Ser peruano(a): identidad y cultura



Escribe: Alfredo Herrera Flores | Sociedad - 28 Jul 2009

UNO: Identidad y cultura

El filósofo español Fernando Savater identifica dos maneras modernas de desechar un tema del debate público, o de lo que conocemos como opinión pública: considerarlo político (es malo o dañino) o inoportuno (mejor lo hablamos mañana). Así, cualquier asunto que pueda incomodar al poder, o herir susceptibilidades entre la población, o sea difícil de ser rebatido, podría ser descartado sin que, aparentemente, haya forma de mantenerlo en la tribuna de opinión. Sin embargo, hay ciertos temas y circunstancias que sí justifican que determinado tema sea puesto, una vez más, en debate, por lo menos para ejercitar la reflexión que, más allá de que sea político o inoportuno, ayude a entender determinados momentos de nuestra historia, nuestra realidad, y cumplir con nuestra responsabilidad de modificarla para el bien común.

Este aniversario patrio, que llega sin desfiles pero con el circo político de siempre, es un momento oportuno para preguntarnos ¿qué nos une a los peruanos para que tengamos el sentimiento común de ser peruanos? o ¿qué nos divide? Savater reflexionaba a raíz de un debate suscitado en España respecto a integrar el país a través del idioma (1) y no deja de tener razón al preguntarse si el idioma une o divide una nación.

Y en el Perú podríamos también cavilar sobre si nuestro problema es el idioma. Si bien la mayoría de los peruanos hablamos el castellano, o español, no es necesario hacer mucho esfuerzo para demostrar y reconocer que hay un alto porcentaje de peruanos que nacen con otro idioma, que los identifica y les permite entender, mejor, el mundo y la cultura que los rodea. Y muchos de nosotros, hay que decirlo también, quisiéramos hablar nuestros idiomas originales para entendernos mejor. He aquí una primera idea que nos ayudará a saber si hay una identidad común entre los peruanos.

Podemos, sí, coincidir en que como nación nos identificamos con el territorio, la comida, el pisco, los triunfos y derrotas de nuestros escuálidos deportistas, Machu Picchu y el lago Titicaca, la marinera y el huayño, la costa-sierra-y-selva, Vallejo y Eva Ayllón, el chullo, Grau, la papa y un larguísimo etcétera por lo que podríamos matar pero, sin embargo, no nos podríamos unir.

No es difícil explicarlo. El informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación dice, en su primera parte y de manera enfática, que los peruanos estamos viviendo de espaldas unos a otros, que si bien hay cosas, elementos culturales que nos unen, hay también una actitud de desconocernos unos a otros (2). Coincidir con una parte de nuestra identidad no nos garantiza que compartamos la misma cultura. Las consecuencias son fatales, no nos convertimos en uno para defender una causa común, nos matamos entre nosotros.

Alberto Flores Galindo, el lúcido pensador de izquierda que murió tratando de darnos una pista para descubrir esa identidad común, señalaba que mirar hacia atrás era una virtud para entender el presente y planificar el futuro. Tampoco estaba diciendo algo nuevo, las culturas andinas han levantado sus naciones bajo ese concepto. Pero como el idioma que nos han impuesto nos ha occidentalizado, creemos que pensar como lo hacían las culturas ancestrales es retroceder en el tiempo y en la cultura. Nada más equivocado.

De otro lado, el criterio de que nuestra identidad se basa en el bienestar común, es decir, si todos vivimos en armonía tendremos casi los mismos sentimientos, tampoco es garantía en una sociedad que no ha aprendido a distribuir la riqueza con equidad y justicia. El desarrollo económico genera, siempre, desigualdades, lo que a su vez impide que impere la justicia social. No somos un país que vive armonía, por lo tanto, no tenemos un punto común para identificarnos de la misma manera con él, es decir, con el país. Y no es problema de gobiernos, de nacionalistas o liberales, de izquierdas o derechas, es problema de idioma, de lenguaje común, de adecuada comunicación.

DOS: Cultura e identidad

Eric Hobsbawm, filósofo y economista europeo, analiza el proceso de transición del siglo veinte al veintiuno, caracterizado por tres sucesos principales: “Las enormes fuerzas que aceleran la velocidad de nuestra capacidad de producción y que, al hacerlo, cambian la faz del mundo, esto es así y así continuará. Un proceso de globalización acelerado por la revolución en el transporte y las comunicaciones, nos indica que: a) sus efectos mayores corresponden directa o indirectamente a la globalización económica; aunque b) se presenta en todos los campos excepto en los del poder político y la cultura, en la medida en que dependen del idioma. Y el reciente pero rápido cambio en la distribución de la riqueza, el poder y la cultura, de un patrón establecido que duró de 1750 a 1970 a uno todavía indeterminado” (3).

Todas las culturas están inmersas en este proceso, lo que significa que no hay ningún cambio estructural en una sociedad, menos económico y social, que no dependa de su pasado y de su idioma. Todo este proceso, que incluye manifestaciones comunes desde la comida hasta la danza, literatura y territorio, se llama cultura, y esa cultura común, al ser asumida de manera consciente, nos lleva a manifestar una identidad común.

