Reflexiones de fiestas patrias: ¿Qué sucede en la casa común?


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Escribe: Raúl Humberto Rodríguez Chalco | Nacional - 28 Jul 2015


El remezón más importante de los últimos tiempos, sufrido por el mundo entero, proviene de un Papa bastante diferente a sus más cercanos predecesores. Francisco, como se hace llamar el sencillo sacerdote argentino, ha puesto el dedo en la llaga hablándole al mundo entero a través de su segunda encíclica, LAUDATO SI’, sobre el cuidado de la casa común, verdadero jalón de orejas a todos los seres humanos, particularmente, a los líderes de los países dominantes, quienes hablan del cambio climático pero hacen poco y nada por reducirlo, pues, antes que cuidar de la “casa común”, gobiernan para garantizar que las ganancias de las empresas transnacionales no solo se mantengan, sino que se incrementen, cuando una tercera parte de la población mundial -unos dos mil millones de personas- sigue viviendo en la desnutrición, el analfabetismo y el abandono.

Francisco, desde el mismo momento en que fue ungido como Papa, ha reclamado una iglesia pobre, que huela a pobre, que salga de las paredes de los conventos e iglesias y se integre a la población, lo que constituye una directa y clara crítica a los jerarcas de El Vaticano, a los cardenales, a curas y monjas que se limitan a hablar del catecismo y el cumplimiento de los sacramentos, dejando de lado pueblo de Dios, sus necesidades, su situación de marginación, su pobreza extrema y la desigualdad con que son tratados.

¿QUÉ PASA EN EL ESPACIO -PERÚ- QUE OCUPAMOS EN LA CASA COMÚN?

Para algunos políticos, de escasa y limitada formación académica, a los que se suman economistas de claro perfil neoliberal, nuestro país atraviesa una crisis económica. Para otros, asistimos a una desaceleración de la economía. Según los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la economía ha disminuido el ritmo de crecimiento, pasando de un promedio de 6% logrado en la última década, a poco más de 2% anual.

Ciertamente, que el gobierno de Ollanta Humala no haya logrado mantener el ritmo de crecimiento de los gobiernos antecesores es una sus más graves responsabilidades. El error principal es pretender que una economía basada en la extracción de minerales y exportarlos como materias primas trae bonanza permanente, cuando es todo lo contrario, pues hay tiempos en que los precios internacionales de las materias primas suben, pero hay otros en que bajan y un gobierno que es responsable consigo mismo y con la población que le dio su confianza, tiene que diversificar la producción, cosa que tanto Alberto Fujimori, como Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala no han sido capaces de llevar adelante.

A partir de esta constatación, es que la mayoría de la población considera que Ollanta Humala traicionó el voto popular que lo llevó al poder, pues gobierna con y para quienes votaron en su contra: sectores ligados a la extracción de minerales, gas y petróleo; representantes de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas, CONFIEP, entre otros, quienes se habían alineado con la candidatura del fujimontesinismo.

Aquel poco más del tercio del electorado que le otorgó su confianza en la primera vuelta electoral del 2011, mantuvo sus expectativas por un tiempo, pero el día a día del gobierno -popular de palabra, pero derechista de hecho- fue cavando la tumba de la desconfianza, situación agravada con la injerencia de la esposa del presidente, Nadine Heredia, quien se permitió ¡y se le permitió! despachar con ministros y ministras que fueron posibles de manipular, adquiriendo un poder inusitado sin que haya recibido un solo voto de la población para ello.

Como se ha dicho, el Perú produce menos que en años anteriores y, por el contrario, la población paga más por los alimentos, vestido, vivienda y educación. En esta situación, el gobierno se niega a aprobar el incremento del sueldo mínimo vital, bajo el argumento de que, subiéndolo, se favorece la informalidad y se desfavorece la competitividad del país. Así, se zurra en la ley que obliga a que cada dos años -en otros países se hace cada año- se suba automáticamente el salario mínimo vital, tomando como referencia el incremento de los precios de los productos que consume la población, garantizándose así que trabajadores y trabajadoras conserven el valor adquisitivo de sus remuneraciones.

