Estado botín o estado ciudadano


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Escribe: Ubaldo Tejada Guerrero | Opinión - 21 Sep 2014

El Perú del siglo XXI sigue siendo sólo aspiraciones republicanas de candidatos ungidos a cargos presidenciales, esperanzados en sus viejas aspiraciones liberadoras fueran realizadas por los flamantes candidatos convertidos en gobernantes ineptos, frívolos y corruptos, que terminaron convirtiendo al Estado como el botín privado más grande.

Lo cierto que poco o casi nada importa al Fondo Monetario Internacional (FMI), la corrupción institucionalizada, el narcotráfico o la delincuencia de cuello o corbata, porque nuestra república peruana, en estas elecciones 2014-2016, tiene hoy en los timoneles del Ministerio de Economía y Finanzas, sólo equipos importados desde Washington (FMI) para garantizar directivas serviles de éste organismo.

El Estado peruano de espaldas a la realidad nacional, ha convertido a nuestra patria en el país más desigual de Latinoamérica, orientada sólo al enriquecimiento de los grandes capitalistas ligados a las potestades imperiales de este siglo, cuya intervención del FMI, se ha centrado principalmente en la conducción de nuestra política monetaria, en tanto que el grupo asesor del Banco Mundial (BM) orienta las acciones del gobierno en el plano de la producción real o de las inversiones del gran capital.

Mientras por un carril contrario, los atentados contra los derechos territoriales de los pueblos indígenas y originarios del Perú, son víctimas de un paquete de medidas aprobadas mediante la ley Nº 30230, con el pretexto de promover la inversión privada y estimular el crecimiento económico, no sólo debilita la institucionalidad ambiental, sino que también afecta la seguridad jurídica territorial de los pueblos y comunidades indígenas de los pueblos originarios.

Recordemos que en el Perú, González Prada en 1,903 nos hacía la siguiente pregunta: ¿Quién es el ladrón? La respuesta bien podríamos aplicarla a nuestro Perú de grandes cifras macroeconómicas: “…..debemos decirnos aquí, siempre que veamos construir edificios públicos o tengan noticias de consumarse operaciones financieras. Casi todas las riquezas privadas tienen origen fiscal y habría derecho de proceder a una confiscación el globo”.

Francois Perroux con la magia de simplificar la economía expresaba: “El economista, a quien se pregunta: ¿Qué es el desarrollo? Debe responder, en mi opinión: El desarrollo es la combinación de los cambios mentales y sociales de una población, que la hacen apta para hacer crecer, acumulativa y duraderamente su producto real y global”. Eso no ocurre en el Perú.

Nunca en la historia del despojo en nuestra patria, se nos da en éste siglo XXI, la oportunidad de cambio frente al continuismo neoliberal, cuyo eje está en el empoderamiento organizado de la sociedad civil, como una manera de recuperar nuestro sentido de dignidad ciudadana en su expresión multicultural y multiétnica y del paso político de éste valioso fortín de la Población Económicamente Activa (PEA), informal que son el 74%.

Pero como no se puede hacer vino nuevo en odres viejos, Karl Mannheim, en un excelente artículo titulado “El problema de la juventud en la sociedad moderna” expresaba: “En nuestra opinión, la mayor ventaja que posee la juventud en su contribución a la renovación social, consiste, aparte de su mayor espíritu de aventura, en que todavía no está completamente implicada en el status quo del orden social”.

Dejemos algunos mensajes para esta endeble y precaria democracia peruana:

Primero, a nuestro carnaval 2014-2016, a cuyo desencanto en la noble tarea de hacer política en el Perú, sólo están contribuyendo a degradar, les digo que como Javier Heraud, que nuestra patria es hermosa; pero, por favor dejemos a las futuras generaciones el limpiarla de todo mal, injusticia, opresión y violencia, para poder gozar en su plenitud el ejercicio de hacer política.

Segundo, emprender la guerra que nos recomendara Basadre en su libro “La promesa de la vida peruana”. El expresaba la guerra: “….contra la inercia, la rutina, la podredumbre, la indiferencia, la ineptitud y el desvarío. La guerra contra la plaga del Perú de las últimas décadas: el enriquecimiento espiritual”.

Tercero, mirar al porvenir inmediato, pensando con cordura, lucidez y superar los viejos vicios de la política criolla, que son el fraccionalismo, la corrupción, el narcotráfico y la delincuencia, pero no en aras de seguir levantando ídolos de barro miserables o promesas con engaños monstruosos, que sólo nos conducirán a un agotamiento peligroso de nuestra república.

Cuarto, tener claro que quienes nos agreden y dominan históricamente, desde 1,821 hasta el 2,014, son grupos de caudillos sin bandera, que con insaciables ansias de riqueza o de poder avasallan la dignidad y soberanía del Perú a través de sus empresas-partidos, donde la noble tarea de ser político, es reemplazada por el tener.

Quinto, superar el congelamiento de los antivalores del pragmatismo neoliberal, donde las empresas transnacionales, aprovechando la necesidad y el natural deseo de los países pobres como el Perú para alcanzar el desarrollo, se infiltran sutilmente en ellos, creando falsas esperanzas de una nueva vida, pero con contratos y cláusulas lesivas, inician su acción depredadora, extrayendo masivamente nuestras riquezas naturales y emplean formas dolosas de comercio, para no cumplir con pagar sus impuestos en forma real.

Sexto, tomar conciencia que las transnacionales en el Perú, han tomado por asalto el Perú, concesionado más del 70% de nuestro territorio, como sinónimo de sometimiento; sin legislación adecuada a nuestra soberanía y sin una “Nueva Constitución” y “Proyecto País”; que precise las condiciones de trabajo del capital extranjero y nacional, limite su expansión, burlando aún las pocas leyes favorable al bienestar popular.

Quiero cerrar este artículo con las palabras de Jorge Basadre escritas a manera de prólogo para el libro de Fernando Lecaros “Historia del Perú y del mundo SXX” en 1,977, que con clara visión de futuro al siglo XXI decía respecto al capitalismo salvaje: “…significaría la perdurabilidad de una sociedad gobernada por burocracias bélicas, egoístas, rapaces, con fuerte dominio de la policía y con una ideología fríamente tecnocrática”.

Pero Basadre con una visión optimista expresaba, primero: “Está surgiendo sin embargo, con dificultades, frente a las tentaciones creada por la propaganda de consumo y a los rigores de la explotación del hombre por el hombre, una visión en la que predominan los objetivos del crecimiento en la sabiduría personal y colectiva”; segundo: “Entendemos por socialismo el movimiento hacia una sociedad donde el interés y el beneficio comunes predominen en las cosas esenciales sobre los de carácter individual o de grupo”; tercero: “No basta querer cambiar a la sociedad; necesitamos cambiar al hombre”, y concluía: “El pensamiento socialista debe, por eso, estar hondamente ligado al ideal de la dignidad esencial y de la libertad responsable del hombre...”.

El camino de Bagua, Conga y la Convención nos avisan que estamos frente a escenarios imprevisibles en el Perú, donde una sociedad multiétnica y multicultural está llenando el vació de un Estado botín, para convertirse en un Estado ciudadano representativo de todas las sangres.


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