Saturday 20.04.2024 | Actualizado 11:08 (hace 1985 días)
El voto nulo, blanco o viciado expresa el rechazo de un porcentaje de peruanos al vetusto sistema político. Sin embargo, los ciudadanos han encontrado una nueva forma de protestar votando por opciones “anti establishment”.
Las opciones “anti sistema” están representadas por Keiko Fujimori y Verónica Mendoza. La primera insertada en el sector popular urbano y campesino, vinculado emocionablemente al populismo autoritario, y la “izquierdista” de las clases medias radicalizadas que tienen una agenda diferente al sector popular.
El fujimorismo ha logrado insertarse emocionalmente en el alma popular; son el “C, “D” y “E” quienes recuerdan y extrañan al padre ausente que está preso (“injustamente”) que les trajo orden y seguridad.
El fujimorismo fue una dictadura, pero, ¿qué explica que el pueblo anhele su retorno? Simple, primero la ausencia de las elites políticas en los sectores populares para conducirlo; segundo, los partidos políticos no entienden la diversidad y fragmentación de reivindicaciones y asociaciones populares existentes. Además, los han abandonado.
El fujimorismo no ha hecho otra cosa que estar con ellos hace 25 años, mientras el APRA y la izquierda, que ocupaban esos espacios, atravesaban una crisis de identidad por la caída del muro de Berlín, la globalización y la revolución tecnológica mundial; así, el autoritarismo populista llenó ese espacio político eficazmente.
Ollanta Humala se vinculó con el pueblo por su condición de militar autoritario -las masas querían orden-, fueron derrotados el 2006, pero el 2011, adocenados en la hoja de ruta, llegaron al poder para hacer un gobierno incompetente y plagado de corrupción.
El voto de protesta en el Perú siempre es contra el Estado incapaz de resolver el problema del agua, del crédito agrario, del déficit en infraestructura y también contra la arrogancia empresarial que no conoce el Perú.
Muchos dirigentes populares me han gritado: “compañero, que entre la China, para joder a todos los políticos rateros”. He visto pintas en Cerro de Pasco, de humildes campesinos que piden libertad para Alberto Fujimori. Este es el nuevo voto de protesta que no estamos entendiendo y que puede ser arrasador el 10 abril.
La otra forma de protestar se expresa en la candidatura del Frente Amplio. Son los jóvenes de las clases medias que quieren un “cambio de modelo”. El slogan es efectivo, pero no saben que es la vieja izquierda estatista, anti minera, perdida en galimatías ideológicas.
Aquí, lo interesante es saber qué expresa votar por “La Vero”. Qué dicen los chicos de “izquierda”: acabemos con “el modelo primario exportador”. No. Solo quieren ser más liberales, el matrimonio gay, aborto, marihuana con fines recreativos. Es un voto de las clases medias radicales liberales.
No hay identidad ideológica. Es “votemos por la Vero”, para renovar el sistema. No son tontos, aunque parezca irracional el voto y genere miedo en la clase política. Es la última moda de la pequeña burguesía “revolucionaria”.
Mientras tanto, la socialité de la banca mundial, Susana de La Puente, en las redes sociales, pide votar por PPK contra la izquierda chavista. Alfredo Barnechea afianza su imagen de pituco arrogante y pide perdón en el debate. El voto de protesta avanza.
El JNE fue incapaz de organizar un debate serio. Las elecciones están cuestionadas por el Presidente de la República, en tanto que el Secretario General de La OEA las moteja de “semidemocráticas”.
En este contexto, los peruanos queremos un voto racional por opciones supuestamente democráticas, ¡qué graciosos! Solo viene a mi memoria el título de ese magnífico ensayo de Luis Alberto Sánchez, “Perú: retrato de un país adolescente”.
¿Está usted de acuerdo con el proyecto de remodelación de la Plaza de Armas de Puno?