Sobre el verdadero aniversario juliaqueño


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Escribe: Samuel Álvarez Enríquez | Regional - 04 Oct 2015


Juliaca, actualmente, es una urbe que en el firmamento cultural del mundo, de un tiempo atrás a esta parte, brilla con luz propia. Especialmente desde la presencia física de sus “machuaychas” y “chiñipilkos”, quienes engalanan la ciudad en tiempos del carnaval, ataviados con sus semejantes chalinas de colores característicos, sombreros y wichiwichis multicolores, y los sones de sus toqoros y pinkillos (extracto de su propio pujllay o carnaval), seguido de sus marineras y pandillas puneñas, en tiempos de las Pascuas de Resurrección, única forma de festejar la Resurrección de nuestro hermano J.C., presencia de sus pulipulis y taytas, los soldados de Santa Catalina y sus danzas y cuadros costumbristas, sobresaliendo los “casaririsi” y las secuencias como el “maki mañakuy”, sus taripakuy, su “quinua pirway”, hasta su “papa tarpuy”; la fuerza de trabajo de sus calceteras, jornaleros, “taxicholos”y sus mototaxis; la presencia de sus instituciones culturales donde sobresale, encabezando, la Casa del Poeta Peruano filial Juliaca y sus poetas, escritores y otros intelectuales, quienes no dejan de bregar a favor de la motivación en el desarrollo cultural a que tiene derecho el pueblo, principiando en sus niños, hombres y mujeres ávidos de trabajo diario; su comercio, que topa los mercados y la satisfacción de las necesidades regionales, de remarcada diferencia y, como una de las grandes ciudades, que se yergue en el interior de la región Puno. Esa es, nada más y nada menos, Juliaca, que hoy tiene una serie marcada de apelativos con los que es reconocida por grandes y chicos.

Hoy en día, más que nunca, Juliaca está contando con una serie de problemas en demanda de solución inmediata, como la construcción del canal de evacuación de aguas pluviales (o el “drenaje pluvial”) que juliaqueños, juliaqueñistas y juliaqueñenses, han venido exigiendo ante sus autoridades, desde los de carácter local hasta los de nivel nacional, por espacio de algo más de veinte años; luego de iniciada y en plena ejecución, a la fecha (con sólo de 10 a 20% de avance) permanece paralizada, mientras la empresa que estuvo trabajándola fue cuestionada a raíz de un “paro”; a ello le sigue el desorden del tránsito, que muchas ocasiones se ha intentado reordenar, pero no ha sido posible. Otro problema es el de la inseguridad ciudadana, que tampoco se ha solucionado, y lo que es más, la invasión de las veredas por parte de los mal llamados “vendedores ambulantes”, que no permiten el mejor acceso de la ciudadanía libremente, arriesgando su vida. He aquí la característica de la ciudad, por su actividad netamente comercial, por lo que a la vez es urgente la construcción de Centros Comerciales inmensos, para no invadir las calles y aparentar una ciudad moderna, pues el fenómeno de la calle y del “suelo” es precario y sinónimo de atraso colonial. Pese a que, por intermedio de la Municipalidad Provincial, se ha dado una serie de ordenanzas de reubicación, tan luego de haberse apostado en un determinado lugar, aprovechando algunas de las fiestas costumbristas y de gran arraigo, los comerciantes nuevamente vuelven a su anterior ubicación, acaparando de esta forma uno y otro lugar, ampliando así sus puestos de trabajo, casi de la misma manera en que ocurre con las “invasiones de terrenos”, para luego ser vendidos, revendidos, y entregarlas a sus familiares, comenzando desde el primer grado de parentesco, pasando al segundo, tercero y así sucesivamente; enseguida de ello, participan de otras “invasiones”. Así pues, no están lejos de convertirse en otros “delincuentes” y verdaderos “traficantes”, esta vez de puestos y lugares de venta y comercio; para luego convertirse en verdaderos adinerados. La misma autoridad, al parecer, conoce de ello, pero cierra la boca y cruza los brazos, cumpliéndose el adagio, muy conocido en el ambiente familiar y la sociedad, en pleno: “dejar hacer, dejar pasar”.

