Julian Apasa “Tupaq Katari”


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Escribe: W. Jony Rodríguez Arizaca | Cultural - 23 Nov 2014


Hasta ahora, ni la mejor y más nutrida documentación[1] respecto a éste mártir de la historia Aymara, ha podido demostrar el lugar de su nacimiento.

Fue el 13 de marzo de 1781, que por primera vez en la historia colonial llega a oídos receptivos de los españoles, el nombre de “Tupaq Katari”; a raíz de una interceptación de las cartas de proclama, descubierta por parte del cura de Viacha; pues, hasta entonces, sólo se señalaba a Túpac Amaru II, como el único autor del levantamiento armado.

En adelante, sus detractores españoles; contemporáneos a él ­­­­­­­­­­­–tales como el brigadier Sebastián de Segurola y el sacerdote Matías Borda[2]– siguiendo la tendencia sistémica de los historiadores y comentaristas españoles de las sublevaciones indígenas de 1780-1781, presentarían a Julián Apasa, como a un indio ignorante, bruto, infame, vicioso, sombrío, ridículo, de familia incierta, en embriaguez constante, mujeriego, analfabeto y por último, un hombre feroz, sanguinario y un advenedizo que se puso el nombre de “Tupaq Katari”.

Pero ¿quién fue realmente este hombre que dijo: volveré y seré millones? ¿Dónde fue su nacimiento?, ¿Por qué inició su lucha en el sur puneño? y ¿Cuál fue realmente su origen y ascendencia? son algunas de las preguntas que quisiéramos abordar en el presente artículo, y, además, ¿Cómo creer que un inmoral podría tener la facilidad de ponerse a la cabeza de la indiada?, ¿Quién creería que un borracho pueda dirigir una guerra de tamaña magnitud como para su época? y ¿Un analfabeto podría haber firmado como virrey Tupaq Katari en sus manifiestos y pronunciamientos político-militares? Sinceramente que, eso no es posible desde la perspectiva y la idiosincrasia indígena aymara. Allí, los líderes son elegidos desde la base. Ahora de que hayan juzgado y sentenciado con tales calificativos y ridiculizaciones, es natural, pues, no hubo odio colonial más grande que el vertido en estas tierras contra este hombre, con tal de acallar su feroz conducta guerrera.

Se llama Julián Apasa Nina, éste mártir de la historia aymara. Un individuo humano dotado de una sabiduría tenaz, capaz y sagaz para dirigir la guerra comunitaria de ayllus para la época.

De él y su causa india, se han ocupado muchos, sólo basta mencionar los nombres de Daniel Valcárcel, Luis Durand Florez, Boleslao Lewin, Jorge Cornejo Boruoncle, Lillian Estele Fisher, Oscar Acevedo, Alipio Valencia, Oscar Cornblit, María Eugenia del Valle de Siles, Augusto Guzmán, Roberto Quila Luna, Marcelo Grondín, Felipe Quispe Huanca, Scarlett O’phelan Godoy, Ramiro Reynaga, Sinclair Thomson y tantos otros. De ellos, unos se inclinan en afirmar que nació en el actual Cantón de Ayo Ayo (Bolivia), otros, tan solamente hablan a partir de su infancia; y, otro puñado de historiadores sostienen que era originario de Chucuito (Perú) como veremos más adelante.

Pero ante todo, pueda que estas afirmaciones, suenen un tanto etnocentristas y ponga de pelos a más de un lector tanto peruano como boliviano. En fin; son afirmaciones que se amparan rigurosamente en la documentación pertinente, y las fuentes bibliográficas que manejamos. Por lo demás, suficiente ha sido el pleito generado por corrientes chauvinistas en afán de apoderarse de cuanto patrimonio altiplánico existente tal como sucedió con la diablada, la morenada y el charango. Más bien, este artículo, obedece únicamente un fin ilustrativo ya que mucha gente, sobre todo la niñez y los escolares viven ajenos a la historia india. Por lo tanto, es menester aquí, conocer algo de la vida del gran “Tupaq Katari”, prócer de la gran Patria Collavina que desde luego, constituye un deber para todo indígena.

