Descolonización de la educación e identidad



Escribe: Saúl Bermejo Paredes | Educación - 02 Aug 2009

FOTO: Niña en escuela de Puno.  Albert González  -  Los Andes.
FOTO: Niña en escuela de Puno. Albert González - Los Andes.

Descolonizar es _entre otras acepciones_, romper el patrón del “siempre ha sido así”, es la capacidad de desaprender. No existe una percepción absoluta del mundo, los esquemas de pensamiento son diversos, según individuos y pueblos. No todos “vemos lo mismo” a pesar de ser seres biológicamente pertenecientes a una misma especie. Todos tenemos un ojo biológico que cumple funciones idénticas en cualquier ser humano, pero cualquier ojo no “ve” lo mismo que el otro. Entonces, no son los ojos los que ven e interpretan la realidad, sino son nuestros esquemas de pensamiento o estructuras cognitivas que a través de los ojos ven e interpretan la realidad. Estos procesos cognitivos, así como los desarrollos del pensamiento, del lenguaje, etc. están directamente relacionados con los espacios físicos y culturales de cada individuo y sociedad, son particulares. La realidad local impregna y configura el desarrollo de la persona humana.

La escuela ha des-educado en lugar de educar, ha mantenido dogmas, mitos y falacias que no pueden seguir vigentes. Desaprender implica, replantear lo que aceptamos como conocimiento válido hasta el momento y aceptar otras formas de conocer y percibir el mundo e incluso descartarlo por haber sido superado por otro paradigma. Así, por sólo citar un ejemplo, la escuela oficial ha difundido que las categorías de tiempo-espacio son únicas: pasado, presente y futuro; el pasado queda atrás, el presente es el momento actual, y el futuro es el que viene, está delante. Sin embargo; es evidente que ésta no constituye la única forma de percepción: para los aimaras y los quechuas _de acuerdo a la estructura interna de nuestras lenguas_, el tiempo y el espacio están expresados a través del lexema “pacha” y las categorías son únicamente dos: pasado y futuro. El pasado se marca con el referente “nayra pacha” (aimara) y “ñawpa pacha” (quechua). Nayra en aimara significa, “ojo” y “ñawpa” alude a lo que ésta delante; por consiguiente, el pasado en la concepción andina del tiempo queda delante y no atrás; y, el tiempo futuro, en ambas lenguas andinas se expresa con la palabra “qhipa pacha” que quiere decir “atrás”, “a espaldas”, por tanto, el futuro se sabe que existe, pero no se sabe cómo será, porque está atrás, nadie puede “verlo”. La descolonización de la educación, no debe entenderse como un etnocentrismo puro, sino establecer líneas de interacción complementaria y recíproca entre el conocimiento local y universal: “lograr un diálogo epistemológico entre ambos”.

Ahora bien, las naciones no nacen: se hacen. Y, por lo mismo que se hacen, se rehacen y se deshacen al compás del sentido de identidad que hayan alcanzado. La construcción y valoración de la identidad tiene que “vivirse” en la escuela, no tiene que ser una retórica pedagógica, debe concretarse por medio de la descentralización efectiva en propuestas de currículos pertinentes que vinculen la ciencia universal con la sabiduría local; deben incitar a la persona a descubrir la diferencia en su propia cultura y a reconocer lo propio en otras sociedades, dando cuenta del carácter relacional de las culturas. El fomento de la identidad, propicia el replanteamiento de toda una serie de concepciones, valores y actitudes que se constituirán en el cimiento de una sociedad profundamente democrática, tolerante y solidaria; y al mismo tiempo, lleva a reformular el concepto de ciudadanía desde la atención a la diversidad y lleva a luchar por la equidad de derechos. Uno de los grades errores históricos para construir la nación peruana fue, el desconocimiento del componente indígena en la gestación de la identidad nacional. Sólo a partir de los años sesenta del siglo pasado, comienza a ser visto el Perú _desde los círculos oficiales_, como un país multilingüe y pluricultural.

