Oswaldo Reynoso


Votación: 395 votos

Escribe: Los Andes | Opinión - 25 May 2016

Un sol tibio, sol de invierno, pero sol al fin, se levanta para saludar la partida de Oswaldo Reynoso, el gran novelista de los cincuenta, profesor universitario y maestro consagrado de los bares de Lima, en especial del Palermo, uno de los templos del saber, y el afecto de la Lima de los setenta, y de al menos de tres décadas sazonadas con el limón de la medianoche en lo profundo de un pisco legítimo.

Lo conocí cuando yo tenía 17 años, en Arequipa, en mi departamento que era ancho como un barco, donde se reunían los poetas de mi generación. Un día se apareció Oswaldo, el mito hecho palabra viva, paso y carcajada, y se convirtió en el estandarte de los muchachos que entonces nos sentíamos grandes poetas pero que solo estábamos al inicio de un camino incierto. Desde entonces lo vi, siempre generoso a los requerimientos de los jóvenes.

Una noche presentamos el libro de un poeta desconocido, en un solar de Pueblo Libre, luego nos tocó agasajarlo, yo disfrutaba de la amenidad de Oswaldo, el premio llegó con la madrugada, cuando el poeta finalmente se “portó” y trajo a la mesa a un adolescente que trataba de decirnos qué era la danza y qué no, hasta que Oswaldo le dijo ‘ahora demuestra lo que has dicho’. Y la madrugada se encendió como si el sol hubiese salido en un segundo.
Oswaldo era un hombre radical, preciso y esclarecido, nada de medias tintas, decía las cosas tal y como son, sin ambages, y eso le trajo grandes inconvenientes, en una ciudad de hipocresías y círculos cerrados. Estuvo en una feria del libro en Bogotá y sufrió la impudicia de ser atropellado por los coordinadores peruanos de la feria, que sobrepusieron a escritores marketeros sobre su inmensa figura, e hicieron del recinto de la feria una capilla para la hija de Vargas Llosa. La denuncia era parte de su vocación, no sabía callar.

Yo no soy escritor, decía, soy un artista de la palabra. Y lo era, sí que lo era. Un labrador incansable, un hombre destinado al pulimento de la palabra y de las ideas. Lima en Rock, título que rebautizó a ‘Los Inocentes’, por capricho y visión de Manuel Scorza, tiene una calidad humana y literaria prístina, augural. Cambia la imagen espiritual de Lima, allí se bautiza la generación de Vargas Llosa. Los Eunucos en la Plaza de Tienanmen, en cambio, novela escrita en su exilio voluntario en China, ha pasado desapercibida porque nuestro público lector es mediocre, y porque los editores y promotores han escogido una literatura light, que brilla por un momento pero que en suma es descartable. Definitivamente descartable.

Amigo de su amigos, del gran Eleodo Vargas Vicuña, su compadre, otro poeta de la prosa, inventor de la prosa, a quien admiraba sin límites y repetía de memoria largamente; y años más tarde del poeta Washington Delgado, habló en su despedida, es decir, intentó hablar en la Casona de San Marcos, un nudo de silencio asfixió esas cuerdas bucales que trinaban como alondras en cada madrugada. Opositor de Juan José Vega en la Kantuta y más tarde su gran amigo, también habló en Lurín, a la partida del genial historiador.

Lima extrañará su ancha sombra en los veranos, su paso cansino en los inviernos, su gran cabellera blanca de león arequipeño a la vuelta de las esquinas. Pero ante todo su vitalidad, su coraje, su alegría. Tal vez alguna vez aparezca un editor extraordinario que sepa incorporarlo a los planes lectores que renacen de cuando en vez, como exóticas mariposas.
Hoy día las calles se me mueven, no reconozco algunas, he perdido mi GPS.


ESPACIO PUBLICITARIOS

Video



Encuesta

¿Está usted de acuerdo con el proyecto de remodelación de la Plaza de Armas de Puno?



Archivo
Telf.: +51-51-350775, +51-51-327436 | Dir.: Jr. Cajamarca Nro. 274 - Puno, Jr. Salaverry 411 Of. 307 Plaza de Armas - Juliaca.
CORPORACION DECANO ALTIPLANICO S.A.C. Diario Los Andes
Diseño y Desarrollo Web: G!