Canadá y Corea del Sur: diferencias y similitudes de dos potencias mundiales


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Escribe: Rómulo Mucho | Economía - 15 Mar 2015


La semana pasada tuve la oportunidad de visitar dos países del primer mundo: Canadá y Corea del Sur. Países con culturas y características geográficas totalmente diferentes, pero con algo en común: ambos son países desarrollados. Estuve en Canadá para participar en la Prospectors & Developers Association of Canada (PDAC), organización que anualmente realiza un encuentro en Toronto, en el cual se exponen los proyectos mineros más importantes de todo el mundo y es, a la vez, el termómetro de las inversiones mineras a nivel global. Las expectativas siguen siendo positivas para el sector minero mundial, dado que cada día se requieren más recursos para satisfacer las necesidades de un mundo cada vez más tecnificado. A Corea del Sur viajé con la finalidad de visitar fábricas de maquinarias y observar detenidamente el desarrollo de la infraestructura que ha permitido que este país sea hoy del primer mundo. Un proceso que empezó hace 32 años y que viene asombrando al mundo por su productividad e innovación, sobre todo en el campo de la cibernética.

En el tema de extensión geográfica, la de Canadá es casi 9 veces la del Perú y la nuestra es casi 13 veces la de Corea del Sur. En el tema de población, Canadá tiene 35 millones de habitantes, el Perú 30 millones y Corea del Sur casi 50 millones. Pero quizá el hecho que más llama la atención es el PBI per cápita. El nuestro tiene un valor cercano a los 7,000 dólares americanos. El de Canadá es casi 8 veces el nuestro y el de Corea del Sur es 5 veces el nuestro. Hago esta comparación porque se trata de “dos mundos” totalmente diferentes: el occidental y el oriental. El desarrollo de un país es independiente de su ubicación geográfica en el planeta así como de tener o no un rico pasado histórico. El desarrollo de un país es más un asunto de visión de futuro que de rendir culto al pasado.

Otro tema es el de los modelos mentales que nos hemos formado en el Perú. Mientras sigamos creyendo que somos un país rico (sin serlo), seguiremos mal. No somos un país rico. Somos sólo un país con recursos naturales. La sola tenencia de estos recursos no garantiza prosperidad sostenible. Ni Canadá ni Corea del Sur tiene la cantidad de microclimas ni la diversidad biológica que tiene el Perú y son países desarrollados. Canadá es un país minero que desarrolla investigación científica y que hace varias décadas aprendió a resolver sus conflictos sociales ambientales. Corea es un país con una marcada innovación productiva basada en la investigación científica y el desarrollo de nanotecnología. Ambas potencias mundiales tienen algo en común: buena educación para todos sus habitantes. Aquí radica el éxito de ambos países. Los sistemas educativos son diferentes pero igual de buenos. Es la educación lo que forma hombres y mujeres más productivos e innovadores y, sobre todo, libres.

Si queremos ser un país desarrollado, tenemos que apostar por una educación de calidad y tenemos que empezar ya. Objetivamente, los esfuerzos del actual gobierno y de los gobiernos anteriores en materia de educación son dignos de resaltar, pero no es suficiente. Yo apostaría por dedicarle a este sector, el 8% del PBI. La educación dará sus resultados en el mediano y largo plazo y no podemos descuidar el presente ni el corto plazo. Mientras se van dedicando serios esfuerzos al tema educativo, tenemos que atender también el servicio de salud, la seguridad ciudadana, la lucha contra la corrupción, el desarrollo de infraestructura, el fortalecimiento de nuestra institucionalidad democrática, el desarrollo rural, el abastecimiento de energía, el cuidado del ambiente, etc. Ninguno de los aspectos se abordarán con eficiencia si no tenemos dos elementos fundamentales: (1) ingresos económicos y (2) buena administración de los mismos. Para generar ingresos económicos no hay otro camino que apostar por la captación de inversiones. Para administrar bien estos ingresos tenemos que contar con un Estado dinámico, promotor y más fuerte que grande. Con sus diferentes estilos, así es en Canadá y en Corea del Sur.

No confundamos la captación de inversiones con entreguismo. Las inversiones son ahora, en todo el mundo, inversiones socialmente responsables. Inversiones que buscan la sostenibilidad económica, la sostenibilidad ambiental y la sostenibilidad social de los negocios. El gran problema en el Perú sigue siendo el Estado. Urge la reforma del Estado. Necesitamos un Estado que se complemente con el sector privado y que le facilite el crear y añadir valor, que no es otra cosa que generar un ambiente de prosperidad para todos, en donde todos los peruanos tengamos oportunidad para desarrollarnos y alcanzar en el más corto tiempo posible, los estándares de vida que actualmente tienen canadienses y surcoreanos. Tenemos todo para lograrlo. Sólo nos falta compartir la misma visión de futuro.


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