Entrando al tema, sus más próximos biógrafos, entre ellos el boliviano Ramiro Reynaga (1989: 124) afirma que nació en la población de Jayu Jayu del territorio de Chucuito. Parecidamente Boleslao Lewin (1963), sostiene que era originario de este lugar, vale decir de Chucuito. Y, Felipe Quispe Huanca[3], también boliviano, añade que era hijo de Nicolás Apaza y Marcela Nina, ambos naturales de Chucuito y que murieron ellos cuando Julián Apaza tenía alrededor de 7 años. Asimismo, no faltaría un peruano, el malogrado historiador puneño, Alfonso Torres Luna, quien también afirma que Julián Apaza era natural de Zepita (Puno)[4].

Entonces, ¿Será que estos historiadores hayan manejado otras fuentes no conocidas por nosotros?, ¿Acaso el puneño Alfonso Torres Luna tuvo acceso a otras fuentes para su época, como archivero que era?, ¿habrá algún otro historiador que clarifique esta biografía oscura de este caudillo y verdadero estratega del ejército indígena con presencia en Puno?

Seguramente que sí. A nosotros simplemente, esa búsqueda de alcanzar respuestas, ha hecho que topemos con variada información bibliográfica y con unos archivos valiosos para el caso, hallados en el archivo de La Paz, Bolivia, cuyo resumen comparto en las siguientes líneas.

Se trata de documentos fotocopias sacados del Archivo General de Indias-Sevilla, donados por la señora María Eugenia del Valle de Siles en 1991, en ella obra el legajo personal de este rebelde, los testimonios de sus confesiones y sentencia que se pronunció contra él [5], y, por ella sabemos que efectivamente, Julián Apasa fue indio forastero registrado en la jurisdicción del Cantón Jayu Jayu de la hoy provincia de Sica Sica (La Paz, Bolivia). De su nacimiento, nada podemos corroborar con exactitud por carecer de documentos que prueben el lugar de su nacimiento. Solo se sabe que su padre y parientes tuvieron familias bilaterales en Jayu Jayu (Chucuito) y Jayu Jayu (Sica Sica) ubicado en la vera del camino a Potosí.

Los testimonios sobre su vida, indican que el niño Julián no pudo ni conocer bien a sus padres, pues, estos habían sido exterminados en las minas de Potosí. Seguramente que vino al mundo en la época en que sus padres y abuelos sufrían abusos extremos, y ello sería más o menos hacia 1750, según cálculos de 1781, en que se le daba 30 años de edad a este rebelde.

Sintetizando, el archivo consultado, se podría opinar tres puntos: 1).- que Julián no nació en Jayu Jayu (Bolivia) o simplemente no quiso declarar su lugar de nacimiento. Y si fue lo contrario, ¿por qué, no se halló registro de nacimiento en la jurisdicción cuando toda vez, su padre e incluso él mismo estaba relacionado con la iglesia y con el cura?, ¿en dónde fue puesto el nombre cristiano de Julián? ¿Cómo sin estos datos pudo contraer matrimonio con la mestiza Bartolina Sisa? 2).- que Julián fue de un lugar incierto tal como los documentos de la época lo atribuyen: indio forastero. En otras palabras no era originario de ese lugar Ayo Ayo de la provincia paceña de Bolivia, pues el mismo término forastero lo dice. Los rumores de que haya sido tributario del ayllu Sullkawi, es porque se halló algún indicio pero que nunca tributó, razón por ello que su esposa, doña Bartolina Sisa fue a la prisión por cinco veces consecutivas [6]. 3).- El levantamiento de Katari no fue ninguna improvisación. Según declaración de Bartolina Sisa, su esposa, el laborioso trabajo clandestino de concientización, preparación y organización político-militar, le llevó diez años [7]. Por lo mismo que, durante la guerra tomó varios nombres como Nina Katari[8].

