Los Andes

Afirma que Puno es el bastión del crecimiento identitario nacional, por sus cualidades culturales e históricas, y que debemos tener como ejemplos dignos de seguir y admirar a países como Bolivia y recientemente Ecuador; asimismo, refiere que la puneñidad es un sentimiento valioso que no debemos perder.

¿Qué significa ser peruano en estos tiempos?
Pienso que es reivindicar nuestra condición, sobre todo en una sociedad que está en proceso de lograr su verdadera identidad. El trabajo no ha terminado, nuestra mayor debilidad es que todavía no articulamos nuestras culturas; esta condición de ser un pueblo pluricultural, todavía en la escena de Nación, no se evidencia; entonces existe y se siente aún esa mirada desde Lima hacia el resto del país, como siempre se ha visto.

¿Estamos a tiempo de lograr una identidad propia, ahora que se acerca el bicentenario de la independencia del Perú?
Estamos en ese proceso. Hay cambios en ese tema, importantes, y creo que de lo que se trata es de fortalecer, seguir sembrando este sentimiento de peruanidad, este sentimiento de nación, reconociéndonos en nuestros orígenes, reconociéndonos en nuestras culturas ancestrales, pero sobre todo mirando el futuro. Creo que no solamente el pasado nos debe unir, sino el presente y el futuro, de modo que se articule toda esta diversidad de culturas y de pueblos, sobre todo los del Perú profundo.

¿Existen iniciativas para ello o estamos caminando a la deriva?
Lamentablemente, lo que se ha avanzado no ha sido producto de políticas culturales; tanto es así, que el último ministerio que se creó como parte del Estado fue el de Cultura. Eso ya evidencia que no ha sido la cultura la mayor preocupación que hemos tenido desde los gobiernos, cuando hablamos de políticas de Estado; esto ha sido una gran debilidad, porque no ha permitido reafirmar nuestras fortalezas, pues, como antes dije, los pueblos necesitamos de la originalidad que nos da nuestra cultura; la cultura, en un pueblo, es como la autoestima en una persona, de manera que muchos no han creído en ella y, sobre todo, nuestros gobernantes, a diferencia de otros países vecinos, en donde son gobernantes los que han liderado estos procesos, es el Estado quien los ha promovido; pero aquí no nos hemos caracterizado por ello, hemos sido una sociedad por momentos allegada, que se sentía incluso avergonzada de su propia comida. Felizmente, esto ha venido cambiando para bien y hoy creo que estamos reencontrándonos en muchos aspectos de nuestra cultura, en el tema de la gastronomía, por ejemplo, o en el tema de nuestras costumbres o de nuestros conocimientos ancestrales. Antes, ¿quién recorría la medicina tradicional? Nadie. Hoy estamos reencontrándonos con nuestra naturaleza, a través de nuestros conocimientos ancestrales, y creo que esto va bien, pero no necesariamente porque el Estado, a través de los gobiernos, haya instituido políticas. Lo que se ha hecho en el tema cultural, desde el Estado, es poco; creo que más es un proceso cultural de reencuentro de la misma sociedad con sus orígenes. Eso es lo admirable en nuestro país.

¿Bolivia es un buen ejemplo para construir un país cultural?
Bolivia probablemente, en este tema, está avanzando más, pero es porque tiene la suerte de que su capital política y comercial, que no es La Paz, hoy por hoy es el centro que irradia cultura, a diferencia de nosotros, en donde Lima no necesariamente se caracteriza por irradiar cultura original, propia de un país, sino que es más la puerta de ingreso de un proceso, diremos, peligroso de consumismo e individualismo, que está deteriorando los valores de nuestra sociedad en sus orígenes comunitarios, colectivos.

¿Qué país sería un buen ejemplo, además de Bolivia?
Los orientales. Ellos, para fuera, se articulan al tema de la Globalización, pero hacia adentro viven con una filosofía de reconocerse en su identidad. Es eso lo que nos hace todavía falta y creo que es el reto: resistir, no resignarnos a tomar parte de un mundo global, que no valora lo que los pueblos tienen. Si bien es cierto, hay muchas cosas para mejorar, pero países como Bolivia y recientemente Ecuador, por ejemplo, están apostando por lo que ellos tienen, o sea, más que buscar cosas afuera están encontrando respuestas en sus propios pueblos, en sus propios orígenes, en sus propias culturas, y creo que ése es el reto como país que tenemos. Hemos perdido, históricamente, muchos años, porque tratamos de copiar todo y ahí están las consecuencias.

La cultura andina, ¿cuán importante es para construir una cultura nacional peruana?
Es muy importante. La cultura andina, en nuestros tiempos, está demostrando que es una cultura que no se ha refinado, por ejemplo, a este modelo abusivo de economía liberal; creo que por ahí va el asunto de seguir fortaleciendo lo andino. Lo que caracteriza a este país, en Lima, no es ya la metrópoli o la ciudad cosmopolita, es una ciencia del Perú; ahí, el Perú que busca reivindicar muchos aspectos, no solo culturales, económicos, sociales y hasta políticos, va a jugar un papel muy importante. De ahí que Puno es el protagonista, porque aquí todavía vemos con mucha contundencia esta resistencia, a diferencia de tal vez otras regiones, que se llaman progresistas y que han tenido crecimiento económico, pero que en términos de desarrollo no hay mucho que mirar. Creo que aquí todavía estamos entendiendo que el desarrollo no es crecimiento económico, es mucho más que eso: es conservar nuestra cultura, nuestros valores, y darles forma, renovarlos para que con ellos construyamos el verdadero desarrollo que aspiramos todos.

¿Existe en Puno la “puneñidad�? ¿Qué significaría este concepto?
Es un sentimiento. Puneñidad un sentimiento regionalista, un sentimiento local, identificado mucho en las raíces no solamente del pasado y del presente, sino de la región; una visión cultural que nos está juntando. No se equivocó (José María) Arguedas cuando admiró este tema de nuestra cultura a través de la danza, por ello nuestra condición de Capital del Folklore Peruano. Esto creo que hoy es la piedra angular que podría articular a Puno e integrarlo en el espacio. Aunque la integración solo se piensa por un tema económico, esto no debe ser necesariamente la regla; pienso que por el tema cultural tenemos muchas más condiciones para articularnos al mundo. Esto hay que verlo así, en la medida que se consolide el puneñismo con un sentimiento de reconocernos en lo que realmente somos.