Máscaras en el Aire del poeta de la danza


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Escribe: Gloria Mendoza Borda | Cultural - 10 May 2015


Siempre siento una especie de ‘orgullo aymara’ (prestándome dos palabras de Dante Nava) cuando me detengo a pensar en la historia literaria de Puno. Es cierto que hay una especie de lazo comunicante entre la temática filosófica/ literaria de Gamaliel Churata y Boris Espezúa. Es tan emocionante para mí percibir ese respeto de Boris para con los poetas mayores, esa manera de dialogar poéticamente con Churata, en tiempos absolutamente distintos. Es similar ese vanguardismo indigenista en la obra de Churata y esa mirada dentro de una poética andina moderna o posmoderna o neomorderna, en la obra del poeta que comento. Esos rituales milenarios de la oralidad superviven en nuestra escritura y especialmente en Boris Espezúa.

Al leer el libro ‘Máscaras en el aire’, como lectora yo también danzo, me pongo música altiplánica en la piel. Este libro tiene una magia maravillosa. Hay un vuelo de imaginación, alta metáfora. Estamos hablando de un libro mayor, lleno de imágenes literarias que solamente Boris las puede crear y no sólo con el cerebro sino también con el corazón en la mano, aleteando en el aire, en el vuelo de las mariposas el color en la fiesta de la Mamita Candelaria.

La danza fue practicada por los primeros seres en la tierra, en medio de bosques espeluznantes, para pedir a las deidades, a los apus, que florezcan los campos; allí se sumó Puno con su inmensa partida de agua, el lago.

El lago vibra y todas las blasfemias se pierden en el hueco de sus aguas.
Desde que bajaron los hombres solares a la misma fuente de agua, para ritualizar la danza.
En mis dedos y en mi corazón la arcilla danza.

La danza no puede ir sola, sino acompañada en el viaje, buscando colores, sonidos, literatura. Esta danza se apodera del imaginario de Boris Espezúa, con esos matices de pasos en los pies, el cuerpo y esas formas geométricas articuladas de sus danzantes, en una muestra atrevida e irreverente del danzante altiplánico. Estas danzas se basan en rituales que reflejan emociones, llantos, amores idos y otros que llegan. Allí está la chinadiabla osada, burlona, abrazando a quienquiera, sacándonos la lengua y animando la danza poética para no dejar la lectura de este libro. La danza en Puno se caracteriza por ese atrevimiento estético que va fluctuando en aquella multiplicidad que nos conduce el autor.

‘Máscaras en el aire’ es un libro mayor, con un lenguaje poético innovador (actual, siempre muy suyo) que ya nos tiene acostumbrados, nadie puede decir que la poética andina ya cumplió su ruta; Boris Espezúa demuestra que se puede seguir escribiendo sobre la memoria pasada y presente de los pueblos que vivimos. Siempre admiré a Boris, además, por quedarse a vivir en Puno. Desde este espacio nos sacude, enseñándonos que se escribe con mayor compromiso desde ese autoexilio en la propia tierra.

El libro presenta cuatro estancias de poesía: a) Entorno b) La Festividad c) Danzas autóctonas d) Danzas de luces

a) ENTORNO
La multitudinaria fiesta de febrero, a los pies de Mamita Candelaria

La danza puebla de flores las sombras, reúne a los mil diablos para ser un ángel y después de los temblores del cuerpo, guarda fumado el espíritu en su lecho

Esa danza es tierra / aire / fuego desde la mamapacha:

Mi corazón es la ciudad más grande y suspendida que conozco, labrada y rajada por la locura del aire
­­
Su corazón son las máscaras encendidas del poeta. A esa ciudad de su corazón nos mete a todos para celebrar a Mamita Candicha, nos invita a ponernos máscaras de diversos tonos y colores para que no se nos vea el rostro, para soltarnos libremente como lectores y formar ­­­­una gran banda / un conjunto de sicuris de los hermanos de Boris Espezúa.

b) LA FESTIVIDAD DE MAMITA CANDICHA: Empieza con un epígrafe de la argentina Alejandra Pizarnik.

