el término de segundo día contado desde la fecha se pre­sentarán al Presidente del departamento, todos los nacidos en la provincia de Puno que se hallen en esta capital y calificarán allí verbalmente ser naturales de aquélla.

Segundo.— Vencido dicho término, el Presidente dará cuenta al gobierno sin pérdida de instante, acompañando una lista de los que hubiese calificado ser nacidos en el territorio de la expresada provincia.—Publíquese por bando e insértese en la Gaceta Oficial.—Dado en el Palacio Protectoral, en Lima a 28 de agosto de 1822. (Firmado). San Martín.—Francisco Valdivieso".

Pero como no se presentaron en número suficiente los naturales de Pu­no, hubo necesidad de dar el siguiente otro decreto:

"Ministerio de Estado.—El Protector del Perú.—Debiendo tener represen­tación en el próximo congreso, todas las provincias correspondientes al terri­torio del Estado, decretó el gobierno con fecha 28 de agosto anterior, que los oriundos de la de Puno, compareciesen dentro de segundo día ante el Presidente del departamento de esta capital, a calificar allí verbalmente el lugar de su nacimiento con el objeto de que se examinase el número de ellos y se pro­cediese en su vista a la elección de diputados que designa el reglamento a di­cha provincia. Verificado aquel acto resulta que hasta el día sólo cuatro indi­viduos han acreditado lo expuesto y no habiendo otros ciudadanos que puedan suplir mejor la falta de los de Puno. Que los elegidos para las mesas prepara­torias y representación nacional por Arequipa y el Cuzco cuyas provincias reú­nen a la calidad de limítrofes a aquélla, la de estar los habitantes de todas tres estrechamente unidos por los vínculos de la sangre y las relaciones de comer­cio, con dictamen del Consejo de Estado.

He acordado y decretado:

Primero.—Los ciudadanos que se hallen en esta capital de los que forma­ron las mesas preparatorias por las provincias de Arequipa y el Cuzco, los nom­brados para Diputados Propietarios y Suplentes de ellas y los cuatro indivi­duos predichos originarios de la de Puno, se reunirán el viernes 6 del corriente, en la Universidad de San Marcos y elegirán de su mismo seno un Presidente, cuatro escrutadores y dos secretarios que compondrán la mesa preparatoria por la provincia de Puno.

Segundo.—El siguiente día se congregarán en el mismo sitio y procede­rán, conforme al reglamento a las elecciones de seis diputados propietarios y tres suplentes, que previene el art. 9o, verificándose los demás actos prescritos para dejar expedita" la representación de los elegidos.

Tercero.—El Presidente del departamento queda encargado de la ejecu­ción de este decreto. Publíquese por bando e insértese en la Gaceta Oficial. Dado en el Palacio Protectoral en Lima a 3 de setiembre de 1822. (Firmado). San Martín. Por orden de S. E. Francisco Valdivieso".

Trascribimos los anteriores documentos, sólo para que sirvan de confir­mación a lo dicho en nuestra parte de la Independencia, al afirmar que Puno, ya juró la libertad desde 1821.
[…] Tres puneños han sido Jefes del Poder Ejecutivo en el Perú: Don Ma­nuel Costas, Don José Rufino Echenique y don Miguel San Román.[…]

BIOGRAFÍA DEL MARISCAL DON MIGUEL DE SAN ROMÁN

Por siempre será la primera figura ilustre de Puno, la del Gran Maris­cal del Perú, Don Miguel de San Román, Presidente de la República, en la que se distinguió como pocos presidentes en cuanto a mantener la estabilidad de las instituciones y la integridad de los demás poderes del Estado.
La biografía de este gran hombre del Perú, la hemos tomado en parte del libro "Corona fúnebre" del Excmo. Señor General, Gran Mariscal don Miguel de San Román, Presidente de la República muerto en la villa de Chorri­llos el 3 de abril de 1863. (Lima Imprenta “El Mercurio” 1863).

