Santo padre en gira latina


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Escribe: Rolando Waldo Gomez Poma | Opinión - 08 Jul 2015

Sin lugar a dudas, el pontificado del Papa Francisco renovó la idea de pertinencia al catolicismo. Un sumo pontífice con un discurso “anti” para los liberales, que desde el primer día dio muestras de práctica del sacrificio y no de opulencia, criticó el negocio de las celebraciones eucarísticas (existen tarifas por misas), condenó la forma de vivir de los sacerdotes en todas las esferas y sobre todo habló como Juan al pueblo, aquel ciudadano que apenas tiene un mendrugo de pan para arremeter contra el hambre y calza calcetines huecos; el Papa Francisco habló como revolucionario, se asemejó al discurso sincero y directo de Jesús, aquel Hijo de Dios que enseñó con relatos simples las formas de la convivencia social.

Si Dios creó al hombre a imagen y semejanza, entonces todos los seres humanos somos dignos de Dios, por ello no debe haber distinción de ideas políticas y el árbol de la ciencia del bien y del mal habita en nosotros. Para los católicos que vivimos con el pensamiento de la teoría de la liberación, los discursos del Santo Padre nos parecen nuestra voz en el proceso de globalización; con añoranza recordamos a Jesús Mateo Calderón Barrueto, y por ello la obra misionera mundial fluye sinceramente mediante la Biblia y sus intérpretes (clérigos). Es una forma de redención, por lo tanto está asociada de manera inseparable a la persona y obra salvadora de Cristo. Tal importancia se podría probar de varias maneras: usando argumentación teológica, y ese argumento lo tiene en sus discursos el Santo Padre Francisco, que ya pisó suelo ecuatoriano, luego visitará Bolivia, para posteriormente culminar en Paraguay.

En el inicio del ministerio de Jesús, la prédica católica fue funesta, la orden de ir por todo el mundo y predicar el evangelio a cada ser humano fue extraordinario en sus inicios, hasta posicionar a la religión Católica como la más importante del mundo, pero por los clérigos que no obran de acuerdo con la palabra de Cristo, el número de católicos fue descendiendo en forma alarmante. En nuestra región, la proliferación de iglesias evangélicas se debe a que todos los creyentes católicos dejaron de creer en su obispo (aunque el Obispo Carrión Pavlich trata de congeniar con la población católica y parece que su discurso en contra del libertinaje lo hace más impopular) y añora al contestatario. Entonces, para los puneños, la no llegada del Santo Padre al Perú no nos limita para poder visitar la ciudad de La Paz y ocupar un espacio para decir que aquí están los católicos de Puno, que también quieren escuchar la palabra del vocero de sus necesidades y recibir una bendición. Porque si alguna vez llega en visita pastoral el Papa Francisco, por el centralismo limeño no creemos que Puno sea una propuesta para que visite el Santo Padre.


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