Ausencias de soledad, de Samuel Álvarez


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Escribe: Los Andes | Cultural - 26 Apr 2015


La poesía del altiplano peruano, en las últimas décadas, se ha caracterizado por su halo místico, social y sincrético, así como por su variedad temática.

En este escenario, donde muy pocos pueden ostentar un lugar, Samuel Álvarez Enríquez parece tener un espacio reservado. Y es que él, a diferencia de algunos contemporáneos suyos, no intenta re-escribir una historia popular o, en otro caso, simplificarla para que el común de los mortales la entienda (según las conveniencias del autor). Su propuesta es tanto más osada por cuanto más original pretende ser. Como consecuencia, sus versos son proclives a dos destinos ineluctables: la inmortalidad o el olvido.

Hay, en Samuel Álvarez, un espíritu romántico. Su poemario “Ausencias de Soledad” (2014), al menos, así lo prueba. Las palabras que siente, en la mayoría de sus versos, pugnan por un acercamiento con la naturaleza, la distancia y el tiempo. “En las sombras de mis manos abiertas / (…) Costumbres de ayer y anteayer se oponen en la tapia”, dice en algún momento, sugiriendo, buscando –en su simplicidad– instantes supremos que le descubran el camino de la verdad y la redención.

Los primeros poemas de “Ausencias de Soledad” son la catarsis de un ser que nunca ha nacido, pero que tiene que morir. Existe este ente como cóndor, como viento y, acaso, como el altiplano mismo. Vibran los versos, por eso, ante el clamor de un rumbo nuevo, de una voluntad eterna o, en cuanto sea, de una muerte efímera. Se trata del crecimiento sin origen (tal vez la vida misma, de la cual no sabemos sino su fin), de la constatación de la naturaleza (a través de la flora y fauna de la sierra) y de la muerte nostálgica, sutil y esperanzada (en forma de melancolía, Álvarez Enríquez atisba su carácter y su temple poético), que culmina en el renacer nuevo, vindicador y renuente a la proscripción (“He vuelto / los ojos bien abiertos hacia el infinito / al tiempo inmaduro de injusticias”, dice el último poema del libro).

Con este poemario, Samuel Álvarez se erige como un testigo imprescindible del tiempo que vivimos, pues no ignora (no quiere ignorar) las soledades del campo, sus vicisitudes y sus complejidades.

Un último detalle que debemos resaltar de sus versos, es que todos carecen del tono sensual -a veces vulgar y a veces altisonante-, así como de la emoción artificial o el facilismo intimista, que los jóvenes poetas de hoy usan hasta el hartazgo y la ridiculez. Samuel Álvarez, en este sentido, vuelve los pasos a los tiempos idos, con decencia y elegancia.

Finalmente, debemos anotar que los versos del vate, en su propia voz, adquieren melodías inusitadas y significativas. Quien lo haya oído alguna vez, puede dar fe de ello. Así, Samuel Álvarez se constituye en un cantor real y sincero del ande peruano y latinoamericano. Él es, sin duda, un bardo de culto, que precisará más adelante de atención y crítica.

“Ausencias de Soledad” fue presentado en el XIII Encuentro nacional y VIII Encuentro Internacional de Poetas, desarrollado en la provincia de San Román, el año 2014.


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