Felipe Quispe Huanca (2007), narra que, “Tupaq Katari viajo bastante a las comunidades y haciendas de Umasuyus, Larecaja, Chulumani, Pacajes, Puno, Chucuito, Santiago de Waychu, Qaqiawiri, Inquisivi y otros, a fin de relacionarse aún más con los importantes y principales, alcaldes mayores, kuracas, jilaqatas, mandones comunales, y así buscar dirigentes que tengan esa pasta de combatiente. Para ello ha tenido que buscar un hermoso disfraz, y el papel de comerciante, a fin de no despertar sospechas de los hacendados españoles”.

En verdad, eso tenía que haber sucedido así, pues el concejo de los Ulaqa[9] había conferido la región periférica del lago Titiqaqa y las faldas de Illimani y Illampu a Tupaq Katari[10] con la consigna que comande y tome Puno, Sorata, Laja, Viacha, Jayu Jayu, Sica Sica, Chulumani, Achacahi, La Paz, etc. hasta llegar a Azángaro[11].

Seguramente que Julián, caminó todos estos lugares y distancias a pie; ida y vuelta. Pues como indio le estaba prohibido que monte caballo. Además, se cuenta que muchas veces, en el camino tuvo que trabajar por la comida y otras, las pasaba sin probar alimento alguno, con tal de tejer y hermanar a indios de regiones distintas. Por lo tanto, su presencia en Puno, fue porque hubo esa preparación anticipada.

Además, según el historiador indio conocido como “el Mallku” (2007: 41), “antes de la toma a Puno, Nicolás Apaza (tío de Julián) y Andrés Wara viajan a Puno y Chucuito llevando consignas preparatorias”.

De esta manera cuando se declara la guerra, todos los pueblos de la antigua provincia Lupaca de Chucuito, se levantaron adhiriéndose a la causa y engrosaron las filas del ejército revolucionario. Los indios del Collao Ilave, Ácora y todo el sur altiplánico se plegaron a las tropas de Katari (D. Llanque, 1990:33). “Al parecer sólo aceptaban órdenes del aludido Túpac Catari… era frecuente oír en esos trances que los rebeldes proclamaban “Rey a Katari”, aludiendo sin duda a Túpac Catari… en Ilave le fue harto clara la proclamación de rey a Túpac Catari lo cual tuvo que causar justificado pesar” (J. J. Vega.2003).

En efecto, se había iniciado el asedio a Puno desde el Desaguadero y marcharon hacia la ciudad lacustre de San Carlos.

D. Llanque Chana, dice: “Katari, contando con el apoyo de los ilaveños y acoreños, arrasó Chucuito en mayo de 1781. Luego sitió la ciudad de Puno el 23 de mayo después que Diego Tupaq Amaru se había retirado”[12].

J. Alberto Cuentas, narra igualmente que “los indios de Ilave y Ácora al marchar sobre Puno incendiaron totalmente la ciudad de Chucuito donde existía el mayor número de españoles”[13].

Enrique Cuentas Ormachea, en Prólogo a Puno Histórico de Alfonso Torres Luna (1968), describe la heroica resistencia de los puneños al mando de don Joaquín de Orellana cuando la población sufrió el asedio de las numerosas fuerzas indígenas de Tupac Catari y otros mandos.

El mismo corregidor de Puno Joaquín de Orellana reconoce y dice: “Los de Chucuito, comandados a lo que se cree por Catari, conforme a un pasaporte que libró en la capital de dicha provincia, se mantienen hasta ahora en distancia de un cuarto de legua de esta villa, con la mayor osadía, saliendo algún otro día a provocar a los de la caballería, con quienes han trabajado alguna vez sus escaramuzas. He deseado mucho castigar el atrevimiento de estos malvados, y aunque bien podría lograrlo con un asalto repentino, he tenido por conveniente reservar los escasísimos pertrechos, con que me hallo, para el caso de ser nuevamente atacado dentro del pueblo”[14].

Sin embargo, a pesar de estas fuentes, hay quienes creen y sostienen que no estaba Tupaq Katari en persona en las revueltas del hoy provincias del sur puneño y en las sucesivas tomas de la ciudad de Puno; se cree que, por esas fechas se encontraría dirigiendo el cerco a La Paz y que en uno de sus declaraciones en juicio lo habría dicho así.

