Un repaso a las fiestas calceteras: el prolongado carnaval juliaqueño


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Escribe: Samuel Álvarez Enríquez | Nacional - 14 Feb 2016


En la labor de pergeñar sobre el Folklore Nacional, gracias a nuestra permanencia por más de treinta años, tanto como directivo y como socio activo en la Asociación de Toqoros y Pinkillos “Los Ch´iñipilkos” en Juliaca, así como nuestras muestras de investigación bio-bibliogáfica e indagación de las costumbres, tradiciones, leyendas, mitos, literatura, artes y artistas en sus diversas manifestaciones del Folklore, el año 2011, logramos publicar el libro “El Carnaval Juliaqueño: Ofrenda a la Pachamama”, de autoría compartida con Walter Calcina Arpi, ensayo considerado el primer intento serio de sistematización y oficialización escrita del Carnaval Juliaqueño en su conjunto.

Dado la característica de una costumbre hecha tradición, se presenta en dos etapas definidas: La primera es el desarrollo del Carnaval Chico o Qashwa de San Sebastián; y, la segunda, el Carnaval Propiamente dicho. Sobre la Primera, su evolución y desarrollo ya publicamos. Ahora pasamos a la Segunda, en forma resumida.

Se da al día siguiente de la ejecución del huch´uy pukllay o Carnaval chico, en el mes del hatun poqoy (febrero) y del desarrollo del gran carnaval en el mes de la gran maduración, o cuando los frutos se encuentran en plena maduración, según afirma Luis E. Valcárcel (“Tempestad en los Andes”). Proveniente de ancestrales tiempos pre incas, se inician los preparativos para el desarrollo de la segunda etapa, llamada también hatun pukllay; y por tanto, su participación con el uso de trajes autóctonos, mestizos y de “luces”, la música es fundamental. Los grupos de danzarines han ensayado para participar en concursos que propician organizaciones y agrupaciones folklóricas, engalanando el folklore, cultura e historia de Juliaca. Según el calendario festivo y gregoriano, su desarrollo concuerda siempre con el mes de febrero y unos 30 días después del carnaval chico, muy pocas veces llega a la primera y hasta segunda semana del mes de marzo (cuando los frutos se encuentran ya maduros, listos para su recolección, extendiéndose en el Aymoray, mayo en el calendario gregoriano).

Entre sus características resaltantes, es añejo (proviene desde ancestrales tiempos pre incas e incas), prolongado (dura algo más de cuarenta días calendario), masivo (participa casi toda la población en el desarrollo de bailes y demás costumbres hechas tradiciones), fastuoso (el derroche de alegría, jolgorio, los juegos, lo económico, etc. en estos últimos tiempos son contagiantes, a la vez se entremezclan trajes de costo y elegancia).

Las organizaciones barriales, de comerciantes, transportistas, danzantes, culturales, músicos, bordadores, tiendas de alquiler de diversos trajes de danzas, restaurantes, hoteles, alojamientos y miembros directivos, socios, autoridades de la más variada representación estatal, privada y mixta, ponen en juego sus habilidades participando de la fiesta general, seguida de no tan fatales consecuencias que la propia investigación sociológica, folklórica, psicológica, jurídica, educacional y superestructural reconoce.

Las actividades en el campo se alinean y entremezclan con las de la ciudad, tornándose más distinguidas por las “ofrendas” que se ejecutan ante la “madre tierra” (Pachamama), seguidos de los taripakuy (1) a todos los elementos participantes de esta fiesta general, desde los propietarios hacia las sementeras (2), el ganado y su señalización (3), las viviendas, compadres y ahijados, autoridades y demás organizaciones y actividades desarrolladas por los pobladores juliaqueños y alrededores.

