Los Andes

El día de ayer me constituí al cementerio de Laykakota para dejar flores a mi padre, y es cuando de entrada me indignó ver como vienen talando frondosos árboles, que sin exagerar pareciera que el propósito es que no quede ninguno en dicho lugar, siendo una acción por demás censurable desde el punto de vista ecológico y desde el ornato de dicho cementerio que justamente tiene como uno de sus atractivos sus árboles. En mi visita las máquinas taladoras seguían sonando. No entendemos el criterio de la Beneficencia Pública en realizar estas acciones que si es por tener espacio, en lo que se convertirá este lugar será en una mole de cemento que perderá lo más preciado que tradicionalmente lo hizo atractivo. No hay duda que es este mundo que todo se mercantiliza, hasta en los cementerios no existe igualdad, finalmente en los próximos años, solo tendrán sus nichos las personas que tengan su mausoleo que desplazará a los cuarteles que ya van quedando para el recuerdo.

Pero, lo que aún más me llamó la atención es que exactamente detrás del mausoleo del extinto ex alcalde de Ilave Cirilo Robles, se ha construido un cuartel de nichos para niños, y allí para sorpresa mía, pude ver la lápida de Arturo Peralta, nuestro conocido Gamaliel Churata, entiendo que además cobija sus restos. No sé cuándo fue su traslado, tampoco que criterios primaron para ello, fue removido del cuartel que más arriba se encontraba, después de haber estado –como sabemos- en el cementerio La Apacheta de Ventilla, y muchos más antes en un cementerio de Lima. Esta acción es una muestra de que definitivamente Gamaliel Churata, nuestro mayor pontífice de las letras puneñas, está condenado a no descansar en paz. Y lo decimos además porque, su tumba lo compartía con su hijo Teófano y no sabemos si ahora estará solo, con su hijo, o de repente no están ninguno de los dos.

Este traslado además es también provisional, porque no le corresponde a Gamaliel Churata estar en un cuartel de niños, si realmente han querido hacer un traslado serio y definitivo, debieron de haberlo puesto, en un cuartel para artistas e intelectuales, que sabemos que hay uno pequeño en el lugar del lado izquierdo a la entrada al Cementerio de Laykakota, o merecer su propio mausoleo, que de ésta manera la Beneficencia Pública y la Municipalidad Provincial de Puno, hubieran quedado bien con la ciudadanía puneña, ya que se trata de nuestro mayor puneño ilustre. Qué dirán ahora los directivos de la Beneficencia, Qué la Gerencia General de la Municipalidad Provincial de Puno. Es una pena que estas cosas sucedan en nuestro medio y que demuestran la chatura de valoración por la ecología y por los que dieron su vida por Puno. Si se hubiera tratado de un minero informal, o un presidente de una agrupación de danza poderosa de la ciudad, con seguridad el trato sería mucho mejor. Cuánta razón tenía David Frisancho Pineda que optó por ser incinerado, creo que así la muerte finalmente ya no es un sufrimiento más allá de la vida.