Los doctorcitos resucitan en esta Candelaria


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Escribe: J. CARLOS FLORES | Opinión - 07 Feb 2016

Se le consideraba una danza extinta, pero este año, un grupo de entusiastas ha hecho lo posible para que el público pueda disfrutar de su paso elegante.

La danza de los doctorcitos nació como una forma de venganza. Arguedas escribe sobre los Sillqas, una danza muy parecida a los doctorcitos de Puno, al punto que también se les llama doctorcitos: “...son la ridiculización más aguda y vengativa de la “justicia” española y republicana. Es el baile de los jueces, de los ajusticiadores. Indios vestidos con traje y levita, tongo y chistera, y armados con voluminosos pergaminos o libros antiguos y de sendos fuetes o látigos de cuero y todo viejo y raído”.

La danza nació en la realidad que el autor describe en sus obras, esa de la confrontación soterrada entre el indio y el misti. En ese Perú, el letrado era un hombre al servicio de los terratenientes y estaba siempre dispuesto a participar del despojo al indio, pero ahora el letrado ha cambiado de amo e, incluso, el descendiente el indio se hizo abogado y ya no tiene mucho sentido ridiculizarlo.

Victor Condori Rojas, un antiguo danzante de los doctorcitos y uno de los impulsores de su regreso a la Candelaria, dice que son como 5 años que la danza se dejó de bailar. En realidad son más de 10 años sin que los doctorcitos hagan su aparición en la Candelaria. “Mi hermano que ha fallecido siempre me decía: este conjunto que continúe, sacaremos entonces. Yo he llegado a escuchar por intermedio de varios que hay mucha morenada y uno dice: ¿Dónde están los conjuntos antiguos?” cuenta Condori.

Otro de los impulsores es Victorino Ccaso Poma, quien asumió la presidencia del conjunto. Ambos, un poco por nostalgia y por cierta deuda con los ya fallecidos, lograron la inscripción del conjunto en el Concurso de trajes de Luces donde participa en el puesto 48 el día 7 de febrero. Entre los ya fallecidos el más querido es el profesor Damián Verástegui Rojas, uno de los fundadores del conjunto en el año 1970 y quien más años tuvo la presidencia en el barrio Laykakota.

Fue en el Cacharpari del año 2006 en que Verástegui dijo que no podía continuar y nadie se atrevió a asumir la presidencia. Al año siguiente hubo un intento de llevar la danza a otro barrio, pero no prosperó.

DESEMPOLVANDO TRAJES

Como el traje para esta danza es imposible alquilar, Victor Condori y compañía literalmente desempolvaron sus antiguos trajes y encargaron a los integrantes de la familia Verástegui Rojas el envío de los antiguos trajes desde Lima. Para los demás integrantes tal vez sea necesario viajar a Bolivia, dice Condori.

Lo alentador para él, es la tímida acogida de varios jóvenes que de a pocos se integran al conjunto. Algunos jóvenes, indica, bailaron en la parada universitaria del año 2014 cuando la Facultad de Derecho de la UNAP fue la sensación de la parada universitaria y se coronaron como los campeones indiscutibles. “Ahora estamos fijo de 28 a 30, pero se están inscribiendo y dejando cuota. Ya vinieron algunos profesionales y poco a poco en los ensayos algunos más se han animado”.

Desde el año pasado, los impulsores se movilizaron y lograron la inscripción ante la Federación Regional de Folklore y Cultura de Puno, así como a varias instituciones.

LOS DOCTORCITOS Y LA MINIFALDA

Los Doctorcitos tal como se baila en Puno, es una danza algo lenta para el gusto juvenil y no tan imponente como otras danzas de traje de luces.… al menos eso parecía hasta que el año 2014, un grupo de estudiantes de derecho de la Universidad Nacional del Altiplano fueron la sensación de la parada universitaria. Los futuros “doctores” fueron campeones con una danza que los parodia a sí mismos, aunque trajeron algunos cambios.

Un video de una de las últimas presentaciones de los Doctorsitos en la candelaria del año 2004, muestra a los danzarines con el típico paso: pie delante, pie atrás; seguido de unos rápidos pasos cortos mientras las manos se alternan para sostener el bastón con mucha gracia.

Los danzantes lucen su traje oscuro y varios detalles exagerados, como la enorme nariz. Las mujeres van vestidas de manera similar a las de la Cullahuada. Se aprecia, además, una especie de doctorsitas, con traje y una falda que llega a la rodilla.

En bolivia se baila muy distinto, aclara Victor Condori, resaltando que sus pasos incluyen saltitos. En lugar de las levitas oscuras se usan levitas de varios colores y los detalles como la gran nariz se dejan de lado. Las mujeres visten de minifaldas de varios colores, lo cual puede ser condenado por muchos conservadores, pero es muy vistoso y sexy para el público masculino.

En suma, la danza sigue la ruta de varias otras: empieza como una alegoría burlona a ciertos personajes de la sociedad y poco a poco se convierte en una danza para el lucimiento y la coquetería.

Victor Condori cuenta que para el regreso de los doctorcitos muchos jóvenes se integran y con ellos, algunos cambios vistos en la parada universitaria con el paso de la facultad de Derecho. Uno de esos cambios es la inclusión de mujeres con minifalda y, seguramente pasos algo más ágiles. Muchos, apegados a la tradición suelen criticar este tipo de trajes, pero a la larga son los gustos de los bailarines los que se imponen y el ánimo de esta época es lucirse y no tanto mofarse.

Las “figuras” de esta danza irán, sin excepción, con guante blanco, indica Condori. La voluntad y esfuerzo estuvo allí y, con suerte, el público tendrá doctorcitos para rato.


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