Políticos de ocasión



Escribe: Adolfo Abel Villalba Díaz | Opinión - 26 Nov 2015

Están en todos los lugares, incluso en la política; son como aves rapaces que, con tal de satisfacer sus apetitos, incluso sacrifican a sus hermanos, compañeros o a su propia familia; y son tan conocidos que no se hacen problemas por su apodo o reputación: TRÁNSFUGAS. Son aquellos que siendo y jurando ser negros, actúan como blancos, o mejor dicho, se cambian por intereses íntegramente personales de tienda política. Mucho cuidado con ellos, que hay por montones.

Según Google, el término TRÁNSFUGA se refiere a un representante que, popular y democráticamente elegido, abandona la formación política en la que se encontraba para pasar a engrosar las filas de otra. Así encontramos una conexión clara y diáfana entre dicho comportamiento y la institución de la representación política.

Este término, en el Perú, se puso “de moda” en el gobierno de Fujimori, donde los Cáceres, Esteves y demás flores del campo se han cambiado de camiseta por varios fajos de dinero, o las conocidas mundialmente “lentejas”, un acto calificado por la ciudadanía o población como una muestra de insania popular, decepción masiva o simplemente fracaso electoral en las urnas.

Hubo, en tiempo pasado, intención en nuestro país de erradicarlo estableciendo una sanción que consistía en la vacancia automática para quien deje de pertenecer al partido que lo llevó al Congreso o a un Consejo Regional o Municipal; el dictamen fue aprobado en el 2005, pero a pesar de ingresar en agenda, nunca fue sometido a debate, pues sabían que “otorongo no come otorongo”.

Más allá de una cuestión legal, el tema pasa por lo moral, por lo ético, ingredientes faltantes en la mayoría de nosotros y los políticos, que juran por la “gran transformación”, como Ollanta Humala, y terminan gobernando con la hoja de ruta; o que se eligen por Perú Posible, como Mariano Portugal, y terminan abandonando el coque que los condujo a la curul. Estas movidas pueden terminar siendo argumentadas con que confiaron en algo, pero que, decepcionados, se retiraron; algo que, obviamente, no tiene justificación.

A pocos meses de una nueva elección congresal y presidencial, muchos de los que se encuentran en el gobierno ya buscan zarpar a otra tienda política, como el mismo Mariano Portugal, Margarita Sucari, César Huasaca, Jallurana y otros muchos, para quienes la formación política, ideología, posición e identidad son un remedo que no sirve ni son necesarios para llegar al poder; es decir, que son tan maquiavélicos que el fin justifica los medios.

Es hora, estimados lectores, de identificar a los pocos consecuentes; a esos que están identificados con una postura fundamentada. Optemos por ellos, pues al menos podremos reclamarles, ya que con los demás, que son una mayoría, es una clara goleada contra los valores, la ética y las buenas costumbres.


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