Crisis política en el Perú


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Escribe: Ubaldo Tejada Guerrero | Opinión - 01 May 2016

En las elecciones presidenciales de 1962, que fueron anuladas por las Fuerzas Armadas, se obtuvo los siguientes resultados: Haya de la Torre (557,000), Belaunde (544,180), Odría (480,000), Cornejo Chávez (48,792), César Pando (23,941), Luciano Castillo (16,658) y Ruiz Eldregde (9,202).

En las elecciones presidenciales de 1963, los resultados fueron: Belaunde (708,931), Haya de la Torre (623,532), Odría (453,325) y Samamé Boggio (19,279). Lo que vino después fue el Gobierno Militar Velasco Alvarado-Morales Bermúdez (1968-1980)

Nuevos vientos democráticos soplaron con la Asamblea Constituyente de 1979, cuyos resultados electorales fueron: Haya de la Torre (708,931), Bedoya (644,131), y Hugo Blanco (286,885). La democracia continuó con las elecciones presidenciales de 1980 (Fernando Belaúnde), 1985 (Alan García Pérez), 1990 (Alberto Fujimori). Nuevamente se interrumpió la democracia con el autogolpe de Alberto Fujimori, el 5 de abril de 1992 (Consenso de Washington) al 2000, y el “maquillaje de democracia” del Congreso Constituyente Democrático (1992), hasta la Marcha de los 4 Suyos, que recuperó la democracia, con la instalación del Gobierno de Transición, el 2000, de Valentín Paniagua.

Se reinició así la vida democrática en el Perú con las elecciones presidenciales de 2001 (Alejandro Toledo), 2006 (Alan García Pérez), hasta el 2011-2016 (Ollanta Humala), cuyos resultados nos dan una democracia precaria, sin un tejido institucional sólido a nivel de Estado.

SOBRE LAS ENCUESTAS

Tenemos que afirmar con firmeza que “las únicas conductas predecibles matemáticamente, son las que se ajustan servilmente a los valores societarios (cuantitativas), pues lo predecible en el hombre, lo cosificable en él, lo que permite asimilarlo como objeto, son el conjunto de conductas de tipo societario, mas no la de tipo comunitario (cualitativos)”. (Álvaro Mendoza Diez-“El hombre como objeto de estudio”).

Los científicos sociales de las encuestadoras del poder, ponen énfasis en la mensurabilidad matemática de los fenómenos que estudian, pero debemos recordar que “el ser humano no es pasible de predecirse matemáticamente, porque cuando menos se piensa, emerge viril, juguetón, apasionado, burlándose de todas las fuerzas represivas y de todos los cuantitativismos”. (Álvaro Mendoza Diez-“El hombre como objeto de estudio”).

NUEVOS ESCENARIOS
En 1876, cuando gobernaba Manuel Pardo, el fundador del Partido Civil, comienza la era del poder de la clase dominante. Durante este periodo, el pueblo indígena era de 1´554,678; es decir, el 57.5% del total de los habitantes del Perú.

Hoy nuestro Perú es plurilingüe, por ello los planes de gobierno deberían expresarse no solo en castellano, sino en quechua, aymará y en las más de 40 lenguas amazónicas en uso.

La población peruana, desde 1940, ha vivido procesos de movilización, traslados del campo a la ciudad, cambios de trabajo y redefinición de expectativas, donde el Perú del siglo XXI obliga a articular una sociedad con profundas escisiones sociales, culturales, éticas, regionales y locales, como ocupar el lugar 134 de un total de 140 países cuando hablamos de calidad educativa.

La macroeconomía del gobierno mundial, arroja al Perú a cifras de informalidad de un 75% de la PEA y un 90% de MYPES, en un país plurilingüe que exige que los planes de gobierno de los candidatos presidenciales 2016 deben difundirse no solo en castellano, sino también en quechua, aymara y en las más de 40 lenguas amazónicas en uso.

