Identidad del nativo andino: Escuela y su trascendencia histórica


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Escribe: Rolando Waldo Gomez Poma | Cultural - 05 Jun 2016

«(…) se encuentra un documento en el que se “solicita un terreno al costado de la cofradía para construir la casa de un maestro de niños y para una escuela”. Tal petitorio es aceptado y se emite un documento a favor de Miguel de la Torre; esta sería la primera escuela de Puno como capital de Corregimiento, la cual funcionó por un periodo de dos años y habría dejado de funcionar debido a la muerte del preceptor (…)”. José Luis Velásquez Garambel – Las Luchas por la Escuela In-imaginada del Indio.


Desde la llegada de los españoles, la discriminación hacia los aborígenes andinos fue literalmente asfixiante, por no decir criminal; para los conquistadores, los nativos de la época eran menos que animales, pero para elucubrar su lujuria emplearon como damiselas a las más bellas doncellas, quienes solo servían para su satisfacción, mas nunca trataron de entender que estos varones y damas de la nueva tierra formaron parte de una cultura boyante, que dominaron la ciencia y la tecnología, aunque la lecto-escritura fue un problema, aunque existen versiones de los códigos secretos manejados por los incas y sus allegados, pero estas versiones solo figuran entre los mitos y las leyendas, pero lo que heredaron a la patria moderna son sus incólumes monumentos pétreos con un perfecto dominio de las ciencias matemáticas. Claro ejemplo es la ciudadela de Machupicchu, los terraplenes sembrados en toda la sierra peruana y otros vestigios que aún no fueron descifrados acorde a su trascendencia.

La lecto-escritura fue traída por los hispanos, pero no cualquier español tenía dominio de esta habilidad; los curas, cronistas y algunos soldados eran doctos, pero la mayoría de los invasores eran analfabetos e ignorantes. Fue esta la razón por la que nunca lograron entender que el desarrollo de las culturas se debe a procesos y esos procesos tienen como meta la superación del ser humano; existe en los anales de la historia un discurso en homilía que pronunciara el fraile Antón Montesino, O.P. (Isla de La Española Cuarto domingo de Adviento 21 de diciembre de 1511), donde se denota la forma como estos invasores trataron a los nativos.

“(…) decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué auctoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muerte y estragos nunca oídos habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades en que, de los excesivos trabajos que les dais, incurren y se os mueren y, por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine y cognozcan a su Dios y criador, sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Éstos, no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos (…)?”.

Sinceramente, el sermón describe parte de la ignominia; para los invasores, el que un “indio” sepa leer y escribir constituía un gran pecado, porque ellos tenían temor de que abran los ojos y se enteren de la realidad, porque desde España los reyes dictaron normas y cuatro bulas: Bula Inter caetera, de Alejandro VI (1493); se encarga oficialmente a la monarquía hispánica la conversión del Nuevo Mundo; Bula Eximiae devotionis, de la misma fecha: recalca la concesión a los reyes católicos de las mismas gracias y privilegios que en otra ocasión había concedido la Santa Sede a Portugal; Bula Eximiae devotionis (II), de Alejandro VI, (150 1): concesión de los diezmos para que el Estado pueda sufragar los gastos de la evangelización; Bula Universalis Ecclesiae, de Julio II (1508): la concesión explícita del derecho de Patronato a los reyes de España y sus sucesores. Lo que fue perjudicial para los seguidores de la palabra de Jesús, porque los propios curas determinaron la forma de sojuzgar y sancionar hasta con la muerte, con la complicidad de los enviados del rey español.

Uno de los hitos importantes en la educación del indio aymara se encuentra en Juli, donde los curas de la época se preocupan por la catequización, a tal punto de ser objeto de una serie de injurias por los españoles, quienes finalmente logran la expulsión de esa casta de católicos que dejaron escuela y vestigio histórico, lograron implementar una imprenta y producir textos que algunos seguro están guardados en algún baúl de Juli. Mientras tanto, en el sector Cutimbo, nace un aymara que por vicisitudes del destino conoce otra realidad y cuando regresa a su tierra natal se encuentra con otra realidad, hermanos sumisos y explotados (ningún indio en el distrito de Chucuito podía vestir traje de blancos, solo usaba sus ropas tradicionales, además cuando caminaba tenía que hacerlo enterrando la cabeza y siempre sumiso), funda una escuela en platería y hasta el mismo obispo de la época se opone, lanza un furibundo discurso: “(…) no era la voluntad de Dios que recibieran -los indios- instrucción de esta índole, y que si insistían en enviar a sus niños a la escuela, se derramaría sobre ellos la ira divina en forma de peste, hambre y el desencadenamiento general de las fuerzas naturales en contra de ellos, (…)”. Zúñiga Camacho fue azotado públicamente y por su persistencia y el apoyo de una familia misionera, logra contactarse con la familia Stahl y fundan la escuela en Utawilaya, con una trascendencia inusitada, porque luego ésta familia amplía su misionado en Huancané (Moho).

Entonces, la verdadera liberación de los católicos por parte de los nativos andinos no fue con las leyes destinadas para las indias por parte de los reyes de España, o la declaración libertaria de San Martín, porque la curia religiosa adicta al poder y sus gollerías que le prodigaba el vivir como parásitos con los terratenientes, era el verdadero poder opresor. En la carta magna se estipuló que “la nación profesa la religión católica apostólica y romana, el estado la protege”. Para derogar esta ley recaída en la Carta Magna, hubo que luchar una batalla entre los religiosos católicos y sus súbditos republicanos y los representantes de las misiones evangelizadoras modernas. La enmienda constitucional apertura a otras tendencias religiosas, con ello se abre la posibilidad de la reapertura de la escuela de Utawilaya, incrementándose a varios sectores, donde goza de buena acogida, principalmente por el cambio de vida y de costumbre.

Otro de los hitos históricos de la escuela luego de la independencia nacional es la forma como legó conocimiento el maestro José Antonio Encinas, quien luego de graduarse dirige la famosa escuela 881, y logra resultados fascinantes para la época, el mismo que es enriquecido con los postulados dejados en blanco y negro por su preceptos “una escuela nueva en el Perú” que tuvo a insignes hombres de las ciencias y letras que por años dieron mucho renombre a Puno, es en esta época donde la literatura elucubra sus más ingeniosos prospectos en torno a la identidad andina. Podemos citar a los Arturo y Alejandro Peralta, Emilio romero padilla, Emilio Vásquez, Emilio Armaza,… de los cuales Emilio Romero Padilla fue un líder innato y logró ocupar los más altos cargos en la administración pública nacional y representó al Perú en varias delegaciones diplomáticas.

Es mucho lo que se puede hablar y escribir sobre la historia de la escuela en el ande peruano, cada uno con sus propios matices; si en algunas delegaciones eclesiales los “indios” eran protegidos de la insania española, en otras congregaciones religiosas católicas, estos nativos eran lanzados a las fauces de los terratenientes hispanos, quienes los querían ignorantes e iletrados, porque de esta forma nunca puedan leer las leyes emanadas por la corona española a favor de los nativos indígenas, porque no es cierto que los reyes católicos se hayan parcializado con las ignominias de sus conciudadanos, sino que ellos nunca lograron controlar a sus huestes, porque en medio estuvo la codicia y la corrupción.


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