Naturalmente, Katari aprendido de la lucha armada tenía formas miméticas para engañar al enemigo, y tenía que negar todo, para no involucrar a los otros mandos. No es casual que, muchos de los generales del ejército aymara actuarán con el seudónimo de Katari. Algunos registros de las fuentes coloniales indican por ejemplo que Andrés Guara comandaba la tropa india “Con título de Catari”, el acoreño “Isidro Mamani atacó con el título de Virrey de Túpac Catari” (Valcárcel, 1974:306), lo mismo Pascual Alarapita, se sobrepuso el nombre Tupaq Katari, al igual que Tupaj Nina Katari quien dirigió los rebeldes de Juli, se habla también de otro Puma Katari y, Juan Mamani Tupaj Katari, que tenía el control de las vías a Arequipa en los pueblos de Mañazo; así como el otro Virrey rebelde de la Provincia de Chucuito quien se llamaba “Ariquitipa Tupac Catari Ynga” (Jan Szemiñski. 1983:74). Lo propio hacían también los parientes colaterales de José Gabriel Túpac Amaru, cuando, a su muerte, continúan comandando las sublevaciones.

Fue el 13 de noviembre de 1781 la fecha fatídica para Tupaq Katari. Al igual que Tupac Amaru, sufrió la suerte atroz que corrió su antecesor, víctima de un engaño y cobardemente traicionado nada más que por su colaborador Tomás Inca Lipe[15], fue entregado a los realistas, en la comunidad de Chinchaya.

Así, en una ceremonia brutal, llevado a cabo en nombre de Dios y del Rey de España, ante una congregación masiva de aturdidos indios de toda la región circunlacustre, fue condenado a muerte. Su cuerpo sería descuartizado, y su ejecución sería efectiva el 15 de noviembre del mismo año, en la plaza de la comunidad de Peñas (Cajamarca), llamado también hoy el santuario de Nuestra Señora de las Peñas, situada en el altiplano de la hoy estado plurinacional de Bolivia.

La sentencia se cumplió no sin antes ser sometido a una despiadada tortura; se martirizó peor que al líder de los judíos llamado Cristo. Pues querían por este medio arrancarle los secretos de su organización política, militar y religioso, querían hacerle declarar en donde había escondido los tesoros recuperados de los hacendados y terratenientes españoles. Katari no habló la verdad, pese a ser reducido en la prisión a las peores presiones físicas, psíquicas y morales; decidió morir destrozado y despedazado, pero preñado de muchos secretos y planes militares para siempre (Felipe Quispe Huanca, 2007: 112).

Primero le cortaron la cabellera larga que simbolizaba la energía y rebeldía que tenía Julián, luego le arrancaron las uñas, procedieron a cortarle la lengua, que simbolizaba acallar su voz y mensaje de rebelión; luego, procedieron al suplicio y destrozo de su cuerpo cobrizo aún en vida, por la fuerza de cuatro caballos atados a sus cuatro extremidades.

Pero, antes de ser cortada la lengua dijo: “A mí solo me matarán, pero, ¡¡¡volveré y seré millones!!!”.

Según crónicas, al tiempo que cuatro caballos destrozaban en pedazos el cuerpo de Julián Apasa en dirección de los cuatro puntos cardinales. El grito acongojado de la muchedumbre respondía impotente a aquél primer grito.

Su cuerpo despedazado en porciones y dividido por sus extremidades, fue expuesto por todo el territorio del Qullasuyu en señal de escarmiento a los indios rebeldes. Su cabeza fue expuesta en el cerro de K’ili K’ili (La Paz), su brazo derecho en Ayo Ayo, el izquierdo en Achacachi; su pierna derecha en Chulumani, y la izquierda en Caquiaviri.