El ser peruano no significa solamente nacer en el Perú, sabiendo aún que nacer en el Perú significa nacer en un país diverso, abierto y formado por diferentes culturas, sino que, además, quiere significar que hay un objetivo común de convivencia, que no será posible si no se alcanza un entendimiento, una forma de comunicación que nos haga entender lo mismo en el norte y en el sur, a nivel del mar, o sobre los cuatro mil metros sobre el nivel del mar.

Pero el idioma común no debería entenderse, tampoco, hablar la misma lengua, algo imposible en nuestro país, sino establecer una adecuada comunicación, con un lenguaje que se despercuda del discurso político y que vaya de la mano con el desarrollo de la economía, por ejemplo, o de la justicia social. Esa condición cultural podría llevarnos a tener utopías o entelequias comunes. La cultura de un pueblo garantiza su identidad.

Identidad y cultura, cultura e identidad, no es un simple juego de palabras o ensayo del orden de los factores en busca de un producto final, se trata de asumir, desde el gobierno –central, regional y local- una posición común que forme ciudadanos cultos, lectores, analistas, perceptores y propositivos. El ser peruano podrá consolidarse más allá de las manifestaciones culturales que, como el mar a las islas del archipiélago, acerca tanto como aleja, siempre y cuando aprendamos a mirarnos con los mismos ojos. Aunque difícil tarea, en el tiempo y en el amplio espacio de nuestro país, la educación parece ser la única salida.

TRES: Educación

No debería sorprendernos que desde Puno se haya propuesto, permanentemente, con la fuerza y la razón, una nueva forma de educación para la sociedad. Esta ciudad es cuna de la civilización peruana, en su territorio se han forjado las dos naciones más importantes del continente sudamericano, la quechua y la aymara, y desde las orillas de un lago sagrado han salido huestes y ejércitos en cuatro direcciones a someter a otros pueblos, no a aniquilarlos, sino a sumarlos a su nación. Debió correr también sangre y lágrimas, pero junto a las armas iban también los quipus y el respeto al idioma, algo que no sucedió con la invasión española, que, como sabemos, llegó con la espada y la cruz disfrazada de ambición, sin libros.

En un apunte anterior, destacaba que en la ciudad de Puno, y en general en el departamento, no había semana que no haya una manifestación cultural a través de danzas o breves desfiles en los que los niños participan ataviados con trajes típicos, lo que de seguro iba formando cultura e identidad a través de la educación, y manifestaba mi esperanza de que además de usar un determinado traje los estudiantes aprendan a entender ese traje, a descifrar su pasado, y que sus maestros los ayuden a entender su presente y se forje una idea de futuro, con el pensamiento común de ser peruano.

Los especialistas llaman a estos procesos educación intercultural, la que debidamente planificada debería dar como resultado un gobierno intercultural, una justicia social intercultural. No es necesario anular las manifestaciones culturales de los pueblos alejados, por el contrario, hay que alentarlas y a base de ellas educar a los nuevos ciudadanos sobre los supuestos anotados por Hobsbawn, y también sobre las bases de la riquísima cultura del país, que es pasado y presente.

La lucha por la alfabetización será también permanente, más que solamente enseñar a leer y escribir, sumar y multiplicar, y tal vez sea la única manera alejar de nosotros la sombra de la violencia. Al momento que eduquemos para reconocer nuestras culturas (idioma, tradiciones, literatura, música, etcétera) y manejar un mismo lenguaje, estaremos formando nuestra identidad, con la que peruanos y peruanas podamos sentirnos uno solo. No hay otra salida, la inversión racional en educación nos podrá garantizar en el futuro, como fue en el pasado, nuestra identidad.

NOTAS: (1) “¿Con lengua o sin lengua?”, Fernando Savater, Letras Libres, 2009. (2) “Comisión de la verdad y reconciliación, informe final”, 2003. (3) ”Después del siglo XX, un mundo en transición”, Eric Hobsbawn, 2008.


3 comentarios

  • Escolastico Incacutipa Yapuchura Monday 03 de August del 2009 a las 11:22

    Querida Tamika. No hay aun filosofos n-a-t-i-v-o-s que hayan alcanzado el suficiente nivel de reconocimiento y autonomia de pensamiento....si ni siquiera hay profesionales que puedan planear y ejecutar proyectos en Puno y otras regiones del pais....no pidas tanto querida Tamika

  • Escolastico Incacutipa Yapuchura Monday 03 de August del 2009 a las 11:21

    Querida Tamika. No hay aun filosofos n-a-t-i-v-o-s que hayan alcanzado el suficiente nivel de reconocimiento y autonomia de pensamiento....si ni siquiera hay profesionales que puedan planear y ejecutar proyectos en Puno y otras regiones del pais....no pidas tanto querida Tamika

  • tamika Tuesday 28 de July del 2009 a las 17:07

    Filosofos extranjeros definiendonod a los Peruanos que barbaridad acaso no tenemos filosofos nativos?

    NO borren los posts no a la mordaza


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