En las albas aparecen la Chinadiabla, el Kusillo; estos personajes tan completos, tan llenos de transpiración que hemos visto en nuestros inicios alumbrados por el humor, la alegría que departen con sus ocurrencias, con sus gestos.

c) DANZAS AUTÓCTONAS

Me sorprendió el epígrafe del poeta mapuche Elicura Chihuailaf, que concatena exactamente las danzas autóctonas “Bailemos ahora, que nos hemos vuelto como pájaros, / para que en el aire los cerros nos hablen de sus sueños”.

Permítanme contarles una anécdota de hace dos o tres años. Convoqué a Boris, Luz Vilca y Roberth Baca para viajar a un Encuentro Internacional de Escritores. Al evento asistieron escritores de la Pontificia Universidad Católica de Santiago. Boris Espezúa sustentó una conferencia en medio de un respetuoso silencio. Al término de las sustentaciones, del público salió un señor delgado, con un libro azul en la mano, era el gran Elicura Chihuailaf, poeta mapuche de la talla de Raúl Zurita, quien alcanzó su libro a Boris. Los universos literarios que ambos manejan tienen el mismo objetivo. Luego la escritora y académica de la Pontificia Universidad Católica de Santiago, Paula Miranda, le entregó un majestuoso volumen ‘Chile Mira a sus Poetas’. De esta manera les cuento que Boris no solamente despierta respeto en su país, sino también en el extranjero. Volviendo a Elicura, los escritores en esta danza son pájaros que se sueltan y que hacen un pare en su vuelo diario.

Soy el que toca la Tarka en los carnavales de febrero, amigo de la chilligua y de los pajonales.
La tarka traversa llama a las lluvias para proteger las cementeras y alejar a los cucos.

La tarkada es de los carnavales, derroche de serpentinas, mixtura:

Una hilera de bombos, una hilera de zampoñas se despabilan

Un buen día, junto a una amiga poeta de Puerto Rico, Mayda Colón, que escribiera un libro objeto inspirada en Oquendo, prendimos el computador para ver al Conjunto Mañazo y vimos danzar a un joven enmascarado, cuya larga cabellera ondulada flotaba, espectacular, en el viento en la celebración de la Mamita Candelaria; nos llamó la atención, resultó siendo Christian Reynoso. Pero no era ese Christian Reynoso que conocemos, era otro. Esa magia tiene nuestras danzas autóctonas, nos hacen ser el verdadero, el que danza dentro nuestro.

d) DANZAS DE LUCES

El corazón no está en su sitio, salió a encontrarse con un destino desanudado…

A lo largo de todo el libro se presentan los Kusillos, chinadiablas, Ayarachis, karabotas, para tomar parte, para hacerse notar.

En el libro pude también disfrutar de los epígrafes de escritores de su preferencia, puestos en la exacta dimensión en que complementan a la lectura. Extrañamente, Boris se adelantó con este libro a esta Fiesta de la Candelaria, declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la humanidad. Y no podemos dejar de nombrar esas fantásticas fotografías con vida y fulgor de Guido Serruto Rossello, esos rostros y cuerpos tan bien captados, como el vuelo de las polleras en la página 49, y la pictórica del conocido Mosho (Aurelio Medina Pacheco), había visto exposiciones suyas en el surperuano, había visto sus cuadros en algunas carátulas y revistas, pero es en este libro donde creo que cobra mayor impacto. De esta manera esta triada de artistas son una historia que jamás se borrará de la memoria.

Me siento honrada al ser invitada para hablar de este libro de Boris Espezúa, Ganador del Premio Copé de Oro 2009; con la diferencia de pocos años, ganaron para Puno también el Copé de Oro, Alfredo Herrera Flores, Darwin Bedoya y Leoncio Luque Ccota; extrañamente casi todos estos poetas conforman la generación del 80. Que sigan otros libros en nuevas propuestas, queridísimo Boris Espezúa. Nuevamente el Copé de Oro para este poeta que nació para cantar y danzar en la palabra. Boris Espezúa, como escritor, rebasó las fronteras.


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