El General Don Miguel San Román, nació en la ciudad de Puno el 17 de mayo de 1802, su padre con el mismo nombre y su madre, María Mesa. El pa­dre Coronel Jefe del ejército español, impulsado por su sentimiento patriótico, puso de su parte los medios para la libertad, en la Revolución de Pumacahua de 1814. El Coronel San Román a pesar de una cédula Real que le favorecía para no ser juzgado en América, fue sacrificado inhumanamente por el General Pezet, quien no podía conservar sin sangre el edificio del despotismo de la conquista.

El hijo acompañó al padre en la prisión un año y vio la ejecución de su padre, asegurándose, (lo que negamos), que no contentos los españoles con ha­berlo hecho apurar el cáliz do la amargara especiando el terrible cuadro de la ejecución, se le conservó dos horas de pie delante del ensangrentado cadáver, para hacerle más cruel su insoportable situación.

Le dijo al hijo antes de morir, esto:
"Voy a morir por patriota y quiero que por este trance en que me veo, me jures de no olvidarte jamás de la causa por la que voy a morir y que hagas la guerra eternamente a los españoles, hasta lograr la libertad e independencia de nuestra patria".

Estas palabras quedaron hondamente gravadas en el hijo, deseando ser­vir lo más pronto a su patria.
Apenas se sintió con alientos para empuñar una espada, hizo los mayores empeños por entrar al servicio y lo consiguió muy pocos días antes de la ac­ción de Mirave [en Tacna], contra Las Heras, el 22 de mayo de 1821.

Entró a servir como Sub-teniente en un ejército compuesto de compañías de preferencia, que el General San Martín destacó desde Huaura a las ór­denes del Teniente Coronel Miller. Se presentó la ocasión de batirse pronto, que era lo que más quería. Se distinguió entonces por la cualidad que más le ador­naba, celo, infatigable constancia. Después de entrar Miller al cuartel de Huaura, se formó el batallón N? 3 a órdenes del Teniente Coronel Juan Pardo de Zela, donde ingresó el Sub-teniente San Román en igual clase, el 9 de julio de 1821, y 9 días antes de la Jura de la Independencia, le tocó entrar en Lima con el ejército Libertador de San Martín. Estuvo en el primer sitio de las fortale­zas del Callao, hasta que capituló el General José La Mar, en 21 de setiembre de 1821. Hizo la campaña de Ica a las órdenes del General Domingo Tristán y se halló en la acción de la Macacona, en 7 de abril de 1822. En mayo siguiente ascendió a Capitán efectivo de su mismo batallón N? 3. Estuvo en la campaña a Intermedios, a las órdenes del General Santa Cruz, cuyo ejército se internó a los departamentos de La Paz y Omasuyos, con el objeto de atacar al General Olañeta que ocupaba el Sur del Alto Perú.

Acompañó al ejército Libertador en la retirada que emprendió de la ciudad de Oruro en 13 de setiembre de 1823, hasta llave, de donde se le envió al Callao.

Concurrió al sitio que puso el ejército a las fortalezas, a consecuencia de la defección de Moyano, el 5 de febrero de 1824.

Un hecho de su corazón, que le honra, al retirarse con su batallón de la finca de Baquíjano, fuera ya de la Portada de Guía, un Teniente Martínez trató de seducirlo para que se pasase a los españoles, haciéndole entender que todo estaba perdido. Ambos hablaban amigablemente, mas, pronto se acaloraron las cosas al extremo que echaron mano a las espadas, se batieron y venció San Román, quien tuvo la gentileza de no avisar salvando el honor y la vida de su rival imprudente. Llegado a Huacho, se embarcó en este puerto y desembarcó en Huanchaco donde se hallaba el Libertador. Marcharon sobre Cajamarca de donde salió el ejército libertador en 28 de junio de 1823, para empezar la campaña que acabó con Junín y Ayacucho.

Siempre de Capitán, en Ayacucho se distinguió, mandando su compañía de Granaderos, dejando bien puesto el nombre de la división peruana de Ayacu­cho. Con su batallón marchó al Cuzco y de esta ciudad contramarchó a la de Lima para concurrir al segundo sitio del Callao en el que estuvo hasta la capitulación de 22 de enero de 1826. Asistió dos años después en 1828, en la clase de Sargento Mayor a la campaña de Bolivia a las órdenes del General Gamarra que concluyó por los tratados de Piquiza.