En el mundo global, el monolingüismo y la uniformidad cultural pierden vigencia ante pluralidad de códigos, mensajes y símbolos que son indispensables para una sociedad cada vez más interconectada. El mundo de hoy requiere de personas con apertura hacia el pensamiento divergente-convergente y capacidad de compromiso hacia el otro, tendientes al desarrollo de competencias plurales que permitan a las personas instrumentarse creativamente en su propio espacio y el ajeno sin excluir a los demás. El proceso de búsqueda y desarrollo de la identidad _manifiesta Klesing-Rempel _ incluye la apropiación de nuevos conocimientos y la alteridad de la identidad, es decir, considerar que cada cultura crea diferencias internas, sumisión y poderes. Los indígenas poseen una identidad compuesta, compleja y al mismo tiempo única. Esta identidad no surge de un momento a otro, sino que se va construyendo y transformando a lo largo de la vida y se asume en la diversidad y pensamiento de manera cada vez más amplia y compleja.

Un hombre que ama lo suyo, es aquél que tiene identidad. La identidad es personal y colectiva/cultural. La identidad personal hace que cada persona sea única y distinta de cualquier otra persona; esta forma de identidad tiene elementos genéticos como sexo, rasgos biológicos, físicos, etc. y elementos construidos y cambiantes: nombre, lengua, nacionalidad, partido político, religión, etc. En cambio; la identidad cultural es el sentimiento de pertenencia a un colectivo que comparte características comunes: lo biogenético, la lengua, el territorio, religión, historia, formas de organización política, social, económica, símbolos, hábitos, mitos, valores, costumbres y tradiciones. Por lo tanto, hay en este concepto un cruce individuo-grupo-sociedad, por un lado, y de la historia personal con la historia social, por otro. La identidad distingue nuestro colectivo de otros, así como la identidad individual distingue a nuestra individualidad de otras. La identidad colectiva es a la vez común y diferente, según el contexto.
La identidad es el “sello” que tenemos las personas y los colectivos, es el centro de gravedad de la personalidad, responde a la necesidad afectiva (sentimiento de pertenencia) y cognitiva (conciencia de sí mismo y del otro que es diferente), es una visión del mundo. En la concepción andina, la identidad pone énfasis en lo colectivo antes que en lo individual: nosotros. Es un “nosotros” inclusivo y no exclusivo. El nosotros sólo cobra significado cuando se da la posibilidad de la otredad (los otros) que lo reconocen. A la identidad, no sólo la vemos, también somos ella misma; sin embargo, ésta requiere de la confirmación y reconocimiento de parte del “otro”: cómo nos dicen que somos. Toda identidad no permanece congelada, está en un proceso de cambio permanente, lo que implica la afirmación de manifestaciones particulares, pero también de diferencias y relaciones con los otros. Cada forma de entender la identidad, responde a las exigencias espacio-temporales dentro de una comprensión diacrónica y sincrónica.
_____________________
KLESING-REMPEL, Úrsula. 2001. De la Interpretación a la Construcción de la Realidad Intercultural.



1 comentarios

  • ESo ESO Sunday 02 de August del 2009 a las 22:49

    Eso... sigan adelante intelectuales del ande... creando produciendo pero con bases solidas...adelante intelectuales del ande...adelante pero no atras...


ESPACIO PUBLICITARIOS

Video



Encuesta

¿Está usted de acuerdo con el proyecto de remodelación de la Plaza de Armas de Puno?



Archivo
Telf.: +51-51-350775, +51-51-327436 | Dir.: Jr. Cajamarca Nro. 274 - Puno, Jr. Salaverry 411 Of. 307 Plaza de Armas - Juliaca.
CORPORACION DECANO ALTIPLANICO S.A.C. Diario Los Andes
Diseño y Desarrollo Web: G!