Los Andes

El debate del 22 de mayo, en Piura, confirmó la poca predisposición política de hacer efectiva la descentralización que tanto necesita el Perú para que sus regiones florezcan y dejen de depender de Lima. Ayer se dejó en claro, gane quien gane las elecciones, que la descentralización solo significará la asignación del 1% del Impuesto General a las Ventas (IGV) para el Fondo de Compensación Municipal (Foncomun), la desaparición del SNIP o que Pro inversión se regionalice. Nada más. De ayer se tiene la certeza que en los 5 años subsiguientes Lima seguirá gozando el 75% del presupuesto nacional y las demás regiones, con algunas dadivas más o menos, continuarán con su 25%.

Pero esto ya se sabía, se sabía que la descentralización era prioridad A1 sin embargo, en Puno, se ensalzó la idea de que lo mejor que nos había ocurrido era haber hecho suscribir el collage de obras de la “Agenda de la Región Puno al 2021� a los representantes de Keiko y PPK. Con ello, gritaron a los cuatro vientos que: ¡Puno está asegurado en la hoja de ruta del próximo gobierno! Yo digo: ¿Acaso no era mejor hacer firmar un acta de compromiso exigiendo únicamente la descentralización en vez de estar mendigando obras a los candidatos? ¿Acaso no era mejor enfrentar y equilibrar la balanza del presupuesto nacional de tal forma que Lima no acapare el 75% del presupuesto Nacional?

Aquí no debió haber espacio para el titubeo, tampoco para el comportamiento adulón a los que nos tienen históricamente acostumbrado los políticos de siempre. Aquí teníamos un deber con Puno, y la descentralización era infinitamente más moral que pedir dádivas a los candidatos. ¿Que eso políticamente no es estratégico? Es decir que debemos seguir viendo cómo Lima con su política centralista abusiva, sigue llenándose de obras y embelleciendo su ciudad, mientras las provincias se empobrecen y se despueblan por ausencia de trabajo, calidad en servicios y oportunidades. ¿Acaso no es cierto que Lima se rehúsa a descentralizar por no perder el dominio sobre las trasnacionales y los recursos naturales? ¿Acaso no le niega al Gobierno Regional de Puno el derecho de autonomía en la concesión de los recursos naturales e incluso en la gestión de las �reas Naturales Protegidas como la Reserva Nacional de Titicaca y el Parque Nacional Bahuaja Sonene? Y también, en el caso de saneamiento, en donde está involucrado el caso de la planta de tratamiento, ¿acaso no se les quitó a los gobiernos locales la potestad de manejo de este rubro para supeditarla al centralismo? Finalmente ¿Acaso no se le negó históricamente a la región Puno a participar en la toma de decisiones en asuntos de interés Nacional?

Debemos tener claro que Lima ha roto el sentido de la pluculturalidad que caracteriza al país. Con ello se ha consolidado la dependencia hacia ella, y ayer lo han demostrado. Con su accionar ha devorado y ha acaparado los recursos del país y se ha asegurado de que las regiones, como Puno, crean que sin su venia y su dirección nada es permitido.

Lo primero que uno siente cuando revisa esto, es que el centralismo limeño ha subyugado a la clase política puneña. La ha involucionado al punto que en vez de pedir lo que nos corresponde por derecho, pedimos la buena voluntad de esos candidatos. Por esta razón el futuro de Puno y su gente seguirá igual; porque sin política descentralista Puno está condenado a la dependencia y a la imposibilidad de auto sostenerse así mismo. Acto que implica que todos estarán echados a su suerte, porque el centralismo no ve más allá de la casa de Pizarro.

Por todo, plantear la verdadera descentralización en una coyuntura, donde se ruega los votos puneños y en la que ambos candidatos (Keiko y PPK) no representan las aspiraciones puneñas, era punzar al centralismo. Presionarlo para impulsar un modelo de desarrollo sin desigualdades, equitativo e incluyente. Y sobre todo, un modelo con esperanza hacia un mejor porvenir de la región. Lástima que hayamos perdido esa oportunidad.