A las órdenes del mismo General, marchó con el ejército denominado del Sur a la campaña de Colombia que abrió el General La Mar, habiéndose unido al cuerpo del ejército expedicionario en la ciudad de Loja, en 20 de enero de 1829 uno de los cuerpos del Sur, el batallón Pichincha. Pasó entonces con la misma clase al batallón segundo de Ayacucho, por cuyo motivo el 7 de febrero del mismo año, se halló de segundo jefe de este cuerpo en la batalla del Portete en donde se distinguió mucho con la Compañía de Cazadores, mandada por su brillante capitán don José de los Ríos.

Allí cayó prisionero y fue tratado con mucha distinción por los generales y jefes del ejército colombiano en atención a su honroso comportamiento y sus antecedentes adquiridos en la guerra de la independencia. Después de fir­mados los tratados fue puesto en libertad y ascendido a Teniente Coronel efectivo, obteniendo en calidad de primer jefe el mando del batallón primero de Pichincha, que bajo sus órdenes se hizo el primero por su discreción y pericia.

Cuando era Coronel, con Gamarra hizo la campaña de Pultumchara, con los que se sublevó en Ayacucho, en junio de 1834. Convencido de las condiciones de este jefe, Gamarra le confió el mando de dos de las mejores divisiones del Perú y con ellas se batió en Cangallo y Miraflores. Por estos sucesos emigró a Bolivia y volvió cuando Santa Cruz y Orbegoso firmaron el tratado de la Confederación.

Con Gamarra, defendió la honra del Perú, cuyos intereses fueron vulnera­dos con ese tratado. Como jefe del Estado Mayor General de Gamarra y a la vanguardia de un ejército fue hecho prisionero y enviado a Bolivia, donde tuvo el dolor de leer los decretos de la Confederación, en Sicuani, Huaura y Tacna y con esto jamás se desesperó de que se destruyesen la Confederación y el Perú fuese libre como después de Ayacucho.

Después de la batalla de Yungay de 20 de enero de 1839, volvió al Perú y fue bien recibido por su leal amigo Gamarra, quien le dio el mando de las tro­pas del Sur y siguió leal con éste hasta que hubo la disolución del Directorio. Infatigable hizo la campaña de 1841 contra Bolivia y a las órdenes de su jefe, la cual tuvo por fin la batalla de Ingavi.

Salvó de este desastre y regresó al Perú y debido a su actitud, formó e improvisó en Puno una brillante división a principios de 1842, con la que no cesó de hacer la guerra a nuestros enemigos, sobre los que reportó alguna ventaja en varios encuentros de armas, siendo el de más notabilidad el de Motoni.

Cuando se desarrollaban los acontecimientos a cuyo frente campeaba al General Vidal, se hallaba en Lampa con su división. Allí recibió orden del señor Menéndez, Presidente, para que obedeciendo a las autoridades legítimas se trasladase inmediatamente a la capital y para cumplir, hizo esa célebre retira­da desde Lampa hasta Lima, que no tendría parangón en la Historia Moderna si no nos viniese el recuerdo de la marcha que realizó Valdez, desde Chancay hasta el Desaguadero.

Cuando llegó a Lima otro era el gobierno y después de la batalla de Agua Santa tuvo que emigrar al extranjero.

Regresó para que se respetasen las leyes por el Directorio cuando la Constitución de Huancayo y cuyo desenlace fue la batalla de Carmen Alto el 22 de julio de 1833, en la que se distinguió el general San Román, mucho por lo que se le invistió con la más alta clase de la milicia.

Restablecida la paz en 1845, el Congreso le nombró Consejero de Estado y Presidente de dicho cuerpo, como en recompensa de sus honrosos anteceden­tes y servicios.

Desempeñó bien ese puesto y entonces se vieron sus ideas liberales al frente del gobierno. Otra vez en el extranjero por la convulsión política, regresó en 1850, presentándose, en competencia con los Generales Vivanco y Echenique, como candidato a la Presidencia de la República.

