Candelaria: patrimonio cultural inmaterial de la humanidad



Escribe: Rolando Waldo Gómez Poma | Opinión - 28 Nov 2015

Las culturas precolombinas asentadas en el altiplano puneño dejaron vestigios trascendentales que deben ser puestos en valor por las autoridades competentes, para luego -mediante un plan estratégico coordinado y concatenado- ofertarlos como destinos turísticos. Más aún cuando la festividad de la Candela tiene la nominación de patrimonio inmaterial de la humanidad; de no hacerlo así, esta nomenclatura seguirá como hasta ahora: siendo un letrero para la religiosidad católica, entendiendo que existe una raquítica sintonía entre los ciudadanos y el mundo católico y, al contrario de las confesiones religiosas protestantes, que incrementan sus feligreses además que el culto a la naturaleza heredado de nuestros antepasados es imborrable, lo que nos hace una mezcla que puede y debe ser explotado por la industria sin chimeneas, relegando inclusive otras regiones, si es que de una vez por todas la bandera del patrimonio la ponemos a nuestro favor.

La región Puno tiene una vasta herencia cultural que aún no es debidamente explotada por la industria sin chimeneas; lamentablemente subsiste un corredor turístico y ese corredor es la bahía lacustre de Puno, isla Uros, Amantaní, Taquile, y algunos lugares de la ciudad de Puno, obviándose otros parajes de mucho valor en la selva y ceja de selva puneña (que dicho sea de paso está bien explotado por los empresarios del rubro turístico de otras regiones) pero vestigios arqueológicos de proto culturas andinas no se encuentran dentro de los destinos turísticos (algunos cerros de la provincia de Yunguyo cuentan con fortalezas y casas que parecieran para enanos que paulatinamente están siendo depredados por los pobladores de la zona) y que primero deberían ser puestas en valor por la entidad que administra la cultura (Ministerio de Cultura, Dirección Desconcentrada de Puno) que no cumple con sus metas ni objetivos y solo parece abrir sus ojos a Sillustani, Pucará, Cutimbo,… con lo que la oferta turística se reduce a esas zonas y no a la región entera, acarreando que los turistas ocupen cama en Puno por solo una noche.

Actualmente, España explota adecuadamente sus campiñas con el turismo vivencial; allí se organizan jornadas de juegos, desde el ordeño de una vaca hasta competencias de glotones. Esa forma de hacer turismo le genera ingentes cantidades de dinero, aunque ellos no tienen vestigios de culturas ancestrales como las tenemos en el altiplano. Si tenemos como principal bastión turístico a las ruinas del Machupicchu, por qué no explotar todos los vestigios de cultura dejados por nuestros antepasados. Primero la región Arequipa, en pocos años, potencializó su turismo con solo mostrar al mundo el valle del Colca, aprovechó al máximo el caso “Castillo” y hoy este territorio casi semejante a una vista lunar es explotado porque unas parejas de cóndores hacen piruetas en el medio ambiente agreste. Segundo, la región Cusco brinda un apoyo indesmayable para que la majestuosidad del Machupicchu continúe brindando mano de obra a sus pobladores. Y tercero: nosotros, como región, no visionamos esa fuente de trabajo; claramente podemos explotar nuestra herencia y competir punto a punto con Cusco, pero nuestra miopía crematística obnubila el desarrollo.

Mínimamente, si explotamos adecuadamente todo nuestro potencial turístico, la región Puno podría contribuir al Producto Bruto Interno el 15 por ciento, en razón a los servicios que se ofertaría a los turistas en comercio, restaurantes, hoteles, transporte,… con lo que nuestra calidad de vida sería más decorosa. Pero, además, se tiene que lidiar contra la inseguridad que, por ejemplo, muestra la ciudad de Juliaca (a nivel nacional e internacional, esta ciudad es considerada como peligrosa para los turistas, debido al caos y desgobierno; los turistas tienen marcado como rojo esa localidad y no quieren quedarse ahí ni un solo día) hecho que es perjudicial para la industria sin chimenea de la región Puno. Porque esta localidad es la puerta de ingreso de nuestros visitantes, salvo que se planifique la pronta construcción de un aeropuerto en la provincia de Puno, para evitar el color rojo.

Sinceramente, por el momento estamos en pañales y solo vivimos de un título honorífico, sin poder explotarlo adecuadamente; cabe destacar que en nuestra primera casa superior de estudios tenemos una carrera profesional de Turismo que hace labor académica sin presencia social, o que solo se cierra en cuatro paredes; nuestras autoridades, empezando por la Dirección Desconcentrada de Cultura de Puno, no visionan el desarrollo turístico porque primero se requiere de una gran inversión de dinero en la elaboración de proyectos y luego tangibilizarlos en puesta en valor para, finalmente, disponer publicidad internacional de los nuevos atractivos turísticos que inclusive desconcentraría el turismo y ampliaría zonas de inclusión a la industria sin chimeneas, generando más empleo autogenerado.

Si queremos ofertar más rutas de turismo, fácilmente el Ecoturismo no ha sido explotado adecuadamente y este tipo de trabajo tiene que asegurar lugares paradisíacos y vírgenes que tiene la región Puno, donde el turismo sostenible tiene que ser parte del desarrollo con jornadas de capacitación, y dotarles de los mínimos elementos de seguridad e higiene. Sin lugar a dudas, la región Puno, por su sangre, tiene una diversidad cultural durante todo el año; los usos y costumbres pueden ser explotados mediante el turismo cultural (folklore y artesanía). También se puede aperturar rutas seguras para el turismo de aventura donde los excursionistas tengan la seguridad que otorga los guías especializados, como lo hacen en otras latitudes. También en nuestra región se practican a diario los pagos a la tierra, por motivos de sanación o llamando buenas vibras (en el cerro San Bartolomé de Juli, casi todos los días los yatiris hacen sus ritos y ofrendas a los apus tutelares) donde el misticismo mágico religioso del sincretismo religioso se impone a la fe y creencia hispana (católicos y protestantes) y durante el año, en cada festividad patronal, siempre están presente estos rituales que podrían ser objeto de explotación por la industria turística, que aunado al turismo rural de convivencia cotidiana puede motivar una coexistencia que, a los comuneros, les sea rentable como lo hacen en Capachica, en la isla Anapia,…

Entonces, los puneños no estamos explotando ni el diez por ciento de nuestra riqueza cultural ni estamos aprovechando la trascendencia que tiene el que nuestra mayor festividad religiosa en honor a la Virgen de la Candelaria tenga la nominación de patrimonio inmaterial de la humanidad; primero debemos identificar y delimitar los lugares destinados al turismo, dotarlos de los elementos sustanciales de servicios básicos, señalizar y eliminar la informalidad en las empresas que ofertan los guías turísticos, porque seamos sinceros, este aspecto parece que fuera secuestrado entre algunos grupos que no prestan la garantía del caso, salvo honrosas excepciones, siendo estos guías mafiosos los que impiden que el turista visite nuevos lugares o consuman en lugares más confortables o disfruten de las exposiciones pictóricas (los guías de turismo cobran un diezmo por cada turista que llega a algún lugar y prácticamente los turistas están a su merced, como secuestrados). En fin, existe mucho que trabajar y hace falta unir esfuerzos en torno a los conocedores de esta industria, como la cámara hotelera, asociación de guías de turismo, empresarios de diversos rubros, gobiernos locales y gobierno regional, incluido el Gobierno Central, mediante sus unidades desconcentradas.


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