La “ley pulpín”: Derogatoria y entretelones puestos de manifiesto


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Escribe: Luis F. Vilcatoma Salas | Nacional - 01 Feb 2015


La derogación de la llamada “Ley Pulpín” por el Congreso de la República (26/01/2015) ha constituido indudablemente una seria derrota política del oficialismo, en su vena ideológica neoliberal más recalcitrante, abriendo y profundizando más las grietas en el alicaído bloque dominante en el Perú que, con las recientes renuncias de congresistas al oficialismo y las que se avecinan con toda seguridad, ha ingresado por el tobogán de una difícil y compleja crisis política.

La encrespada discusión pública alrededor de este engendro neoliberal, fruto de los termocéfalos fámulos del gran capital, enquistados en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), progresivamente ha venido a demostrar que esta movida laboral, más que responder a la necesidad de garantizar “chamba” a los jóvenes peruanos entre 18 y 24 años, sin derechos que el mundo laboral moderno reconoce (CTs, vacaciones completas, gratificaciones, etc.), ha pretendido atender, más bien, como parte del cuarto paquete reactivador de la economía nacional, a los intereses de acumulación del gran capital, creando un régimen especial de contratación para reducir costos productivos en la producción de valor; mantener, por lo menos, la tasa de ganancia empresarial en un contexto capitalista en crisis mundial y contribuir, por este medio -existen otros más, como por ejemplo la reducción de costos privados en el resarcimiento de los daños causados al medio natural por la desbocada actividad minera- a la recuperación de la tasa media de ganancia del capitalismo en caída ostensible por la crisis mundial estructural que experimenta el sistema burgués y su modelo neoliberal de acumulación. La movilización juvenil contra esta neoliberal “Ley Pulpín” ha posibilitado, pues, en la conciencia social e intelectual adormecida hasta el momento, por el opio ideológico neoliberal, ingresar al sótano prohibido de la maquinaria teórica y organizacional donde se construye, organiza, implementa y dirige con toda su complejidad el endriago capitalismo, tanto en la economía, como en la ideología y la política. La burguesía dominante y sus damas de compañía políticas e ideológicas nacionales y regionales (algunas conversas de la izquierda a la derecha, sin sangre en el rostro), han comenzado a perder en jirones la rutilante y pasmosa vestimenta ideológica con la que cubrían sus abotagados y deformes cuerpos, para presentarse tal cual son: como una clase dominante que ejerce sin escrúpulos y cínicamente su dominio y explotación sobre la mente y el cuerpo de millones de seres explotados y sobreexplotados, y que hace más grande este dominio y explotación cuando la crisis del capitalismo, creada por ella misma, pone en entredicho sus inmensas y fabulosas ganancias. Una clase dominante que tras el manto gaseoso de sus teorías liberales tiene a su disposición un Estado controlado y gestionado por una burocracia históricamente domesticada y una “clase política” prohijada con las delicias del poder, la vanidad estúpida y la ventral corrupción, siempre sumisa a las necesidades y demandas de los denominados “poderes fácticos”. La “Ley Pulpín” ha sido la mejor demostración de esta relación orgánica entre la economía y la política, entre la clase dominante y el Estado y entre los intereses del gran capital y los gobernantes de turno. Algo que, por otro lado, nos obliga a volver a la Economía Política y la Filosofía de la Praxis como teorías fundamentales para comprender lo que realmente sucede en el mundo globalizado en que hoy vivimos. Teorías echadas por la borda en la formación superior universitaria por diligentes y mediocres gestiones institucionales (hoy embobadas con la teoría de las competencias profesionales asumidas acríticamente, sin analizar su contexto y procedencia social, cultural e ideológico), que con temblor en las piernas vieron aquellas teorías como una “amenaza” a su reproducción intelectual conservadora y burocrática, e incluso como una amenaza a su reproducción salarial.

Estos acontecimientos, que han tenido como el sujeto social y político medular a la juventud peruana de todos los ámbitos del país, incluido Puno por supuesto, ha permitido también descubrir, conciencial y prácticamente, que el asunto no era solamente de “pulpines” potenciales con motivo del engendro legal de marras; sino de “pulpines reales”, como aquellos existentes desde hace mucho tiempo atrás en el sector textil desde el Gobierno de Alan García; en el Sector Salud y Educación, por señalar sólo algunos, con miles de profesionales y técnicos sin derechos laborales completos y con sueldos miserables. Médicos, enfermeras, técnicos y técnicas de salud, profesores contratados, entre otros, sobreexplotados sin piedad económica y socialmente durante años, sin posibilidad de nombramiento y de mejora en sus actuales condiciones salariales. En la misma universidad, como en la UNA-Puno, por ejemplo, profesores contratados cinco, diez o más años de trabajo, en las diferentes Facultades de la Universidad, con sueldos risibles, sometidos a evaluaciones permanentes y a la presión política de ciertos jerarquillos improvisados de moda, obligados a laborar quince, dieciocho y hasta veinte horas a la semana desarrollando tres o cuatro asignaturas (lo que es una barbaridad académica increíble) y sin posibilidades de nombramiento hasta donde alcanza la vista. Son los “pulpines” de hecho que la voluntad despabilidada y cruelmente interesadas tanto del Gobierno Central como de las pequeñas gobernaciones aupadas, por diferentes medios, en la vida institucional pública, están permitiendo y fomentando que se reproduzcan año tras año como la “carne” (“pulpa”) que el sistema global y los micro sistemas estaduales, como el Ministerio de Salud, Educación y la Universidad, entre otros, necesitan procesar para la reproducción de intereses globales y corporativos nefastos. En las instituciones, esta reproducción sirve mediante el uso de la estabilidad laboral utilizada como chantaje para obtener obsecuencia, rendición y sumisión al grupo de interés corporativo en el manejo de la vida institucional.

La hora de los “pulpines”, pues, recién a comenzado.


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