La autoestima de los peruanos



Escribe: Boris Espezúa Salmón | Política - 02 Aug 2009

Al concluir este mes patrio, se esfuman de las retinas las escarapelas, las banderas y casi una visión marcial y circense que nuestra memoria guarda de lo que representa las Fiestas Patrias, quizás con menos optimismo, poca expectativa cuando se escuchamos un mensaje presidencial neutro, anhelante, cuyo contenido al promedio de los peruanos era: Resistir, en estos dos años que falta para concluir éste gobierno. Sin embargo, de eso también estamos acostumbrados, como de los apagones, sin ser virulento el terrorismo, de las cortinas de humo que traen medidas gubernamentales contra el pueblo, de sangre y el escándalo mediático, es decir estamos acostumbrados a lo imprevisible, como parte también de nuestra memoria colectiva que se nos quedó, de los tiempos de violencia y de inflación, cualquier cosa se puede esperar de quienes conforman nuestra clase política, de un gobierno que ya sabemos que puede dar tumbos y sorpresas, de nuestra misma gente, que por ahí puede tener escondido un huayco de reacciones que ello es muy peruano, muy nuestro salir por los flancos, poner celofán a los problemas, gestar la violencia irrefrenable, sacarnos las máscaras cuando tocan nuestro honor, usar nuevo ropaje cuando nos conviene, es decir parte de nuestra idiosincrasia es esperar todo o nada de nosotros mismos.

Este ser nosotros, es cada vez menos comunitario, sí más individualista, es más utilitarista que patriótico o cívico, es más convenencioso que solidario. No está siempre ligado a lo que se debe de hacer desde el Estado o desde los Gobiernos. Sin embargo, los peruanos hemos demostrado que desde la sociedad, es decir desde abajo, es posible ir cambiando algunas cosas, por ejemplo ante la pobreza, el sentido comunitario de las familias de descendencia andina hace que se cohesionen para a través de comedores populares, puedan salir adelante y evitar la total postración de familias. Por ejemplo nuestras voleybolistas sin hacer mucho ruido, y tendiendo un bajísimo presupuesto, han podido llegar a la clasificación al mundial, y con ello demostrar que no todo está perdido en el deporte, y que en materia de género, las mujeres silenciosamente se han reivindicado con el varón en igualdad de condiciones que aún falta consolidar, todo ello al margen de las políticas de Estado que no se han dado al respecto, tenemos por otro lado la solidaridad que los peruanos hemos tenido ante un sector centralista de la sociedad expresado por el nefasto diario Correo que demostró que la exclusión viene de cierta ignorancia y soberbia colonial, al despreciar la cultura de la congresista Hilaria Supa, por no escribir bien es español, lo que fue la antesala del conflicto de Bagua, donde una mayoría de peruanos hemos rechazado esta forma colonial de exclusión en pleno siglo XXI, demostrando que hay que luchar con esas red de jerarquías de poder que nos hacen un profundo daño y donde se encuentra el problema mayor para hablar de cohesión social y de interculturalidad en el país. Estos ejemplos demuestran que desde La Sociedad Civil se puede gestar y hacer muchas cosas, como avanzar en inclusión, en afirmación social, y rechazar todo abuso del poder, en defensa de los derechos como los ancestrales y la propia dignidad humana, éste resurgir de la ciudadanía, y esta afirmación de La Sociedad Civil, requiere ser encauzada, ser liderada con transparencia y responsabilidad, requiere ser fortalecida, tener una sólida autoestima, y así se gestará desde el soberano pueblo el ansiado cambio.

La autoestima de los peruanos tiene su propia historia desde la descripción del vasallaje que describía Basadre al referirse a cierta psicología de lo peruanos, hasta la paciencia y el silencio que aún guardan nuestros pueblos nativos, ante una espiral de exclusión social de muchos milenios. Pero la autoestima no puede ir más allá que la dignidad, ya que ésta es el límite del ser humano, el mínimun invulnerable que nos hace humanos en cualquier circunstancia y que no permite ser compatible ante privilegios y discriminaciones, es decir que gracias a la dignidad, evitamos los extremos que nos hacen mucho daño, y constituye el medio de “usar” al ser humano. La educación nacional debe trabajar bastante este aspecto de la autoestima, que es el punto de partida para revalorar nuestra dignidad, para devolvernos la confianza en nosotros mismos, y se evite las frustraciones, que corroe el optimismo peruano, y nos tuerce en personas que hacen de la mezquindad un reyno, de la diatriba una profesión, de la corrupción una forma de vivir, de la envidia la joda hacia los demás, del exceso de la autoridad la única forma de acallar otras razones, de los probos un escarnio, y de la decencia una yunza de carnaval para que pueda caer a ritmo de burla y de risa. Este cifrar y apostar por el capital humano es lo que puede ser el verdadero motor para los peruanos, que pareciera que a nadie le interesa enmendar. Desde el Gobierno se cree que la lucha a la corrupción es un asunto de burocracia, la mejora educativa es regalar algunas computadoras con Internet, y creer que teniendo celulares el Perú esta desarrollando, cuando nuestro presupuesto para educarnos es cada vez más bajo, sin tomar en cuenta los sugerido por el Acuerdo Nacional, así las cosas no sólo no cambiarán sino que mermarán nuestra autoestima, como cuando escuchamos hablar de nuestro fútbol, de los corruptos ligados al gobierno que tienen “Arresto domiciliario” como privilegio que el peruano común jamás lo tendría, alguien puede creer, que la cárcel para corruptos que construye el Gobierno en la selva, será para los Quimper, León o Mantilla, por favor, eso jamás! Ellos no son corruptos, son los protegidos por la estrella del partido del pueblo.

La autoestima, tiene que ver con la dignidad y con la moral, tiene que ver, con la valoración y reconocimiento, con el espacio de estímulo y realización, lo que queda es que nosotros trabajemos desde los hogares, desde la educación básica, ojalá mínimamente pueda colaborar el gobierno, la clase política, el que en algo se beneficia del Estado y el periodismo en no dar malos ejemplos, ojalá se pudiera devolver a los peruanos una dosis de valentía y de dignidad para convencerse que desde La Sociedad Civil todo es posible, siempre y cuando estemos organizados, con una sólida autoestima, nuestros derechos estarán firmes y defendibles, exigiremos la protección a la que está llamada a brindar el Estado, y seremos implacables al cumplimiento de la Ley, que no debe ser ciega. Por lo que estamos llamados a dejar de ser ezquizofrénicos, es decir dejar de ver la realidad, y dejar las marismas y la ponzoña ominosa del resentimiento que también es otra forma de mermar la autoestima. El capital humano debe apuntar a la inclusión como primer paso, y luego a la cohesión social. Si en los próximos años no se da una atención a estos aspectos de las escisiones sociales, el destino del Perú será de polarización desenfrenada, y de anomia social en materia de corrupción y de violencia, centrarse en el ser humano, en base a un conjunto de formas de atención deberá ser el primer punto de la agenda de toda gobernabilidad que es el equilibrio del pacto social, del gobierno horizontal y no vertical que de esta manera se quiere marchar hacia el verdadero desarrollo humano del país.


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