No creas todo lo que te dicen

HABLADURÍAS DE UN VIEJO VERDE XXXIX


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Escribe: Luis Pineda Valdivia | Sociedad - 26 Jan 2014

Un par de veces escribí por encargo, pero no por dinero sino por amistad, igual que Cyrano de Bergerac que le escribía poemas y cartas de amor a su prima Roxane pero en nombre del pelmazo de Christian de Neuvilette que no escribía ni postales logrando que la tonta se enamore de este último sin que se lo merezca. Que yo recuerde a mí también me resultaban las mentiras y triquiñuelas de las cartitas de amor porque desde chico me gustaba encantar con palabras rebuscadas y adornadas de exageraciones y le hacía poemas por encargo a las parejas de mis amigos y también a las de mis amigas, lo que me convertía en un Cyrano poeta doble filo, pero por lo que nunca tuve problemas ni traumas; todo era ficción y yo a veces no llegaba a conocer al destinatario o destinataria de mis versos.

Hasta que un buen día me ofrecí ayudar a una compañera de trabajo a conquistar a un holandés muy culto e inteligente y por correo electrónico, porque a ella no se le ocurría nada y además el otro era admirador del amor epistolar entre Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre y yo había leído algo sobre eso y también me encantaba; había amor en el aire, pero Cupido estaba sin flechas.

Este tipo de figuras falsas románticas también existen actualmente pero sin una pizca de literatura de por medio; hay gente que nunca llega a conocerse en persona enamorándose sólo por “cartas” cortas que son los mensajes del “face”, el “wassup”, el “line” y otros. Es tanta la certeza de estos medios que ya se han documentado estos casos como un género nuevo llamado “telerealidad” en formato de docudrama que es algo más avanzado y ridículo que los “realitys” y que tienen para rato, parece que los jóvenes ya no necesitan sexo.

Yo también me enamoré mediante cartas electrónicas y muy profundamente cuando más joven usaba el mail para comunicarme con mi amada y cada carta que recibía yo de ella era aún más intensa que la anterior y no podía dejar de pensar en sus cartas hasta que nos encontramos frente a frente, gracias a su persistencia pero a las pocas citas reales todo se fue al carajo y terminamos decepcionados uno del otro y nunca más nos comunicamos ni por teléfono. Está claro para mí aunque en aquel entonces no lo entendí; no funcionó porque yo no era Yo ni ella era Ella los que escribían aquellas hermosas cartas sino una versión mejorada de nosotros mismos, los personajes epistolares eran reales en el sentido abstracto de lo que queríamos ser pero nunca pudimos.

Ahora es un poco diferente, tú puedes inventarte un perfil con un personaje falso en cualquier red social y poner la foto de alguien atractivo sea mujer y hombre o alguna transición entre éstos y marketearte por la red; tú puedes ser lo que tú quieras y vivir una vida muy diferente a la que llevas hasta hoy y lo mejor es que no necesariamente tienes que mentir sólo no hablar de ciertas cosas y exagerar otras y serás la persona que siempre quisiste ser y tener romances virtuales casi perfectos, pero no uses ese poder para hacer el mal, porque nada se puede esconder en el ciberespacio.

Luego de algunas cartas falsas al holandés me di cuenta que me gustaba mucho escribirle y supongo que a él también ya que coincidíamos mucho en temas como el surrealismo, el bossa nova y la cocaína; entonces me di cuenta que mi amiga se había puesto muy celosa y por eso decidí no escribir más cartas en su nombre. El holandés se creyó que la “Cuculiza” que se escondía era una poetisa liberal y desenfadada muy fuera del estándar limeño de aquel entonces. La relación como es lógico no prosperó mucho, cuchicheando con ella por el face hace un rato me confesó que estaba en ese entonces enamorada de mis cartas y que su máximo deseo era que yo perdiera la cabeza por ella, pero nunca me lo dijo por orgullosa y yo le di las gracias aunque con mucha pena porque yo también estaba muy enamorado pero nunca se lo dije; igual que Cyrano, que nunca le dijo a Roxana que la quería con toda el alma, hasta un minuto antes de morir cuando leyó de memoria en medio de la noche la última carta que su ignorante amada pensaba era de otro.

En realidad Cyrano era un dramaturgo vicioso y un foraja visionario; que se sepa no hay registro de que Cyrano haya vivido ese romance porque además se murió a los 36 años de un ladrillazo en la cabeza. Simone y Jean Paul tampoco eran los románticos que se escribieron cartas de amor toda la vida; se dice que Simone era bisexual y se agarraba incluso a las parejas de Jean Paul que cada vez las prefería más jóvenes.

Yo, ni ningún escritor o poeta, salvando las distancias, está cerca de ser o pensar lo que escribe, porque la mentira es más interesante y divertida, además cura y ayuda a vivir. Invéntate y créete los cuentos que quieras acerca de ti y todos los demás se la van a creer también.


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