Los Andes

No podría despedirme del 2014 sin dar cuenta de un asunto que tiene que ver con algo que me ha apasionado aun desde antes de mi ingreso a la universidad. Porque, si este año viví acontecimientos significativos, uno de ellos es sin duda haber vuelto a leer (esta vez con el profano fin de una autopsia lingüística) una de las novelas mayores de nuestro Nobel de literatura. A Vargas Llosa lo leí por primera vez en Juliaca, lo leí en Macusani, lo leí en Arequipa, lo leí en todas partes y, por supuesto, también en Puno. Lo leí antes del 2010, con fervor, antes de que lo ovacionara el mundo entero.Y, de todas, “Conversación en La Catedral� es laque me ayudó a respirar el fuego invisible de la soledad existencial de aquellos años, la sordidez académica de tantas asignaturas universitarias: novela de la que en esta ocasión haré unboceto de su crónica semiótica.

I

De todas las cajas chinas (que son 6, básicas), una es una caja china nieta ycuenta el ayerde un Zavalita joven y estudiante de la San Marcos, es una cajita profunda que trasciende y su repercusión protagónica se actualiza siempre con la caja abuela, que cuenta el hoy de unZavalitaperiodista, casado y jodido. En el recuento lógico del programa fundamental (Greimas), nuestro protagonista o héroe se vio sometido a una serie de dragones—su padre, que lo quiso ciudadano pituco (estudiante de la Católica, aristócrata); la dictadura de Odría, que lo quiso estudiante sumiso (corderito o compinche de la dictadura militar); la cédula Cahuide, que lo quiso insurgente (comunista, revolucionario), y Ana, que,si bien no es una dictadura, representa al poderoso régimen matrimonial— que, dicho de otro modo, buscaron arrebatarle a su única princesa: la libertad.Sin lograrlo jamás.

Siguiendo el esquema actancialgreimasiano,Zavalitaestuvo en todas; pero principalmente fue sujeto: fue parte de las expectativas imaginarias (sujeto virtual o lo que quisieron que fuera), fue protagonista de sus circunstancias (sujeto de estado), fue alguien que quiso e hizo lo que quiso (sujeto del querer y sujeto operador), fue consciente ciertas realidades (sujeto del saber) y consecuente con sus valores éticos (sujeto del deber). Y si nuestro héroe (o, también, destinatario de la ruina o de lo jodido) se pregunta en qué momento se había jodido todo, es porque se inquiere a él mismo de qué manera el destino fue provocando todos sus efectos, remitiéndonos a la conocida premisa de que un hombre es un proyecto constante, libre de destinarse a cada segundo. Zavalita, claro está, no permitió que nadie le destinara o motivarala vida: ni Dios, ni su padre, ni Odría, ni el marxismo, ni su propia esposa, contra quien dicehaberla consentido por lástima o por costumbre, pues“ni eso lo decidí realmente yo. Se me impuso solo como el trabajo, como todas las cosas que me han pasado�.

II

Como otros autores (ejemplo, Homero, Víctor Hugo, Truman Capote, etc.), Vargas Llosa es uno de los novelistascuya especialidad es lo testimonial, lo biográfico, de aquellos que conjuran una realidad concreta (o, como él dijera, una realidad real). Cada novela suya es siempre un signo(o una realidad representada) que se origina en una realidad real u objeto. Él mismo dice: el acto de crear es un acto de inconformidad con una realidad real, y su reinvención (o interpretación, diría Eco) tal como uno la desea mediante otro signo. Y así hasta el infinito (Peirce).Para el signo “Conversación en La Catedral� el objeto esel concepto del gobierno militarista y dictatorial del recordado general Manuel Odría, una época y unas circunstancias políticas, sociales, etc., concretas, todo lo cual se convierte en un signo mediante el imaginario y el conjunto de recuerdos, memorias, monumentos, efectos o consecuencias económicas, culturales (trascendentales y legibles en cualquier destinatario como un Mario Vargas Llosa), y estos, a su vez, son tambiénmedios representativos(representamens) para el criterio elaborado y mental que es el interpretante, el mismo que, bajo el consentimiento de la abducción y la deducción del autor del signo, es la historia de una dictadura (nuevo signo). Este nuevo signo (Odría, represión política, etc.) vinculado al objeto de la teoría de la novela histórica y autobiográfica dan luz a una nueva perspectiva creativa mediante un nuevo signo: la novela “Conversación en La Catedral�.

Nuevo signo que tantos interpretantes leemos a condición de seguir emitiendo otrossignos o pareceres que se irán convirtiendo en otras interpretaciones y así hasta el infinito. Y el detalle es que aquí hay una novela que leer, en primera instancia; para evitarse la aberración de tragarnos lo que los críticos o los profesores nos digan desde su interpretación o cháchara personal. Un ejemplo crudo (por no decir cruel) pero puntual eslo que ocurre en nuestra Universidad Nacional del Altiplano, en cuya rama de Educación Letras apenasse considera “La tía Julia y el escribidor� de ese enorme estante que es la obra vargallosiana, llegándose a concebir un mezquino signo de lo que podría ser en realidadsu costo profundo al saberse de sus novelas más ambiciosas: “La ciudad y los perros�, “Conversación en La Catedral�, “La guerra del fin del mundo�, “La fiesta del Chivo�. Del mismo modo, es también fatídicoel caso de los colegiales, que apenas alcanzan a degustar, en algunos casos, el chisme maltrecho del borroso argumento de algún resumen de una novela íntegra cualquiera (ejemplo ideal, una de Vargas Llosa). Pocos leen una novela original y completa. Así como pocos leemos el valor de un candidato en los comicioselectorales. De modo que somos tan superficiales que estamos felices de vivir la vida que nos interpreta cualquier hijo de vecino.