Los Andes

A sus 74 años de vida, Don Gaspar todavía tiene fuerzas para trabajar distribuyendo volantes de un producto comercial. No le desaniman el frío, como tampoco la marea humana que, indolente, hace lo suyo, atropellándolo y gritándole -no falta quien grite-: ¡Viejo, por qué no vas a descansar a tu casa! Don Gaspar ya está curtido de esta indolencia. No es posible saber si tiene hijos, nietos. Con una sonrisa sigue entregando volantes. Admirable anciano que trabaja con empeño y responsabilidad.

El Estado los cataloga como adultos mayores y, en la asistencia social, como personas de la tercera edad. El universo de ancianos entre jubilados y la gran mayoría de peruanos dependen su subsistencia de sus familiares como único medio de existencia. Suman tres millones en todo el país, según estadísticas del INEI.

Los ancianos y ancianas que han dado todo por sus familias viven en un escenario dramático de abandono. A veces sus propios familiares los catalogan como cargas, “¿Quién va a cuidar de ellos si salimos de casa?�, se dicen. Seamos sinceros, no se dispone de dinero para atender sus padecimientos de salud y falta tiempo para dedicarles una conversación. Son desvalidos y dependientes de terceros para existir, asistidos en alimentación, abrigo y acompañamiento para no desfallecer en soledad.

Acaban de publicar una Ley 30490, la nueva Ley de las Personas adultas mayores, que respalda el derecho de esta población a vivir y envejecer en familia, así como la plena integración con el desarrollo social, económico, político y cultural, contribuyendo a respetar su dignidad. Este marco legal insta a las personas adultas mayores con la cual se obliga al cónyuge o conviviente, los hijos, nietos para deben satisfacer sus necesidades básicas de salud, vivienda, alimentación, recreación y seguridad.

Las leyes superabundan en el país. Algunas son letra muerta, en otras no existe reglamentación y tampoco pueden aplicarse. Por ejemplo, se indica que ante el incumplimiento de esta Ley, los adultos mayores podrán iniciar un proceso por la vía civil o penal. También se anuncia beneficios tributarios como la exoneración del impuesto predial.

Es el aspecto legal sin duda estimulante para un sector de la población que ya no posee una vida laboral útil y se hace dependiente. Consideramos que anexo a las leyes, está un mandato único y superior basado en el cariño, el amor familiar, el agradecimiento adornado con una sonrisa sincera. Que sepan que los queremos. Los abuelitos y abuelitas, estando en vida nos siguen transmitiendo su sabiduría; los ancianos son capaces de sorprendernos con un soberbio consejo. Un día también llegaremos a esa senectud y nos gustaría que este afecto también lo podamos disfrutar.