Los Andes

Parece que los agentes de la información nunca dejarán de ser el blanco de los sujetos inescrupulosos. Si ayer un periodista de Ayaviri quedó tuerto porque a un oficial policial se le ocurrió disparar a matar (y hoy tranquilamente sigue vistiendo el uniforme policial), ahora nos vemos con la ingrata noticia de que un reportero de Radio Pachamama sufrió la arremetida descomunal de varios transportistas que cubren la ruta Juliaca-Arequipa. De los móviles que causaron la reacción de los energúmenos no tenemos conocimiento, pero la sola agresión al reportero de prensa es un atentado contra la libertad de información y expresión, por lo que las autoridades correspondientes deberían actuar con más celeridad y sancionar ejemplarmente a estos personajes, para que se siente precedente y se respete al hombre de prensa.

Si no hay una coherente acción del ente jurisdiccional pertinente (el Ministerio Público, apenas conocido el hecho debió constituirse al lugar e identificar a los implicados, para luego encausarlos en una investigación que posteriormente conllevara a una sentencia –si es que el representante del Ministerio Público es diligente, caso contrario todo quedará como una anécdota negra en sus anales-) la anécdota no tendrá culpables ni sentenciados. Entendiendo que la prensa en nuestra región y país es considerada como un elemento distractor de la realidad porque sus informaciones, más que informar, distorsionan la realidad, según sus propios intereses, a este tipo de prensa se la conoce como mercenaria, crematística, chantajista,… y otros istas más; pero la labor de un reportero en busca de la información cotidiana es complicada, por lo que tiene un manto de protección constitucional y supranacional.

Hace poco se celebró la masacre que sufrieron ocho hombres de prensa, supuestamente a manos de comuneros de Uchuraccay, aunque hasta la fecha no existe una verdad. Pero se presume que fueron asesinados, nunca se conoció la verdad, todo se dejó a oscuras, lo propio pasó con los incontables atentados o agresiones contra hombres de prensa en la región Puno; la más reciente es la insana intervención de serenos a una reportera de TvUNA, con descaro y desparpajo le devolvieron su equipo móvil luego de varias horas de secuestro, claro que por la inacción de la empresa periodística y el deficiente apoyo legal parece que todo quedó en la nada. Hoy el caso de Rigoberto Ccama Ccahuanihancco parece que seguirá la misma suerte: el agresor libre y orondo y el agredido con el desvío de la nariz. Lamentablemente, esta profesión eligieron los hombres de prensa, pero no debe haber impunidad y el Ministerio Público debe ejercer su función, la de perseguir al infractor de la ley.