Informalidad curricular peruana: ¿manuales del perfecto idiota?


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Escribe: Walter Paz Quispe Santos | Opinión - 01 Apr 2015

Anunciaron por todos los medios que el DCN tenía fecha de vencimiento, que no daba para más. Pecaba de exceso en todo. Tiene 2363 conocimientos, 2158 capacidades, 1114 actitudes, 151 competencias. Anacrónico como es, no servía para una educación obsesionada por la eficiencia. Lo reemplazaron con un resumido Marco Curricular Nacional, donde quedaban sólo 8 grandes aprendizajes fundamentales. Así se dijo. Ahora los especialistas del Ministerio de Educación resucitaron al cadáver. Revive el DCN, con todos sus errores. Le agregaron indicadores de desempeño para soportarlo. Ahora hay que acomodarlo al lado de los otros manuales llamados Rutas de Aprendizaje y la escalerita de los siete niveles llamado Mapas de Progreso. El Sistema Curricular busca así un espacio para acomodar al viejo y aburrido personaje. Muchos docentes ya se estaban acostumbrando a trabajar en esa lógica curricular, mezclando varios documentos. Incluso para los concursos de ascenso de escala magisterial y para cargos directivos había que memorizar semejante contenido informal.

Hay en el país una especie de informalidad curricular, propiciada por los mismos especialistas del Ministerio de Educación, donde la improvisación y el desconocimiento de la compleja realidad peruana, los hace cambiar de propuesta cada vez que pueden. Para comenzar un currículo nacional en su construcción debe tener una coherencia externa e interna. Cuando nos referimos a la coherencia externa, estamos refiriéndonos a las demandas e intereses de la diversidad del país. Esa diversidad no es reflejada en el DCN, ni en el MCN, ni las Rutas de Aprendizaje, menos los Mapas de Progreso. Estos instrumentos responden a una ideología de la eficiencia social, que busca formar una sociedad de consumo, y “responsable” en el pago de sus tributos. No hay un interés por propiciar el emprendimiento regional a través del aprovechamiento estratégico de las potencialidades ni brindarle a las nuevas generaciones oportunidades de crecimiento personal y social. Hay al contrario un interés de alinearse a los parámetros de los organismos internacionales que exigen que el currículo sea por competencias, y no se admiten otras formas de construcción curricular sino es en esa lógica fundamentalista.

Cuando uno revisa “estos” instrumentos curriculares como el DCN, MCN, Mapas de Progreso y Rutas de Aprendizaje, desde la coherencia interna, encontramos inconsistencias técnicas en su construcción. Se ha retornado a los presupuestos teóricos y técnicos de la muy recordada tecnología educativa, con su esencialismo conductista pensante. La obsesión por los resultados, sin considerar la profundidad de los procesos y la formación en serie parece ser el influjo curricular. Se ha escanciado vino añejo en vasos nuevos, es decir, la preparación en cadena con los mismos resultados en todo el país hace recordar que no hay interés por procesar la diversidad de demandas de los escolares de todo el país no cerrar las brechas existentes como por ejemplo del manejo de las TIC. Y no sólo ello. Se ha perdido suicidamente de sentido y orientación de las metas o finalidades educativas. La dimensión utópica, o el destino de la educación no es parte de la agenda del Consejo Nacional de la Educación, menos de los responsables del Ministerio de Educación.

La dación de la Resolución Ministerial N° 199 – 2015- MINEDU nos hace ver que el anacronismo curricular continua, y que no hay una correcta lectura de la diversa realidad peruana, suicida con los intereses de todos los peruanos y peruanas. Hay países que estratégicamente modifican su estructura curricular en base a las nuevas demandas del devenir y no con las improvisaciones harto conocidas como en el nuestro. En ese marco el ninguneo a los Diseños Curriculares Regionales en todo el país y al Proyecto Curricular Regional nos permiten inferir que la desidia por atender a las necesidades regionales no es parte del interés de los especialistas ni del Ministro de Educación. La norma en mención, así como se expide en el país convierte el DCN, MCN, Mapas de logros y las Rutas de Aprendizaje en perfectos manuales de un idiota. Y los docentes no somos idiotas.


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