Los Andes

La coexistencia de ambos fabricantes en el mercado móvil es cosa hecha. Los estadounidenses suelen adquirir componentes a la marca asiática para sus dispositivos.

El debate sobre si es mejor Samsung o Apple sigue candente, y todo indica que irá a más, sobre todo con el aparente éxito del Galaxy S8. Este smartphone será el mejor del mundo como mínimo hasta septiembre, cuando se anuncie el nuevo iPhone 8 que, paradójicamente, equipará pantallas fabricadas por Samsung.

Era un secreto a voces que se venía rumoreando desde hace varios meses. Apple acaba de realizar un pedido de 70 millones de pantallas OLED a Samsung, presumiblemente para el iPhone 8. Se trata de paneles curvos de un tamaño aún por detallar, aunque fuentes conocedoras del acuerdo señalan que son de 5,2 pulgadas.

La coexistencia de ambos fabricantes en el mercado móvil es cosa hecha. Los estadounidenses suelen adquirir componentes a la marca asiática para sus dispositivos. Lo realmente novedoso de esta filtración es que aporta detalles, números sobre la cantidad de iPhone que Apple espera vender.

El iPhone 7, 7 Plus y modelos anteriores no contaban con paneles OLED, sino LCD. El nuevo iPhone 8 sí que parece que dará un salto cualitativo en este aspecto, aunque Samsung se sigue guardando para sí la tecnología Super AMOLED, una de las características diferenciadoras de sus smartphones.

No es la única novedad que hemos conocido sobre los de Cupertino últimamente. Recientemente han cancelado el acuerdo con el anterior fabricante de procesadores gráficos de sus smartphones, pasando a desarrollar un propio de la compañía. Es un proceso que llevará tiempo, por lo que con total seguridad la GPU del nuevo iPhone seguirá siendo del mismo tipo que la de los anteriores.

Del éxito de sus próximos lanzamientos depende el futuro de Apple, no porque la compañía vaya a quebrar. De hecho cuenta con liquidez suficiente para hacer frente a cualquier inconveniente que pudiera acontecer. El problema es que en un mercado cada vez más competitivo, de fabricar constantes superventas se ven obligados a comprar innovación a los rivales.