José Rufino Echenique: El primer puneño en ser presidente


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Escribe: Los Andes | Cultural - 13 Nov 2016

Destacado político y militar nació en Puno, un 16 de noviembre de 1808, y murió en Lima, en 1887. Escribió “Memorias para la historia del Perú” (1808-1878), publicada en 1952. Con motivo de su natalicio, les dejamos la siguiente nota.


Aunque hoy se conoce muy poco su nombre, su participación fue muy importante para el desarrollo de Puno y del país. Y es que José Rufino Echenique fue presidente del Perú, entre 1851 y 1855, cuando se vivía una gran bonanza económica, generada principalmente por el Guano.

Para él, todo comenzó cuando tenía apenas seis años de edad, con la revolución acaudillada por los hermanos Angulo y Pumacahua, en 1814. Un indio del pueblo de Para, en ese entonces, lo secuestró y escondió, salvándolo así de una matanza tramada contra los españoles.

Así, adoptado por una familia india, Rufino Echenique se dedicó al pastoreo durante dos años, hasta que fue reconocido por un conductor de correo, quien propició que fuera devuelto a sus padres. Luego de ello, fue trasladado a Lima para estudiar en el colegio del Príncipe.

Años después, cuando ya se había proclamado la independencia del país, se presentó ante el general José de San Martín y se alistó como cadete en el Batallón Nº 3 de la Legión Peruana. Era 1822. Al poco tiempo ascendió a subteniente y participó en la Segunda Campaña de Intermedios que dirigió el general Agustín Gamarra contra las fuerzas realistas que ocupaban el sur peruano.

Tras este suceso, fue hecho prisionero en el combate de Alsuri y confinado en la isla Esteves, en el Lago Titicaca. Así volvía a Puno, aunque no de la mejor manera. Tras el definitivo triunfo patriota en 1824, fue liberado y retornó a Lima, siendo ascendido a teniente.

Desde 1827 hasta 1834, Rufino Echenique participó de diferentes gestas sociales en pos de la independencia total y la paz territorial y política del país, obteniendo el grado de coronel tras su destacada incursión en ellas.

Al año siguiente, Echenique se retiró a la vida privada, en su hacienda “San Pedro”, en el valle de Lurín. Pero por insistencia del general Manuel Ignacio de Vivanco, retornó en 1843 a la actividad pública, como prefecto del departamento de Lima y participando, después, de importantes rebeliones.

Pese a esto, el gobierno presidido por Castilla lo incorporó como colaborador, nombrándolo en cargos importantes. Y en 1851, gracias a su talento y sus amistades, ganó las elecciones y asumió como presidente para el período 1851-1857, pero no concluyó su mandato, pues fue depuesto en 1855 por una revolución liberal encabezada por el mismo Castilla.

Como presidente, Echenique dispuso la ejecución de vías y ferrocarriles (Tacna-Arica), puso en vigencia el Código Civil y de Enjuiciamiento Civil, incrementó la Escuadra Nacional, logró la libre navegación por el Río Amazonas, etc.

GOBIERNO DE JOSÉ RUFINO ECHENIQUE

Echenique triunfó en las elecciones presidenciales de 1850, las cuales, a decir del historiador Jorge Basadre, fueron el primer proceso electoral verdadero de la historia republicana del Perú, aunque con serios indicios de malas maniobras. Echenique recibió el mando el 20 de abril de 1851 y su gestión se convirtió de alguna manera en la prolongación del primer gobierno de Castilla.

El hecho más sonado de su gobierno fue la consolidación de la deuda interna con los recursos fiscales provenientes del guano de las islas, operación que ya había iniciado el anterior gobierno de Ramón Castilla. Se entiende por “consolidación de la deuda interna” al pago de la deuda que el Estado había contraído con ciudadanos particulares, durante la guerra de la independencia y contiendas posteriores.

Durante esa contienda, los jefes del Ejército Libertador habían realizado confiscaciones, empréstitos forzados, imponiendo cupos, embargos, y contribuciones; los jefes militares entregaban a cambio recibos, vales o cartas de cobranza en favor de los afectados, con la promesa que una vez culminada la lucha el nuevo Estado peruano pagaría las deudas así contraídas.

Durante el gobierno del mariscal Ramón Castilla se reconoció que la deuda del Estado ascendía a 4 millones 879 mil 607 pesos de plata debidamente sustentados; según el propio Castilla, en el peor de los casos el monto total de la deuda interna no podría sobrepasar los 6 o 7 millones de pesos. Pero bajo el gobierno de Echenique se reconocieron más de 19 millones de pesos adicionales a los reconocidos por Castilla, lo que generó sospecha de malos manejos al no justificarse la aparición de una deuda tan elevada (que casi cuadruplicaba el monto original).

Los opositores a Echenique alegaron que muchos partidarios o allegados del presidente adulteraron documentos y expedientes para aumentar falsamente algunas deudas verdaderas, o incluso para invocar deudas inexistentes y hacerse pasar por "acreedores del Estado" sin serlo en realidad. Se acusó también al gobierno de Echenique de haber pagado elevadas sumas sin preocuparse de verificar la autenticidad de los expedientes. En un informe emitido en 1856 por la Caja de Consolidación se señaló que más de 12 de los 19 millones de pesos reconocidos por Echenique tenían origen fraudulento.3 En total el Estado peruano pagó a diversos particulares más de 23 millones de pesos en total, originándose así muchas fortunas y surgiendo una clase emergente de “nuevos ricos”.

Este manejo controvertido de la deuda interna fue denunciado por los enemigos políticos de Echenique como un acto de corrupción política y grave despilfarro, destinado a beneficiar solamente a los amigos y allegados del presidente. Constituyó uno de los motivos para el estallido de una insurrección popular, que derivaría en una sangrienta guerra civil.

Revolución liberal de 1854 - 1855

Alzando como bandera el repudio al escándalo de la consolidación se levantó en Ica el líder civil Domingo Elías, pero fue derrotado por las fuerzas gobiernistas en la batalla de Saraja, el 7 de enero de 1854. A este hecho siguió inmediatamente el levantamiento en Arequipa, en cuyo manifiesto se acusó al gobierno de indolencia frente a los ultrajes infligidos por el gobierno de Bolivia. El mariscal Castilla lideró la rebelión, desplazando a Vivanco y contando con el apoyo de los jóvenes líderes liberales Pedro Gálvez y Manuel Toribio Ureta. A la rebelión se sumaron también Domingo Elías, el general Miguel de San Román y el general Fermín del Castillo.

Esta insurrección fue un gran movimiento popular que derivó en una guerra civil muy prolongada, costosa y dañina para el país. Murieron más de 4.000 personas y causó perjuicios económicos muy considerables para el país: se calcula que su costo llegó a los 15 millones de pesos, es decir casi equivalente al monto inflado de los pagos de la consolidación, uno de los motivos de la contienda fratricida

Durante la lucha, Castilla se declaró presidente provisorio; en Ayacucho decretó la abolición definitiva del tributo indígena (5 de julio de1854); luego derrotó a las fuerzas de Echenique en Izcuchaca, marchando enseguida a Huancayo donde firmó el histórico decreto aboliendo la esclavitud en el Perú (5 de diciembre del mismo año). La victoria definitiva de la revolución se consumó en las afueras de Lima, en la batalla de La Palma, donde las tropas de Echenique fueron sometidas (5 de enero de 1855). Al día siguiente se desató la violencia y el pánico en Lima, donde fueron asaltadas las casas de los “consolidados”.


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