Los Andes

A estas alturas, sin temor a cometer a yerros, uno podría sostener que en la administración PPK se han comprado el argumento que intenta vincular el éxito o el fracaso del nuevo Gobierno a la relación con la mayoría legislativa del fujimorismo. El razonamiento es más o menos así: si fracasamos le echamos la culpa al supuesto obstruccionismo del Congreso, y si triunfamos los logros nos pertenecen. Sin embargo, semejante raciocinio solo vale para una administración que goza de luna de miel. ¿Qué sucederá si la popularidad empieza a desmoronarse?

Algunos creen que la luna de miel no tiene fecha de expiración por el abrumador apoyo mediático que, por momentos, empieza a recordar a los ayayeros del régimen nacionalista. Es un gravísimo error sobrevalorar el papel de los medios y de los periodistas, quizá por los resultados electorales. Si el fujimorismo perdió la elección solo se explica por errores propios (affaire Ramírez) y no por la furibunda campaña antifujimorista de algunos medios.

Semejantes razonamientos en la administración PPK cortan el vínculo con la realidad —sobre todo la social— que deberían tener las principales cabezas palaciegas. La artificial polarización entre pepekausistas y fujimoristas (casi es seguro que el fin de semana el Ejecutivo obtendrá la delegación de facultades) impulsa a olvidar que el Gobierno ya tiene dos meses en el poder y que, con delegación o sin ella, ya debió comenzar a desactivar todas las cargas explosivas que dejó el nacionalismo. Si los muchachos de Palacio creen que la bendición mediática los salvará del veredicto de la calle se equivocan de cabo a rabo.

Por ejemplo, ¿ya tenemos resultados que mostrar en seguridad ciudadana? El calendario avanza y en la ciudad existe la percepción de que todo sigue igual. Una situación explosiva que puede estallar en cualquier momento. De otro lado, ¿ya se efectivizaron todos los compromisos que el Estado asumió en Las Bambas luego de la asonada —con tres muertos— de fines de setiembre del 2015? El radicalismo prepara un golpe a un año de los sucesos y quiere una cuota de sangre para legitimar su intención antinacional de paralizar el mayor megaproyecto del país, que aporta 1.5% al PBI.

¿Qué se va a hacer con los decretos sobre formalización minera que no formalizaron a nadie ni preservaron el medio ambiente? ¿Se continuará con esa estrategia fallida mientras los mineros informales empiezan a reorganizarse y anuncian medidas de fuerza para noviembre?

Asimismo Yanacocha (en Cajamarca) ha lanzado una ofensiva social en los últimos años construyendo reservorios de agua y estableciendo vínculos con las comunidades para relanzar el proyecto Conga con el nuevo Gobierno. Sin embargo el muñeco que ha organizado el frenteamplismo, a través de la figura de Máxima Acuña de Chaupe, vuelve a desinformar con supuestas agresiones, con la complacencia del periodista con “sensibilidad social�. El objetivo: evitar a toda costa que se pueda relanzar Conga.

Cuando los ministros del Gabinete Zavala anuncian a diestra y siniestra que ratifican a los viceministros del régimen nacionalista no solo generan la impresión de que en el pepekausismo hay mucha improvisación y falta de equipo, sino que no se atreven a gobernar por cuenta propia, con agenda propia.

En todo caso, los éxitos mediáticos y de popularidad solo funcionan en época de luna de miel. ¿Qué sucederá si el radicalismo logra su objetivo de ensangrentar los conflictos sociales? Es posible que la luna de miel se convierta en luna de hiel y el fujimorismo tendrá que hacer magia para sostener al Gobierno —sin perder su perfil opositor— frente a la arremetida de la izquierda que, es casi seguro, llegará los extremos de solicitar vacancias en vez de disoluciones.

Enfrentar la arremetida del antifujimorismo fundamentalista que pretende organizar una polaridad artificial, paradójicamente, no es defender al fujimorismo —que por cierto está demasiado fuerte— sino pensar en el futuro de PPK y el gobierno más frágil de las últimas décadas. Como se decía en la pasada campaña electoral, luego de dos meses en el poder, ¡se acabó el recreo!