Después del Carnaval chico, lo sobresaliente es también la ch´alla, k´into, apaqhata, taripakuy (4) a compadres, comadres, ahijados ante los padrinos de bautismo, matrimonios, en los dos jueves y domingos antes de los carnavales en grande, con animales domésticos, flores, serpentinas, globos de carnavales, polvos y música. Los preparativos en la evolución y coreografías de las danzas con trajes típicos y de luces, respectivamente, contratos con bandas de músicos, etc., propios de los festejos de esta naturaleza, no tan lejanos de las Fiestas Patronales y Jubilares. Lo cierto es que hay despliegue total de la población al cumplimiento de responsabilidades y acciones propias.

El advenimiento del Carnaval Propiamente Dicho, concuerda con esas actividades, es más interesante cuando el día sábado, con la Entrada del “ño carnavalón”, al compás de una banda de músicos y grupos de tarqadas, dan la vuelta por las principales calles y plazas, llevando la figura confeccionada a base de carrizos y papel cometa, representando y fungiendo un “fantoche” (personaje “indeseable” para los pobladores o la sociedad entera). Luego de despedirlo, es guardado hasta el día miércoles de “ceniza”, organizado por la comisión del carnaval municipal.

El domingo de carnaval, las agrupaciones de machuaychas y ch´iñipilkos, en horas de la mañana, después de sus rituales ancestrales, engalanan las calles de la ciudad danzando en pasacalle, visitando autoridades y familias, no sin antes haber participado de la ceremonia de Izamiento de los pabellones Nacional y Juliaca, junto a las representaciones de directivos y otras agrupaciones culturales que participarán, por casi dos semanas, en sus comparsas encabezadas por la FEDAC. Cabe indicar que desde el 2004, la Asociación Pandillera de Juliaca (ASPAJ), por este día, engalana el carnaval con una comparsa pandillera, organizada por sus directivos y los más antiguos pandilleros juliaqueños presentes en el escenario.

El día lunes del carnaval, desde tempranas horas de la mañana, techos y frenteras de las viviendas, mercados, plazas y lugares de negocios, se presentan debidamente engalanados (práctica del “taripakuy”). Adornan con mistura, serpentinas, flores, polvos, globos de carnaval. Llegan hasta el cementerio para visistar a sus seres queridos, dejando flores y rezos. El derroche de la algarabía se torna más interesante con los grupos de tarqas y tarqadas llegando hasta el campo con “taripakuy”, desde horas de la tarde hasta caer la noche, grupos de danzantes engalanan las vías de ingreso a Juliaca en práctica del “kacharpariy”(5) del mismo día.

El martes del carnaval, muy temprano, irrumpen el escenario calcetero residentes azangarinos con la costumbre tradicional “chiuchico”. Pintarrajeados el rostro y el cuerpo, serpentinas al borde del cuello, jalando un burro, al son de la banda de músicos que interpretga canciones azangarinas y de carnaval, visitan autoridades y familias de aquel lar.

En horas de la tarde, se unge al “alferado” para el próximo año y el “kacharpariy”. Los “taripakuy” y las comparsas de tarqas y otras danzas carnestolendas llenan las calles. Por la mañana, grupos de tarqas están apostados en la Plaza de Armas, para amenizar el “taripakuy”, “apaqhata”, “kacharpariy” en el campo y la ciudad.

El miércoles de “ceniza” da paso al concurso de danzas y costumbres carnavaleras con trajes típicos en la Urbanización La Rinconada, organizado por Ch´iñipilkos. Se disputan los Premios “Pinkillo” de oro, plata y bronce. Concluido el concurso en horas de la tarde, el “ño carnavalón”, encabezado por la “viuda”, da lectura de su “testamento”, se somete a la “hoguera” y se ve el regocijo general de los acompañantes, grupos de tarqas y tarqadas, sikuris y bandas de músicos en el kacharpariy.

El jueves, miembros del Mercado de “Manco Cápac” organizan el Concurso de danzas “Varilla” de oro, plata y bronce, en inmediaciones del mercado, entregan premios y el jolgorio de los ganadores es notorio. Al caer la noche, comparsas de tarqas y tarqadas, y pandillas puneñas engalanan algunas calles.