Al margen de todo ello, otro problema lo constituye el Aniversario Calcetero, que por circunstancias no conocidas se ha tergiversado, dejando de lado la verdadera fecha de Creación Política y la de elevación del distrito de Juliaca a Capital Provincial, suscrita por Ley N° 5463, el 06 de setiembre del año 1926, refrendado por el presidente onceñista del momento, Don Augusto B. Leguía, y por supuesto, la denodada actitud demostrada por varios gestores para su provincialización, exactamente desde el año 1889, encabezados por Don Calixto Aréstegui, alcalde distrital, su Teniente Alcalde, el Sr. Mariano E. Núñez, el Preceptor Mariano E. Jáuregui, Secretario de la Municipalidad, y José Albino Ruiz, Juez de Paz del entonces distrito de Juliaca. Siguiendo a René Calsín Anco: “La primigenia propuesta concreta sobre la creación de una provincia como capital de Juliaca, data de 1896. Augusto Lanza Zevallos, al abordar sobre Mariano E. Núñez, escribió: ‘En las iniciativas que promovía secundado por ciudadanos notables concibe la idea bien acertada de anexar varios distritos que contornean a este pueblo (...) la propuesta inicial consideraba a nueve distritos con la denominación de provincia de Juliaca’” (“Bodas de Diamante”, 1926-2001, p.164). Propuestas seguidas de Agustín Pastor e Hipólito Valdez de 1869, diputados por Lampa. La del Dr. Miguel Morales, Diputado por Puno el año 1896; la del Dr. Mariano H. Cornejo Centeno, en 1911; la propuesta del Dr. José Antonio Encinas, Manuel E. Jiménez, Juan Luis Mercado y otros, concluyendo con el proyecto presentado por el abogado Luis Felipe Luna, ante el Congreso el 06 de octubre del año 1921, que fue el más acertado; a todo ello se sumaron más esfuerzos y exigencias del pueblo juliaqueño y sus autoridades, de aquel precioso año, pero al fin triunfó Juliaca, precisamente con la dación de la Ley N° 5463 del 06 de setiembre del año 1926.

Luego de ser promulgada, según datos fidedignos, llegó recién el 20 de setiembre, por lo que se gestó la inauguración de la nueva provincia casi dos meses después, la misma que a través de un Decreto Presidencial, señalándose para que el día 24 de octubre del mismo año se inaugure, organizándose un Programa Especial propuesto por las flamantes autoridades provinciales, cumpliéndose en tres días.

Desde aquella fecha, hasta hoy, las fiestas jubilares de Juliaca jamás se han cambiado hacia el mismo día de promulgación de la respectiva ley de creación provincial, hecho que para quienes creen siempre en las autoridades y no así en el amor al terruño, al suelo en que nace como Capital Provincial, están quedando aún a la fecha como tradicionales, con lo que nosotros, particularmente, no estamos en acuerdo, pues como reza el adagio popular: “a nadie le podemos festejar y recordar, antes ni después del día de su santo, de su onomástico o nacimiento”, por más que la ley o la fuerza se imponga. Convenimos en que haya sido así por aquel primer año, en razón de que la citada disposición de Creación Política haya llegado tarde, pero en los siguientes años creemos que debió normalizarse. Como fuera, Juliaca se constituye hoy como el único lugar en el Perú en que la fecha de inauguración se recuerda como si fuese la fecha de creación, lo que sobre todo para los educadores de los niños del presente está concebido como una seria aberración, de donde surge la problemática. Sin embargo, esto todavía tiene solución: a través de otro Decreto es posible modificarlo, puesto que el decreto presidencial que signa recordar el aniversario de inauguración no tiene número, ni nombre, es posible rectificarlo y abrogarlo, con el fin de no permitir más confusiones; de esta manera, el pueblo en general, los estudiantes, visitantes y hasta las futuras generaciones, encaminarán sus proyectos siempre teniendo en cuenta el verdadero aniversario.

Quepa todavía al actual gobierno local, regional y aun al nacional, escuchar el clamor de quienes sí vivimos más cerca del pueblo, cerca de las masas de trabajadores y de todos cuantos conviven en Juliaca. Al mismo tiempo, todavía nos queda algo más de diez años para llegar al Primer Centenario de creación de la provincia de San Román, para reordenarnos y que simplemente recordemos el aniversario calcetero en la misma fecha de su Creación y de promulgación de la Ley, con lo que a la vez estamos cumpliendo con las futuras generaciones.

Recién ahora, a escasos treinta días antes del 24 de octubre del presente año, el municipio actual formó la Comisión de Festejos. Esperamos que sea fructífera su labor, quedando siempre sobre el tapete que la población en general pide que las fiestas jubilares juliaqueñas sean recordadas en la misma fecha de elevación del distrito de Juliaca a capital provincial y la promulgación de la Ley N° 5463 del 06 de setiembre del año 1926. Para tal efecto, pensamos que al comienzo del próximo año 2016, luego de la formación de las respectivas comisiones del trabajo edil, similarmente se forje la Comisión de las Fiestas Jubilares por el nuevo aniversario calcetero, para aquella singular fecha, y no como en el presente, que recién se afanen, fuera del contexto, manteniendo caprichos de los que permanecen y conviven en la tergiversación y, según ellos, en unas buenas y excelentes creencias.

* Varios de los vocablos quechuo-aymaras que estamos anotando, debido a falta de su traducción al Español, quedan tal y cual, constituyendo “Aportes de dichas lenguas al Español y otras lenguas del mundo” (Álvarez, E. Samuel, “Aportes Lingüísticos del Quechua y Aymara”).


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