188 años de una república sin rostro nativo



Escribe: Boris Espezúa Salmón | Sociedad - 28 Jul 2009

Foto: Albert González / Los Andes
Foto: Albert González / Los Andes

En este nuevo aniversario patrio, es inevitable pensar en el país, un poco en lo que somos, fuimos y seremos. Es necesario asirnos a algo concreto para saber si es posible todavía el Perú como se preguntaba Basadre, en su obra El Perú como posibilidad, o si verdaderamente el estar jodido, sin importar el desde cuando, ha marcado el inicio del fin como preguntaba Mario Vargas Llosa en su novela Conversación en La Catedral. Se trata de saber si este país, encontraba el rumbo que le garantizará su salida o hace tiempo que estamos encaminados en estar en el camino equivocado y por lo tanto debimos hacer ya, un giro para emprender un nuevo rumbo, de estas elucubraciones, de estos lamentos, y también de algunas esperanzas es que está empedrado nuestro destino?

Cuando se proclamó La Independencia del Perú en 1821, la primeras fracturas de falta de reconocimiento social se manifestaron, el sector nativo no tuvo representantes, y este espiral de ausencias, fue durante estos casi dos siglos nuestro mayor olvido, que se ha manifestado en elevadas tribunas como el congreso donde alguna vez un distinguido parlamentario civilista como Alejandro Deustua, que también fue Ministro de Justicia en el año 1937 decía: “El Perú debe su desgracia a esa raza indígena, que ha llegado a la disolución psíquica, al obtener la rigidez biológica de los seres que han cerrado definitivamente su ciclo de evolución y que no han podido transmitir al mestizaje las virtudes propias de razas en el periodo de su progreso (…) Esta bien que se utilice las habilidades mecánicas del indio; mucho mejor que se ampare y defienda contra sus explotadores de todas las especies y que se introduzca en sus costumbres los hábitos de higiene de que carece. Pero no debe ir más allá, sacrificando recursos que serán estériles en esa obra superior y que serían más provechosos en la satisfacción urgente de necesidades sociales. El Indio no es ni puede ser una máquina” Estas expresiones es una clara muestra de descalificación racial que condensa un sentido común racista extendido a lo largo de nuestra historia republicana.

La clase política y los magistrados de inicios del siglo XX coincidían en expresarse del Indio: “Estos desgraciados. Recua de haraganes, son mañosos, esta gente es peor que animales, ésta gente no tiene sentimientos, indios que traen enfermedades y empeoran las cosas con su pereza”. El problema del Indio y la profundización de distancias entre criollos, mestizos e indígenas ha sido la causa de la grave escisión de la conciencia nacional que se prolonga en todo este tiempo. La polémica del indigenismo y el hispanismo han puesto en debate el problema de la identidad peruana. Entre utopía y realidad, la situación del hombre andino ha sido de constante desplazamiento a su imagen étnica y racial, de las brechas insuperables han generado las migraciones internas y externas y el proceso de cholificación que hablaba Anibal Quijano, han pasado de su condición de campesino sirviente a propietario de sus tierras. Este nuevo escenario ocupa ahora la preocupación de una llamada conciencia nacional, que gira sobre la preservación, afirmación y rearraigo en la nueva condición nacional y su participación decidida en la nueva definición de lo nacional y su participación decidida en el desarrollo del país.

Los intentos de reconocer la heterogeneidad cultural de los habitantes de nuestro país, siempre han quedado en buenas intenciones, y poco o nada se ha hecho desde el Estado, los Gobiernos y la clase dirigente de nuestro país, incluso desde los partidos políticos que nunca entendieron su significado cultural, en este lapso de tiempo que transcurrió no debemos olvidar que los indígenas pagaban tributo por el simple hecho de nacer indios, lo que reflejaba la gran escisión social en el país. Un hecho que recordamos y no debemos olvidar es el famoso “Código Penal de Maúrtua” donde a los nativos se les trataba de “Salvajes, indígenas semicivilizados o degradados por la servidumbre y el alcoholismo”, algo se pudo corregir después en el Código Penal que nos rige, con el “error de comprensión culturalmente condicionado”, pero se tiene el inconveniente que las personas tienen que entender la cultura en forma amplia., tiene que existir avances en el terreno de la interculturalidad, y además quien comprende tiene que saber que lo hace en condiciones iguales a quien es comprendido, no lo hace como alguien que se siente superior, o va a juzgarlo, desde un pedestal más importante que el otro, ese es el núcleo central de la interculturalidad, la posición asimétrica del trato de igual a igual que aún tenemos que avanzar.