El día viernes, el barrio y los comerciantes del Túpac Amaru, tienen a su cargo un “pasacalle” que disputa el premio “Sombrero” de oro, plata y bronce, cuyo escenario principal es la frentera del mismo mercado. La FEDAC también organiza su concurso de danzas en el estadio de la ciudad, para el premio “Cristo Blanco”. Es necesario indicar que gracias a los comerciantes de aquel mercado internacional se iniciaron los actuales concursos por la década del ochenta al noventa del siglo pasado, primero con participación de danzas carnavaleras, luego con sikuris y finalmente, se introdujeron las danzas de “trajes de luces”.

El día sábado, la Agrupación de Toqoros y Pinkillos los Machuaychas, propician la prolongación del carnaval con la organización del Concurso de danzas y el Premio “Toqoro” de oro, plata y bronce, a las faldas del apu Huaynarroque y el anfiteatro de allí, con un lleno total de sus alrededores y cerros aledaños. Horas más tarde y al caer la noche se realiza el “pasacalle” y su “kacharpariy”.

El día “Domingo de Amargura”, el distrito de Caracoto matiza el jolgorio carnestolendo con el Concurso “Corona” de oro, plata y bronce. Cuando la población se da cita hasta allí, el ambiente se torna reluciente con la llegada de las comparsas y su “pasacalle” a la ciudad de Juliaca.

El primer día lunes de “cuaresma” del Calendario Católico la FEDAC juliaqueña, se celebra la “Parada” por una ruta conveniente a los pobladores. Este año se está retomando su paso por el centro de la ciudad. Con esta actividad culmina el carnaval juliaqueño, no sin antes haber efectuado sus “kacharpariy”, despedida de los músicos, devolución de disfraces, etc.

Sin embargo, a lo largo de estos días de fiesta, las organizaciones barriales, clubes de madres, asociaciones de comerciantes y otros, paralelamente y en lugares diversos, organizan comparsas separadas de “yunza”, “cortamontes”, mallki kunpay” y otras muestras del carnaval andino, propiciados por residentes de aquellas comunidades en Juliaca, como: huancaínos, cusqueños, ayacuchanos, abanquinos, cajamarquinos, entre otros.

Toda acción de juego o de carnaval está sujeto a consecuencias, algunas pueden dañar la moral, religión y las buenas costumbres; empero, la población está prevenida y existe la presencia de las coordinaciones por parte de los sectores de salud, policial, fiscal, bomberil y municipal.

Por nuestra parte y de las organizaciones culturales festivas presentes en esta prolongada actividad, solicitamos al Gobierno Nacional que esta actividad carnavalera se declare “Patrimonio Cultural de la Nación”, debido a que merece el lugar preferencial en el ámbito del desarrollo cultural en vivo, que da la vuelta al mundo gracias a los medios de comunicación social masivos imperantes actualmente.

NOTAS:
(1) Costumbre tradicional que en español significa “alcanzar” con apaqhata (regalos). Los alcanzadores, acompañados de un séquito de danzantes, productos de “pan llevar” o animales domésticos y fruta, se acercan ante las autoridades, compadres, ahijados y otros, iniciando el jolgorio carnestolendo.
(2) Parcelas de papas, oqas, cebada, habas, quinua, cañahua y otras en crecimiento.
(3) Vacuno, ovino, alpacuno y otros son marcados y distribuidos entre los miembros de una familia, por parte de los padres a los hijos y servidumbre.
(4) Rituales en base a coca, vino, chicha, gaseosas, cerveza, etc. antes de iniciar cualquier ceremonia andina, hoy en día practicado como “sincretismo” cultural.
(5) Significa “despedida”, traducido al Español, costumbre muy arraigada en la región y todo el ande peruano.


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