Los Andes

Reclamando el respeto a los derechos adquiridos y llamando a la unidad del magisterio nacional, los maestros sindicalizados en el Sindicato Único de Trabajadores en la Educación (SUTEP) representantes de algunas bases, se movilizan, mientras que sus congéneres están dispuestos a seguir laborando, como si nada hubiera pasado. Mientras unos dicen esforzarse por superar la calidad económica, los otros gritan el respeto a la estabilidad laboral. En este antagonismo de ideas e identidades, el magisterio continúa con la grieta de objetivos comunes, imponiéndose el crematismo y el interés personal, pero no el del conjunto.

La raleada movilización de maestros nos hace comprender que los que a diario enseñan a los niños sobre los diversos aspectos de la vida social y especialmente de la superación, a ciencia cierta no tienen oportunidad de dialogar en el mismo idioma. En su oportunidad, la unidad esgrimida por los verdaderos sindicalistas fue triturada por los conspicuos vividores de las dirigencias y las gollerías que este cargo otorgó a los dirigentes, quienes tenían la capacidad de injerencia hasta para nombrar a sus allegados, lograr las reubicaciones de sus parientes a los lugares que a ellos les favorecía y, por si fuera poco, lograr los años sabáticos; en castellano simple, el sector educación fue una olla de grillos e intereses propios de los dirigentes y de las autoridades, dejándose al último lugar el interés de los estudiantes.

A decir de los dirigentes de antaño, la división del maestro sindicalizado fue la institucionalización de la Derrama Magisterial y sus diferentes inversiones, donde un grupo ideo político se entronizó y lucró con las jugosas ganancias que esta entidad les proporciona y el solo hecho de cambiar de dirigencia les aterra, por ello no dudaron de vender su conciencia al régimen de turno y seguir medrando con los intereses de los maestros, por eso estos maestros que supuestamente representan a los profesores nunca convocaron a una movilización masiva contra la implementación de la nueva Carrera Magisterial que, en buen castellano, deja sin estabilidad laboral a más del 90 por ciento de los maestros.

La otra cara de la medalla es, sin lugar a dudas, el denominado SUTEP – CONARE, que dicho sea de paso, los propios sindicalistas que viven de la derrama magisterial lo denuncian como pro senderistas y reaccionarios, a tal punto que el Ejecutivo nacional trata de descabezarlos y los considera como un ala del reo Abimael Guzmán. Pero estos maestros, en sus pliegos de lucha, siempre están en contra de la Carrera Pública Magisterial. En este mar de divisiones y dardos de ambos bandos, el que sale perdiendo, lamentablemente, es el profesor con estabilidad laboral, porque creamos o no, la Carrera Pública Magisterial es un albur nocivo para los intereses magisteriales, que la inversión público privada es un paso a la extinción de la educación gratuita, más aún cuando el mundo ingresa a un proceso de enfriamiento económico. Entonces los maestros tienen que hablar el mismo idioma para conseguir intereses comunes; además no sería nada raro que algún candidato lance una propuesta electoral en el sentido de derogar la ley de la Carrera Pública Magisterial que implementa, a rajatabla, el humalismo con todos los fundamentos ideo políticos sembrados por el reo Fujimori; ni el Aprismo se comprometió tanto en desarrollar esta ley. Recordemos que la unidad es una fuerza inquebrantable.