Los Andes

Una gran cantidad de estudiantes universitarios enfadados por los numerosos robos en las cercanías de la Ciudad Universitaria capturaron a dos delincuentes, quienes luego de ser azotados y paseados por calles céntricas se refugiaron en la comisaría de Puno.

El día de ayer, casi a la una de la tarde, cuando una señorita fue víctima de robo, un grupo de universitarios intervino y a ellos se sumaron rápidamente muchos otros compañeros capturando a tres de los seis delincuentes que conformaban una banda que robaba principalmente celulares y merodeaba por el acceso principal a la ciudad universitaria.

Poco después de la captura, cuando un patrullero estaba por llevarse a los delincuentes, los universitarios evitaron que dos de ellos fueran trasladados por una camioneta policial.

Todo había empezado días atrás, a causa de un trabajo de investigación para la Escuela de Ciencias de la Comunicación, cuando un grupo de estudiantes empezó a vigilar a sospechosos y constataron que robaban celulares y otras pertenencias a varios estudiantes (esos videos fueron presentados como prueba horas después). Ellos fueron los primeros en intervenir.

Luego de la captura, los dos retenidos fueron conducidos al frontis de la Biblioteca, donde los desnudaron, uno de los ellos, el más gordo, portaba DNI y brevete y fue identificado como Henry Marcial Ordoñez Argote (29), el otro, más delgado, dijo llamarse Richard Castro Quispe (35).

Los cuerpos de ambos mostraban viejos tajos y tatuajes que fueron cubiertos poco a poco por las huellas de los golpes que fueron recibiendo en su tránsito por los pabellones universitarios, en uno de los cuales se organizó un verdadero callejón oscuro donde sus cuerpos fueron prácticamente teñidos de rojo por los golpes de correa.

La intención inicial era entregarlos a la Policía, pero esto cambiaría en el transcurso del ajusticiamiento en el que se sumaron una enorme cantidad de estudiantes que los volvieron a golpear incontables veces en medio amenazas y a grito de “Esto es la UNA, valiente y combativa�.

Presionado por la multitud, ambos acusados se arrodillaron y pidieron perdón antes cientos de universitarios, pero ellos lejos de compadecerse, preguntaron ¿dónde está mi celular, dónde está mi laptops, dónde los venden?; algunos incluso exigían a gritos que sean quemados vivos.

Minutos después, los delincuentes fueron trasladados a la avenida Simón Bolívar, donde fueron increpados y conminados a revelar el nombre de sus cómplices que comercializan los celulares robados.

Luego del trayecto hacia la plaza de Armas de la ciudad de Puno, que fue literalmente doloroso para los dos delincuentes, los estudiantes decidieron exhibirlos a pocos metros del Poder Judicial, a la vista de algunos turistas y una gran cantidad de policías que en ese momento se posesionaron en resguardo de la Comisaría del lugar.

Ahi cambiaron de idea y decidieron llevarlos nuevamente a la Ciudad Universitaria. En ese momento Ordoñes Argote aprovechó un descuido de los estudiantes para girar y correr con todas sus energías directo a la Comisaría.

Poco después, su cómplice, intentó lo mismo pero fue arrinconado contra un camión y por poco fue masacrado por un grupo de universitarios, pero minutos después fue rescatados por la Policía. El Perú debe ser uno de los pocos países donde la Comisaría puede ser un refugio para los delincuentes.

Seguidamente en el frontis se dibujó en pequeño un poco del drama nacional: el absoluto desprecio y la desconfianza en las instituciones del poder y la enorme furia que por ahora estalla de a pocos.

Los universitarios confrontaron a los policías, los tildaron de defensores de delincuentes y les arrojaron monedas. Por un momento los dos delincuentes heridos fueron olvidados y sólo quedó la cólera por la justicia permanentemente ausente.