Una aproximación al libro “Paradigma y método de J.C. Mariátegui en la Investigación Social”


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Escribe: Feliciano Padilla | Nacional - 25 Jan 2015


Nos complace plenamente que las Ciencias Sociales sigan debatiendo acerca de la metodología utilizada por José Carlos Mariátegui para comprender e interpretar los fenómenos económicos sociales del país y Latinoamérica. Y más aún cuando el investigador que pone esta cuestión sobre la mesa de discusiones es un profesor de la Universidad Nacional del Altiplano: José Escobedo Rivera, ganador con esta obra, de la mención honrosa del VI Concurso Nacional del Libro Universitario, organizado por la Asamblea Nacional de Rectores.

Luego de una argumentación rigurosa, José Escobedo llega a demostrar que la opción epistemológica de Mariátegui para interpretar nuestra realidad fue el materialismo histórico, cuyos constructos cognitivos fueron formulados por Carlos Mark en el prólogo de su libro ‘Contribución a la Crítica de la Economía Política’. El desarrollo heterogéneo de la economía nacional, por una parte, y sus coincidencias con importantes marxistas críticos europeos y latinoamericanos, hizo que la posición de Mariátegui se inclinara hacia la heterodoxia, como él mismo lo dijera en la revista Amauta.

Con esta finalidad, Escobedo nos hace en su libro -de diez capítulos- una paciente y sistemática exposición de temas nucleares, tales como el paradigma y el método de Mariátegui; la construcción del dato como un elemento complejo, poseedor de una estructura interna presente e intrínseca a él; la importancia de su estada en Europa para la asimilación del marxismo como ideología y fundamento epistemológico del método de investigación que utilizó para estudiar la realidad, y Mariátegui y la experiencia del otro. Los otros capítulos intitulados: El ensayo en Mariátegui como discurso argumentativo, la ética y axiología en la investigación, importancia del conocimiento de idiomas extranjeros, Ana Chiappe en la vida y labor de investigación de José Carlos y el Rincón Rojo, los considero, personalmente, complementarios, pero no por ello menos importantes.

Escobedo subraya que el método utilizado por Mariátegui fue el materialismo histórico, pero cuando escudriña conceptos para explicar el paradigma de Mariátegui, lo toma en el sentido de cosmovisión. Esta palabra no debe llevarnos a confusión en la medida que se refiere a la concepción del mundo, en tanto y en cuanto el paradigma que sostiene el método de estudio de Mariátegui es la concepción materialista del mundo. El materialismo dialéctico afirma que no es posible separar una cosa de la otra porque estaríamos convirtiendo el materialismo histórico en un método mecanicista, vacío de contenido y, por tanto, recusando directamente las bases epistemológicas del marxismo.

Un primer acierto del libro es presentarnos al Mariátegui heterodoxo. Estaba dicho hasta la saciedad, sin embargo, no estaban suficientemente explicados los argumentos con los que se puede y debe demostrar esta aserción. Esta vez, Escobedo demuestra la heterodoxia de Mariátegui, desde una perspectiva teórica, escudriñando la génesis de su pensamiento, sus encuentros y desencuentros intelectuales, las influencias que recibió y las coincidencias de postura que mantuvo con muchos marxistas del mundo. Y, en la praxis, reconociendo correctamente el desarrollo heterogéneo de nuestra economía, que imponía la misma opción pero con diferente mirada y estrategia, a ser usadas en el proceso de transformación de la sociedad peruana.

No obstante este acierto, no me pareció lícito citar a Henri Barbusse como si fuera también heterodoxo, habida cuenta que Barbusse fue adherente y admirador del movimiento bolchevique y la revolución soviética. Vivió en Moscú, escribió la biografía “Stalin: Un nuevo mundo visto a través de un hombre” y recusó a su ex amigo Panait Strati, un escritor rumano que había expresado sus discrepancias con el régimen soviético. No quiero decir que Barbusse haya obrado mal; lo hubiera hecho cualquier socialista internacional. No obstante ello, en la dicotomía ortodoxia/ heterodoxia, quizá Escobedo hubiese usado con mayor pertinencia a otro marxista.

“La crítica marxista estudia concretamente la sociedad capitalista. Mientras que el capitalismo no haya tramontado definitivamente, el canon de Mark sigue siendo válido... Vana es toda tentativa de catalogarla como una simple teoría científica, mientras obre en la historia como evangelio y método de un movimiento de masas” (Defensa del Marxismo). Esta cita constituye el meollo de la exposición de Escobedo al explicar el paradigma y el método de Mariátegui, con lo cual expresa su consecuencia con el marxismo, es decir, no con el marxismo fosilizado, determinista y mecanicista, sino con ese marxismo en el Perú que Mariátegui llama creación heroica, entendida como una adecuación del marxismo a la realidad peruana.

