Mutación política


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Escribe: Abel Calizaya Zevallos | Opinión - 25 Jan 2015

Cada cierto tiempo, los “viejos políticos” mutan y reaparecen, se reciclan en otros frentes, partidos, bloques parlamentarios o instituciones. Con razones o sin ellas, buscan sobrevivir para continuar en el poder o, simplemente, asegurar “algo”. Así pues, se entiende la renuncia de muchos de ellos a los partidos que los llevaron a ser legislativos, buscando nuevas oportunidades. Un claro ejemplo es la aparición de nuevos bloques parlamentarios: Concertación Parlamentaria, Dignidad y Democracia, Unión Regional, reciclando o rescatando a los que “renuncian” asqueados de los estilos de gestión de sus bancadas nodrizas. Como han sido los casos de Mariano Portugal, que renunció a Perú Posible; Claudia Coari, al partido de gobierno; a estos grupos se suman también personajes que, también, han sido expectorados por sus partidos por haber generado escándalos, como el del parlamentario Jorge Rimarachín, por decir que la captura de ‘Artemio” fue una “cortina de humo”.

Está claro que estos acomodos y reacomodos constituyen momentos de transición y búsqueda de “independencia”, una especie de purgación y purificación, mientras aparezca o se reinventen en un partido político donde puedan volver a tener posibilidades de postulación, ejercicio de algún cargo que les permita continuar. No importa con perfil bajo, la cosa es continuar.
De hecho, hay ‘mutantes’ arrepentidos de tanto “cojudeo”, que llegado un momento en sus vidas actúan como las águilas, que a la mitad de su vida debe tomar una seria y difícil decisión: morir o atravesar un doloroso proceso de renovación, que significa volar hacia lo alto de una montaña, golpear su pico contra la pared hasta conseguir desgarrarlo, y esperar el crecimiento de uno nuevo, con el cual desprende una a una sus uñas “largas”. Cuando las nuevas uñas comienzan a crecer, tendrá que desplumar sus plumas viejas y esperar a que renazca su plumaje. Después de un buen tiempo, emprenden vuelo para una segunda oportunidad.

La mutación política es una característica peculiar de la política nacional, por lo que nuestra región no es ajena a ella. No es extraño aparecer y reaparecer; en política no hay cadáveres, a menudo se reinventan y sufren alguna mutación. En política los técnicos se reciclan, solo es cuestión de tiempo, ganar experiencias, mañas, y tener buen olfato.

Los ejemplos son considerables. En esta coyuntura salta a la vista el caso del recientemente electo consejero delegado, que fue activo militante del movimiento AQUI, que se reinventó con Juan Luque siendo elegido como Consejero Regional; el caso del Gerente Regional de Puno, Juan Cayro; el electo Alcalde de Puno, Ivan Flores, que perteneció a las filas del fujimorismo; el caso de Eudes Apaza Estaño, que en el gobierno de Hernán Fuentes fue Director Regional de Transportes y Comunicaciones, entre otros.

Como vemos, la mutación no solo es de políticos, sino también de “técnicos”, que fácilmente están en una u otra gestión. Es que en algunos casos, al tener un rol poco visible, pasan “piolas”, y fácilmente se insertan en otra gestión. Hay quienes se sienten indispensables y esperan la convocatoria de las autoridades. Pareciera que carecen de identidad política, y se asemejan a ser zombis técnicos que ingresan a una gestión para respaldar las decisiones políticas de las autoridades. Finalmente, están los técnicos “junior”, que buscan posicionarse en algún sector ocupando un cargo, para escalar pronto, aferrándose a un carné o reconocimiento de “algún trabajo” hecho durante la campaña.

En contraste, existen “expertos” con trayectoria, que definitivamente son aquellos que se convierten en piezas claves de toda gestión. Ellos son los que acumulan experiencias a partir de sus propias capacidades.

Lo cierto es que en casi todos los gobiernos regionales se ven personajes reinventados, tránsfugas, mutantes, “expertos”, etc. Con o sin razón, así está configurada la política regional. Estamos en medio de “expertos” con y sin trayectoria; entre “propios” y “extraños”, entre nombrados y contratados. Lo cual requiere mucho estilo y tino para encaminar estas distintas fuerzas a favor de un verdadero desarrollo, sin pasar al escándalo de la corrupción, nepotismo, ambición de poder y metidas de pata causados muchas veces por ellos mismos, los mutantes.


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