Nadie ignora los resultados: fue proscrito, pero volvió a la ansiada restauración del 54.
Cuando descansó un poco, la patria lo llamó y lo mandó a la frontera con Bolivia, de donde marchando sobre Arequipa sublevada y sobre Puno, hizo una penosa campaña. Durante el asedio a Arequipa en 1857, casi todos los días combatía con valor, dos o tres veces, que estando el Ministro Irrazábal en el Cuartel General con el Presidente le dijo a éste: "Asombrado estoy señor General del valor con que combate el General San Román. No parece un jefe que ha llega­do al último rango de su carrera, sino un cadete que desea ser oficial".

Después de esto y de haber mantenido una asombrosa lealtad al gobierno del Sur, tuvo un ejército que ha hecho el respeto de los bolivianos y mantenido el orden social.

Todo esto influenció en los pueblos para que le dieran sus votos.

Ha sido un militar diestro, práctico. Sus ideas políticas han sido sanas, sus cinco meses de Presidencia han sido para él una aureola grandiosa que al resplandor de sus virtudes de cristiano, se cristaliza la esplendidez de sus do­tes de ciudadano.

Con motivo de la muerte del Presidente San Román, se le hicieron hon­ras fúnebres en todo el Perú, y especialmente en Lima y Puno. En esas exequias, se pronunciaron oraciones fúnebres por oradores sagrados notables y entre ellas la que más relieve llegó a tener fue la del Doctor José Manuel Pino, pronunciada en Puno.

En la colección de sermones y discursos que hay en la biblioteca del se­ñor José Albino Ruiz en Puno, existe la oración a que aludimos, en un folleto, con el siguiente título:
"Oración fúnebre pronunciada en la Tribuna del Espíritu Santo, por el Presbítero Doctor Don José Manuel Pino el día 24 de abril de 1863, en que se celebraron las exequias de S. E. el gran Mariscal Presidente de la República Don Miguel San Román. Puno, Año de 1863. Imprenta popular. Administrada por Simón Alcócer” (en 14 páginas y en 8º).

La crítica que se ha hecho de esta oración fúnebre le ha dado el puesto de ser la mejor entre todas las que se pronunciaron con este motivo. De ella transcribimos los siguientes fragmentos:

"Aún no tenía trece años, (el Mariscal San Román), cuando comenzó a llevar las armas: principió por aprender el arte de la guerra bajo la disciplina de su padre el Coronel don Miguel Pascual San Román, que servía en el ejército del Rey. Iniciada la causa de la independencia se afilió en ella siguiendo los instintos de su corazón y las huellas de su padre. Mas, ¡ay! inocente e inexperto joven aún no sabía la desgracia que se le preparaba. El padre que se había de­feccionado de las tropas realistas para engrosar las filas de los patriotas fue tomado en Paucarcolla y decapitado en esta ciudad el 7 de mayo de 1816. Ved señores al joven San Román en esa edad peligrosa en que es necesario que el hombre sea conducido como por la mano, en la que es preciso un amparo, una protección, vedlo, repito, solo, huérfano, sin un apoyo ni solaz en la vida...”

"La muerte del Gran Mariscal San Román es acaso señores un castigo de la Providencia porque además de quitarnos a un personaje ilustre, a un magistrado íntegro, a un mandatario respetuoso a la ley que prometía esperanzas fundadas de prosperidad y ventura para el país que solamente por un auxilio especial de la misma providencia y por la abnegación y patriotismo de sus hijos podrá salvarse y continuar la marcha por el sendero del orden en que la colocó aquél...”

Ha tenido la satisfacción de que en el corto tiempo pero brillante periodo de su administración ninguno haya sido condenado a vivir fuera de su patria más bien siguiendo los principios de una política sagaz y humanitaria, se rodeó de los hombres más grandes del Perú que antes gemían en el extranjero bajo las angustias del ostracismo…”

(*) Tomado de: Alfonso Torres Luna. Puno Histórico. Cap. IX. Lima, Perú: 1968. 321:238-246 pp.

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