El periodismo de investigación e independiente brega en estos días con un nuevo elemento de la realidad: la concentración de medios, llevado adelante por el Grupo El Comercio, que hoy controla cerca del 80% de la publicidad -estatal y privada- que se genera en el país y, también, en cifras parecidas, el número de lectores de todo el Perú.

El caso es que, leyendo Perú 21, Gestión, Correo, El Trome o El Comercio, que viendo América Televisión o Canal N, todos, y muchos más de propiedad del Grupo El Comercio, leeremos o escucharemos los mismos argumentos con, quizá, diferentes palabras: “el Perú ha sido siempre, y lo seguirá siendo, un país minero, un gobierno responsable debe de garantizar sus operaciones en todo el territorio nacional”; “la minería paga al erario nacional los más grandes e importantes impuestos, es deber del gobierno garantizar que eso siga sucediendo, porque con esos impuestos se ha reducido la pobreza y extrema pobreza en el país”; “el rol del Estado, según la Constitución, es favorecer la inversión privada y no competir con ella, evitando invertir ‘el dinero de todos los peruanos’ en actividades productivas”, y olvidan olímpicamente que es la constitución impuesta, con fraude, por la dictadura fujimontesinista.

A este desbarajuste se suman los dizque “partidos políticos” que hoy existen en el Perú. Así, después del segundo gobierno aprista, solo dos de sus cuatro representantes en el parlamento son capaces de levantar gran polvareda cada vez que se lo proponen, siempre al lado, claro está, de los representantes del fujimontesinismo, con quienes no tienen reparos en aliarse como hace décadas atrás lo hicieron con el pradismo -en la historia nacional, etapa conocida como “la convivencia”- y el odriismo -en la historia nacional, etapa conocida como la “gran convivencia”- y dicen, no sin desfachatez, que lo hacen no pensando en ellos, ni en su partido, sino en el futuro del país.

Pero no solo el partido aprista tiene y muestra serios problemas y debilidades. Perú Posible, el partido creado por Alejandro Toledo, también atraviesa grandes dificultades. Al desbande casi generalizado de sus pocos y cuestionados cuadros políticos, se le ha sumado el caso ECOTEVA.

A Toledo sí se le conoce trabajo antes y después de haber gobernado al país, pero sus ingresos como docente universitario no justifican las compras de oficinas carísimas y de residencias palaciegas en la zona más rankeada de Lima, como tampoco la propiedad en Punta Sal, una de las más cotizadas playas del Perú entero. Su situación es tan grave que el fiscal que ve el caso acaba de denunciar penalmente a toda la familia Toledo, ha pedido que el juez prohíba que salgan del país y al “cholo sagrado” no se le ha ocurrido mejor idea que celebrar los 15 años de la Marcha de los Cuatro Suyos, como si fuera su propiedad, olvidando que fue la población entera del país la que marchó hacia Lima para enfrentar a la dictadura fujimontesinista.

Pedro Pablo Kuczynski nació en Perú, pero, en algún momento de su vida, decidió nacionalizarse estadounidense y resulta que Estados Unidos, a diferencia, por ejemplo, de España o Francia, obliga a quienes se nacionalizan a que renuncien a la nacionalidad de la que provienen. Si las cosas son así, entonces, ¿Qué hace un ciudadano estadounidense realizando campaña política y preparando su candidatura a la presidencia de Perú en las elecciones generales de abril próximo? PPK, hay que recordarlo, marcha segundo en las preferencias del electorado.

Veamos ahora a Keiko Fujimori. Aunque lo niegue una y mil veces, la hija del exdictador -hoy preso por violar los derechos humanos y por corrupto- no ha sido transparente en lo referido a sus estudios universitarios ni a los de sus tres hermanos. Solo sus más cercanos seguidores creen que su padre los pagó vendiendo una vivienda, pero, a la gran mayoría, le sigue flotando la duda de que los varios cientos de miles de dólares que costaron provienen del asalto -léase robo- que el gobierno fujimontesinista hizo al país entero.