Más tarde, Su esposa Bartolina Sisa, siguió el mismo destino el 5 de septiembre de 1782, moriría también con espeluznantes detalles de tormento, estrangulada por los mismos verdugos que terminaron con la vida de su compañero de vida. Lo mismo ocurrió con su hermana Gregoria Apasa; junto a todos ellos un hijo de Tupaq Katari y Bartolina Sisa, de diez años de edad, fue aprehendido y nunca más se supo de él.

Pasado el tiempo, en el Perú, la posteridad no siempre ha sabido ser grata con este héroe de tanta prestancia. Total es personaje indio, seguramente. Ojalá alguna vez, otra generación con identidad aymara haga un justo homenaje. Más bien, es en la parte boliviana que existe una identidad confesa y por ende una diversidad de instituciones, desde una universidad hasta una nave satelital de telecomunicaciones que lleva el nombre de Tupaq Katari y que fue lanzado desde el continente asiático, al otro lado del mundo.

En la Región Puno, pareciera que solamente es usada por masas de huelguistas y politiqueras que traen a la memoria el nombre de Tupaq Katari para arengar y vitorear en sus movilizaciones. Sólo se sabe que un sólo colegio lleva el nombre de Katari, allí en el poblado de Villa de Socca del distrito de Ácora, los demás, son una que otra organización de campesinos que se identifican con este insobornable líder aymara, aunque en los últimos tiempos se viene gestando una organización Política cultural que lleva el nombre de Movimiento Katarista del Perú.

[1] Boleslao Lewin (1943 y 1963) y María Eugenia del Valle de Siles (1990).
[2] Diario de los Sucesos del Cerco de La Paz, de Don Sebastián de Segurola. Editorial A. Franck, Paris, 1872. Págs. 10 y 216.
[3] TUPAK KATARI. VIVE Y VUELVE, 2007pág. 29.
[4] “indio pobre y desconocido, natural de Puno, que de sacristán y peón de hacienda llegó a capitalizar los anhelos de libertad de los naturales, y, ayudado por otro indígena llamado Marcelo Calle adquirió una autoridad tan inmensa que puso a su devoción a Omasuyos y Chucuito y otras provincias, y que para alcanzar mayor respeto y devoción hacia su persona adoptó el nombre de Tupac Catari”. Puno Histórico, [1935?] (1968, pág. 233).
[5] Puede consultarse también Archivo General de la Nación, Bolivia, Folios codificados con IX, 7-4-2.
[6] Sinclair Thomson, 2010. Pág. 254.
[7] Archivo General de las Indias. Buenos Aires 319, Cuaderno N° 4, Folio 59. Y también el Archivo de María Eugenia del Valle de Siles, donado al Archivo de La Paz, Bolivia.
[8] Felipe Quispe Huanca (2007: 39).
[9] Consejo de Guerra, conformado por ancianos.
[10] Ibídem: “En la región noroccidental tenía que hacer lo propio el Inka Tupac Amaru, tomar el Cusco. Y, lo mismo haría en la región sur-oriental el cacique Chayanteño Tomas Katari para rodear y tomar a Chuquisaca, que era asiento de la Real Audiencia de Charcas”.
[11] Felipe Quispe Huanca (2007: 108)
[12] “LA CULTURA AYMARA. DESESTRUCTURACION O REAFIRMACIÓN DE IDENTIDAD” 1990, pág. 33.
[13] Álbum de Oro, Tomo I, pág. 106.
[14] Relación de Joaquín de Orellana, de sus expediciones, sitios, defensa, y varios acaecimientos, hasta que despobló la villa de Puno. En: Relación histórica de los sucesos de la rebelión de José Gabriel Tupac-Amaru, en las provincias del Perú, el año de 1780, pág. 98.
[15] Este traidor, es recompensado: recibe dinero y una medalla de oro con el real retrato de Carlos III, labrada en Potosí, por sus valiosos servicios al ejército del Rey y del Dios. También ha recibido el nombramiento como alcalde mayor de Achacachi y es posible que haya tenido una hacienda llamada “lipe”, hoy llamada “Villa Lipe” perteneciente al cantón Santiago de Huata, Provincia de Umasuyus (Felipe Quispe Huanca, 2007: 110).


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