El apartheid y el cine


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Escribe: Jorge Zavaleta Alegre | Opinión - 18 Apr 2015


En marzo de 1992, la mayoría de los tres millones de electores blancos de Sudáfrica decidió, en referéndum, poner en marcha la construcción de una nueva historia, poniendo fin al “apartheid”, es decir con aquel brutal sistema, avalado por las leyes de uno de los países más ricos del África.

Esta historia se encuentra espectacularmente presentada en el cine, a través de tres grandes y recientes películas. Adiós Bafana, Invictus y Mandela del mito al hombre, en la cuales se aprecia la reconstrucción de un país, proceso que aún no ha terminado, porque si bien las leyes segregacionistas fueron abolidas, las relaciones humanas arrastran los rezagos del racismo y seguirán existiendo en tanto las condiciones de la democracia no alcancen la plenitud de sus objetivos, con iguales oportunidades para todos sus ciudadanos.

La reflexión viene a propósito del libro La Política va al Cine, publicado por el Fondo Editorial de la Universidad del Pacífico, y que convoca estudiosos de las ciencias humanas de ocho países unidos por la convicción de que el séptimo arte es un mecanismo fundamental para entender la política, en palabras de los dos editores Manuel Alcántara y Santiago Mariani, egresados de las universidades Complutense de Madrid y Oxford.

Es muy cierto que transferir el control del país a la mayoría negra y la movilización popular permitió llegar a un acuerdo que prometía instituir en Sudáfrica un régimen democrático no racial ni sexista, y basado en el principio de “una persona, un voto”. El gobierno de Mandela, tras 27 años de cárcel, fue quien tuvo que hacer frente al desafío de reestructurar la economía redistribuyendo los beneficios obtenidos, facilitando la construcción de viviendas y la prestación de servicios sanitarios y promoviendo la generación de empleo y el desarrollo educativo. Pero aún falta mucho por hacer.

Rolando Ames Cobián, con su ensayo ¡Los políticos y sus entornos desde el cine¡, analiza el rol de los líderes de Francia e Italia, Mitterrand y Andreotti, y concluye que los medios constituyen hoy en día un entorno demasiado importante de los políticos como para no registrarlos. Las lecciones que nos dejan ambos líderes europeos, le permite afirmar que se hace necesario invertir mucho en la condición humana.

También advierte que si los ideológicamente anti políticos fueron felices por un tiempo, viéndose triunfadores, muchos empresarios corporativos, los principales ganadores actualmente, ya se dieron cuenta – con la contribución de la crisis financiera – de que hay momentos en los que hace falta que alguien nos ayude a quienes estamos en dificultad. Ese es uno de los varios sentidos, no el único, de la autoridad política. Hay que reconocer y enfrentar esta crisis humana en toda su hondura.

La Política va al Cine, induce a mayor debate. Jacqueline Fooks, como panelista de la presentación, reclama una mayor convocatoria a las mujeres para ampliar esta guía de navegación.

Y Ricardo Bedoya, con su larga experiencia docente, desde sus diversos libros y crónicas, da cuenta que en el Perú, en los últimos años, se ha producido mucho cine empezando por la problemática del Ayacucho, agredido por Sendero Luminoso y la represión armada.
Un principal antecedente del cine nacional lo encontramos con la Patria de Leguía – 1919 1930 - que alentó a las empresas de telediarios a filmar los actos públicos y a vender al Estado para su distribución. El partido aprista produjo una película, cuya difusión fue prohibida, versión que no existe en ningún archivo.

Hurgando la historia, encontramos el valor del cine en la época de Lenin, Stalin, Hitler. En la gran depresión de EU del 29, hubo un estrecho apoyo de Hollywood a la política de Roosevelt para mitigar esa crisis, con la producción de musicales y visitas a lugares exóticos, una invitación a soñar. Las estrellas de Broadway jugaron una función profundamente política.

A manera de conclusión, sobre el cine y la política o viceversa, estudiantes e instituciones de México, Chile, Argentina y Perú mantienen vínculos sobre todo con universidades norteamericanas interesadas en conocer el cine radical, desde las profundas raíces estructurales de Latinoamérica, cuyos aportes de los migrantes a la economía y la cultura norteamericana, se traduce hoy en la política regional del presidente Obama, anunciando el fin del bloqueo a Cuba iniciado hace más de medio siglo.


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