Tampoco es clara y transparente con referencia al dinero con que alimenta y vive su familia: ella, su esposo y dos hijas. Sus testaferros dicen que el partido le paga un sueldo para que se dedique a las labores partidarias, pero nadie se explica el ritmo de vida que lleva, lo que incluye no pocos viajes al extranjero, que realiza en compañía de toda su familia. Y así, con todo, es la primera en las preferencias del electorado, de cara a las elecciones de abril del 2016.

¿Y la izquierda peruana? Hasta ahora, ¡no pasa nada!, como dicen los locutores deportivos cuando el marcador va cero a cero. Que si quieren tener un mínimo de representación y credibilidad deben y tienen que ir unidos, nadie lo discute… pero, llama la atención que viejos dirigentes, todos largamente por encima de los 65 años, sigan buscando ser candidatos, cuando el cambio generacional es indispensable. De igual forma, llama la atención que los pocos jóvenes y no tan jóvenes izquierdistas hoy presentes en la vida política, descalifiquen a quienes no piensen igual o parecido que ellos. Si no, pregúntenle a Marco Arana y compañía por qué no quieren como aliado al Partido Humanista, en particular a Yehude Simons.

La descalificación del contrincante, aunque forme parte del campo de los amigos, es uno de los mayores y graves errores de esta hace ya mucho tiempo disminuida izquierda peruana. Si no cambian, la izquierda seguirá siendo un grato recuerdo, pero demasiado poco de realidad.

¿QUÉ PASA EN EL RINCÓN DEL ESPACIO QUE OCUPAMOS EN LA CASA COMÚN Y QUE SE LLAMA PUNO?

Cuando Hernán Fuentes terminó su desastroso gobierno, la población estaba segura que Mauricio Rodríguez lo haría mejor, pues Fuentes había llevado a la región a un hueco tan profundo, que cualquier cosa que hiciera su sucesor, lo haría mejor… pero el inepto gobierno de AQUÍ, con su manifiesta y reiterada incapacidad de gasto, no nos sacó el hoyo. En ese período, Cusco crecía más del 10% anual y Arequipa lo hacía a más del 7% anual, mientras que Puno crecía, a duras penas, al 3% anual y Mauricio Rodríguez y su equipo de gobierno hacían de la vista gorda a los tres enemigos del desarrollo puneño: la minería ilegal -que ha contaminado las cuencas de varios ríos y buena parte del Lago Titicaca-, el narcotráfico -que ha crecido de manera sostenida en la cantidad de hectáreas de tierra en las que se cultiva hoja de coca y la ya comprobada elaboración de pasta básica de cocaína- y el contrabando -tanto “hormiga” como a gran escala, como “la culebra”-.

Y cuando los cuatro años del insufrible gobierno llegaron a su fin y Mauricio Rodríguez fue reemplazado por Juan Luque, una vez más, la población depositó su confianza en el elegido. Pero, a poco más de medio año de gobierno, “la liebre ha mostrado sus orejas”. Así, igual que Jiménez, Fuentes y Rodríguez, Juan Luque no es líder de una organización política; a lo sumo, es quien más dinero puso en la maquinaria electoral que lo llevó al sillón del gobierno regional.

Para nadie es un secreto que carece de argumentación oral coherente, que equivoca tortuosamente los datos de la realidad y que no tiene ni una pizca de carisma personal. Es cuestionado por sus mismos partidarios de no tener claras las cuentas de cuando fue rector de la UANCV y la fiscalía ha abierto una investigación para conocer de dónde le vienen los grandes ingresos que tiene y que no están de acuerdo con el sueldo de rector de universidad privada.

Ahora ha ratificado la ineptitud de quienes se hacen cargo del Gobierno Regional, pues vivimos, un año más, como en el gobierno del período anterior. Puno está en los últimos lugares en gasto en inversiones ¡y son tantas las obras que el población requiere. Juan Luque acude a los mismos argumentos de Mauricio Rodríguez: “estamos aprendiendo a gobernar”, “es el primer año, hay que tener paciencia”, “el anterior gobierno nos ha dejado el presupuesto amarrado”… Ese rollo ya lo conocemos.

(*) Sociólogo y Periodista

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