Los partidos políticos no tienen visibilidad, para estas nuevas clases populares, que siguen viviendo procesos de emergencia y de cambio, que hace necesario afirmar un nuevo marco institucional, para estar en condiciones de identificar con claridad las vías de acceso de nuevas demandas, como es el desarrollo de ciencia y tecnología, que para compararnos con Chile ostenta la cantidad de 40,000 científicos, mientras a decir de Modesto Montoya, el Perú solo tiene 2,500.

Lo cierto es que existe en el siglo XXI un nuevo rostro en el Perú, que se forjó desde 1950 a 1980, que se caracterizó por la toma de tierras, lucha por la educación, grandes migraciones del campo a la ciudad, multiplicación de organizaciones vecinales, luchas gremiales, movimientos ciudadanos regionales, grandes paros nacionales (1978-1979), movimientos de productores agrarios, rondas campesinas, masificación de organizaciones femeninas y desarrollo de la informalidad.

EL PROCESO ELECTORAL 2016

El proceso electoral 2016 anuncia la fragilidad y volatilidad del conjunto del sistema político peruano, pues la crisis del país no solo es económica, sino también de representación política, pero fundamentalmente es de autoridad moral y de principios éticos, hoy divorciados de la acción política.

Ahora es momento del ejercicio de nuestra ciudadanía, que imponga límites al sistema, que haga saber no estar dispuestos a renunciar a principios esenciales de respeto al ser humano, y de trazar la línea de la indignación, para rechazar mediante un voto informado populismos e improvisaciones, de romper con el consenso de Washington, de recuperar nuestro Perú.

El frente de derechas comienza a batir palmas, con las manos libres para que las grandes corporaciones multinacionales sigan agrediendo el medio ambiente en el Perú. Solo mencionamos dos hechos: Primero, el Banco Mundial (BM) y su brazo el International Finance Corporation, es juez y parte como financista de proyectos privados de grandes corporaciones, que en el caso del Perú, determinan a la vez los estándares de trabajo en las minas. Segundo, la multilateral “Investment Guarantee Agency” (MIGA), brazo del BM, asegura a las empresas del riesgo de nacionalización, guerra o cualquiera otra ocurrencia.

Las zancadillas del frente de derechas, camina a un proceso de depuración de la ley del más fuerte, del poder de la oferta y la demanda del producto “política”, cuyo consumo solo será saboreado en el poder por una minúscula cúpula de poder transnacional, con su juego mediático y sus representantes “criollos”.

Hoy tenemos una nueva sociedad plebeya y multiétnica, en busca de encontrar expresión en el Estado, destruida desde sus cimientos desde 1990, por ello el proceso electoral del 2016 se presenta sombrío y oscuro, con candidatos sin programa, sin equipo y sin base social organizada, no garantizando democracia real, ni ciudadanía plena.

Así, el próximo gobierno 2016-2021 puede que sea menos democrático y que imposibilite que se revierta la tendencia de desorganización social que hoy vivimos, con una profunda crisis de partidos políticos y una marcada debilidad de la institucionalidad en el Perú, donde impera el pragmatismo y la volatilidad del voto, lo que sigue marcando las elecciones desde 1990.

Lo que vive la ciudadanía es el otorgamiento de poder grande y peligroso en este proceso electoral 2016, donde las adhesiones electorales y “partidarias” son frágiles, y que pueden asumir el riesgo de que las debilidades de gobernabilidad podrían ser contrarrestadas con una acción autoritaria, muy cercanas a la creación de un “neo-fujimorismo offshore”, con riesgos mayores, muy ligados a un arrasamiento de los últimos vestigios de un Estado de bienestar, donde la pregunta final es: ¿Qué falta privatizar en el Perú? ¿Se consolida el frente de derechas en el Perú? ¿Camina el frente de derechas a un nuevo pacto antinacional? ¿Qué hacer?


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