Los Andes

El principio de los programas sociales es el de apoyar en las diferentes formas a los ciudadanos que no tienen los medios económicos para subsistir, es una forma de colaborar para la subsistencia y elevar la capacidad adquisitiva de los más necesitados, porque en el mercado de libre economía las fuentes de riqueza se concentran en unos cuantos grupos empresariales, quienes también concentran los medios de producción. El gobierno, como una forma de equilibrar la inversión pública, promueve la asistencia social en los diferentes programas sociales; el programa del vaso de leña, en sus inicios, fue un aporte sustancial para la subsistencia de los niños y personas de la tercera edad, este programa iniciado por Barrantes Lingán (frejolito) se replicó en todo el país. Pero las modernas formas de otorgar dinero y beneficios se incrementó en los últimos años.

El problema está en la forma como se evalúa a los beneficiarios, por ejemplo, de pensión 65, que otorga 200 nuevos soles a los ciudadanos con un ingreso per cápita casi nulo, pero lo que podemos encontrar es la forma indiscriminada con la que se aprobó a los beneficiarios; por ejemplo, en una determinada zona de Puno existen convivientes (varón y mujer que tienen propiedades en dos zonas) que reciben los doscientos soles, pero esos beneficiarios poseen más de cien hectáreas de terreno y unas doscientas cabezas de ganado vacuno, solamente este caso es perjudicial para el programa, pero no es problema de los ciudadanos que sorprenden a los funcionarios de los programas sociales, el problema es de los funcionarios públicos que no cumplen con sus obligaciones y funciones. Lamentablemente, las evaluaciones socioeconómicas nunca se realizan conforme a ley, en este sentido la pérdida de dinero es incalculable y nadie dice ‘esta boca es mía’, porque el criollismo es lo que sobresale.

En la anterior gestión municipal de Puno, una fuente del gobierno informó, de manera extraoficial, que en el programa Vaso de Leche existen grupos de madres en los diferentes barrios que, prácticamente, son dueños de las clubes de madres y, entre estos grupos, se garantizan la continuidad de los beneficios del vaso de leche. “Hemos supervisado a las beneficiarias según la relación que tenemos, el padrón que fue refrendado por las dirigentes, pero en el lugar de los hechos nos enteramos que hay familias enteras que han secuestrado el programa, además las beneficiarias tienen como propiedad edificios de dos o tres pisos y con acabados aparentes; cuando quisimos hacer una verdadera toma de datos y excluir a las madres que no estaban dentro de los parámetros de necesidad, las perjudicadas se organizaron y promovieron los cambios. Aquí la autoridad edil debe imponer el principio de autoridad y no dejarse llevar por apetitos personales�, nos comenta una ex funcionario edil. Entonces, la coladera de los programas sociales debe terminar y tienen que ser los verdaderos beneficiarios los que sean atendidos.