La nueva utopía andina encuentra su fortaleza en los procesos sociales, como la migración, el impulso al desarrollo rural, el fomento de los valores humanos, y el conjunto de nacionalismos que buscan prefigurarnos un rostro de peruanos, en la parte cultural, en las tradiciones, en el folklore, en el turismo, buscando modelos sociales en las instituciones andinas del pasado. Por lo que la vieja polémica entre hispanistas e indigenistas ahora es desplazada por la globalización y el regionalismo que buscan definirnos como Nación. Para Luis Guillermo Lumbreras “ Nación en el Perú es una categoría de identidad que se convierte en tarea de creación en circunstancias históricas en las que pareciera existir un conglomerado pluriforme de gentes entre cuyos polos no existe el menor parentesco, pero sobre todo porque todavía hoy, hay quienes viven los tiempos de la conquista colonial, esforzándose por parecer extranjeros en un país en el que habitan desde varias generaciones, la mayor diversidad étnica y cultural de América Latina, con no menos de 70 pueblos indígenas, de 52 familias linguísticas diferentes, y donde por lo menos 25% de la población nacional son indígenas. Podría pensarse que este síndrome colonial de rechazo a la condición aborigen es exclusivo de los que se siente “blancos” que en realidad son simplemente burgueses avergonzados de cualquier aproximación al status indígena, pero no es así. La vergüenza de ser nativo en el Perú, es decir de identificarse con el país y su historia en su conjunto, es generalizada. Dicho de otro modo: La carencia de una identidad nacional abarca el espectro muy amplio de sociedad, envolviéndola prácticamente toda, y eso tiene graves consecuencias económicas, sociales, y por cierto culturales”. El tema de la identidad es un elemento nuclear para vislumbrar el carácter de nación. Todo ello nos impulsa a pensar que el Perú seguirá dividido, como el libro de Washington Delgado cuando escribe Un Mundo Dividido, si seguimos sin entender lo importante que es después de 188 años seguir pensando en peruanos de primera, segunda y tercera, en ese muro invencible donde están los peruanos de despensa en los extramuros, y los peruanos del mostrador en el epicentro. Felizmente, nuestros pueblos nativos están vivos, sus lenguas, su saber milenario, siendo honestos tenemos que reconocer que para la “oficialidad” en el Perú es un ámbito desconocido al que solo se accede cuando nos invade la violencia, cuando no es nuevo decir que lo que necesitamos es descolonizarnos, para afirmar y fortalecer lo propio, lo que nos hace distintos, el pensamiento del “Otro” que históricamente ha sido negado por la colonialidad.

Sin embargo cada vez vamos tomando conciencia de que tenemos derecho a conservar nuestro modo de vivir y de saber, tenemos derecho a ser distintos, y a tener voz de manera que otro no hable por nosotros, tenemos derecho a luchar para tener espacio de nuestras propias formas de concepción, reflexión y representación, de conocer y construir saberes alternativos que se opongan a la hegemonía mundial de conocimiento.

Estos 188 años de vida republicana, nos hace ver que el rostro nacional esta prefigurándose, en dónde? cómo? la forma se está haciendo de a pocos, “hemos demorado mucho tiempo en guardar silencio, muy parecido a la estupidez, pero ahora nos toca ser nosotros” decía Tupac Katari, y en esa expresión quizás esté aún el trastocamiento del nuevo Perú que sin usar máscaras, ni mortaja, pueda mostrarse auténtico y lleno de vida, para una República, que nos ha negado la dignidad de ser realmente nosotros.



1 comentarios

  • Patricia Tuesday 28 de July del 2009 a las 11:48

    Felicito a los Andes, ha mejorado mucho, se ve mejor sus reportajes, las fotos y los comentarios estan mucho mejor que antes, se puede decir que tiene una semejanza a periodicos internacionales.
    Soy Peruana y Puneña, de origenes Aymara y Quechua, estoy muy orgullosa de ser descendiente Inca, soy Inca y no soy India, ya que aquellos que nos desprecian y nos dicen Indios, encima son Ignorantes al decir que somos Indios, cultura a la cual respeto, pero no somos Indios queridos paisanos puneños, somos Incas y estemos orgullosos de ser descendientes Incas, conocidos por haber creado una de las maravillas del mundo, con identidad y lengua propia, con costumbres que representan el sentir, con sus bayles que representan el vivir diario de nuestra gente y sobre todo con mucha fuerza y a la vez mucho corazón, asi somos los puneños, gente trabajadora, honrada y con mucho corazón, ahora en las fiesta patrias solo me queda decir a cada uno de mis paisanos que ¡viva el Perú y nuestro Puno por siempre!


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