Mariátegui era consciente de que la transformación de la sociedad peruana debía hacerse de una manera diferente de la que se consumó en Europa. Gran parte del discurso de Mariátegui gira en torno de este punto. Por tal razón, fue maltratado por marxistas ortodoxos que creían, a pie juntillas, que la revolución peruana o latinoamericana debía tener las mismas características de la revolución europea o soviética, para decirlo de manera más directa. Pero, ¿por qué estamos hablando de revolución si el punto es clarificar solo el método? Simple y llanamente porque el materialismo histórico es método de investigación, una concepción del mundo y un instrumento de transformación. En eso consiste su naturaleza dialéctica. La dialéctica marxista es su postura epistemológica.

Otro aspecto sobre el cual quisiera llamar la atención es el capítulo titulado “Mariátegui y la experiencia del otro”: Gran acierto de Escobedo en el que explica cómo Mariátegui, de la misma manera que utilizaba fuentes escritas de credibilidad indudable y muchas de ellas publicadas en alemán, italiano, francés, etcétera, tenía especial predilección por los testimonios orales de los indígenas (uso esta palabra siguiendo a Mariátegui y a Escobedo), quienes le hacían llegar información acerca de su cultura, del problema de la tierra y del indio, sin cuya intervención hubiese sido imposible, en aquella época, hablar sobre estos temas. En el tratamiento correcto de esta dicotomía, Mariátegui reconoce al “otro”; a ese “otro” que a veces nosotros menospreciamos. La otredad es un concepto y un fenómeno social que convive en nuestras relaciones sociales, de modo subterráneo, sin embargo, contundente; de manera invisible, sin embargo, aplastante. Las ciencias sociales, luego de esclarecer el problema del colonialismo que afecta todo el ser, es decir, lo material y lo mental o espiritual, empieza a develar recién en las últimas décadas el modo cómo se configura el “otro”; aquel “otro” que no era reconocido como tal, con el agregado de que se llegaba a pensar, hablar y hacer en lugar del “otro”; vale decir, no solo no reconociéndolo, sino y, sobre todo, usurpándolo. Este es un tema que subraya Escobedo en el marxismo comprendido por Mariátegui.

Es pertinente resaltar que Escobedo reconoce en Aníbal Quijano al estudioso que ha trabajado mucho más que nadie sobre el colonialismo del poder, del saber y acerca de la necesidad de una descolonización mental que conlleve realmente a una liberación de nuestras cadenas materiales y espirituales. Sin embargo, creo que lo sobrevalora cuando lo compara con Mariátegui, sobre todo cuando Quijano interpreta el carácter heterogéneo histórico- estructural de la economía peruana. César Germana en su ensayo “Una epistemología otra: El proyecto de Aníbal Quijano” señala en la página 215 que: “Quijano dejaba de lado las perspectivas simplificadoras de la vida social como las del materialismo histórico: base económica y superestructura (jurídico, formas de conciencia social e instituciones)”. Mariátegui, para ser heterodoxo, no recusó ninguna categoría marxista, ni la revisó ni se distanció.

Con esta “epistemología otra”, Quijano desde antes de la reforma agraria de Velasco Alvarado (24 de junio de 1969) advirtió relaciones capitalistas como predominantes (usando sus palabras “propias de sociedades premodernas”) en todo el territorio nacional. Entonces se le acusó de adherir tendencias trotskistas, porque si la sociedad era ya capitalista lo que venía como correlato era la revolución obrera. Quizá lo hiciera para fundamentar su apoyo al gobierno de Velasco Alvarado, aunque para hacerlo no necesitaba asumir esta posición. Existe también otro episodio ocurrido el 23 de junio de 1965, a raíz de su intervención en la “Mesa Redonda sobre Todas las Sangres” organizada por el IEP. En esa “Mesa” Aníbal Quijano demolió paciente y largamente la obra de José María Arguedas, indicando en aquella fecha (cuatro años antes de la reforma agraria) que los hacendados y los indios que Arguedas presentaba en su novela no se correspondían con la realidad peruana; que estos ya no existían en tanto habían cambiado ya las relaciones de producción. Puntualizo estos aspectos para que se advierta la tendencia ideológica y política de Quijano y la falta de fundamentos para compararlo con Mariátegui. Esto no quiere decir, sin embargo, que Quijano no sea, en efecto, uno de los grandes investigadores sociales del país. Lo es.

El discurso de Escobedo, sin afirmarlo directamente, nos emplaza a cambiar el fanatismo por la opción crítica, el dogmatismo por la creación heroica de la que hablaba Mariátegui, la dispersión por la unidad en la acción. Es necesario trabajar por este llamado. Vivimos otra realidad, nuevos tiempos; es decir, la etapa de la revolución postindustrial y de la revolución del conocimiento. El marxismo y la transformación que promueva deben optar por nuevas estrategias. Cómo extrañamos en este momento al gran Alberto Flores Galindo. Que el marxismo en el Perú sea creación heroica, ni calco ni copia, en todo el sentido de la palabra, porque solo de esta manera se condice exactamente con la naturaleza del materialismo dialéctico. Recordar siempre: “Que lo que no cambia y permanece estable durante mucho tiempo es sospechoso de no ser científico”. El libro de José Escobedo es un ensayo y suscita muchas reflexiones que yo expreso libremente. Ha sido publicado por la Universidad Nacional del Altiplano para generar debate. El ensayo debe promover discusión o no es ensayo.


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