Los Andes

Antes de llegar al aeropuerto para iniciar mi tercer viaje a México, cosa curiosa, odio México; volví a sentir esa disociación corporal que tiene uno cuando no está dispuesto hacia algo, no es que la comida allá sea mala, ni la música, ni mucho menos su gente, lo único malo es la cerveza, y es que Pilsen sólo hay acá, qué culpa tienen ellos, en fin; mi desapego a viajar fue porque la primera vez que viajé fui devuelto como potencial inmigrante hacia Estados Unidos, maltrato vil a un inocente pobre viejo verde que pasando los controles aduaneros le echaron el guante los de la gendarmería impía.

–¿Ha visto usted lo viejo que estoy? ¿Para qué querría yo a mi edad ir a ese país? –No lo sé, dígamelo usted.

–Ya le dije y usted no me cree –Caballero no sea ingenuo, quién querría ir a donde sólo hay desierto y pobreza de vacaciones, yo huelo la mentira muy fácil, usted esconde algo trucho, además lo vi nervioso cuando hacía su cola, va a pasar en este momento a detención hasta que dispongamos de otro vuelo que lo regrese a Lima.

–Pero… –Sin peros.

De nuevo en Perú y aliviado con unas Pilsen, empecé a revisar el proceso de mi curiosa deportación y sin entender ni un pepino de lo que me había pasado, no me esperaba que me devolverían a los dos días a pasar de nuevo por los traumas que no había superado aún y sin saber de la bienvenida posible que me daría allá; así que me tuve que preparar para ir, o sea fui, para variar más borracho e insomne que la primera y menos que esta última, pero me dejaron pasar a pesar de que me puse más nervioso y la culpa de todo la tienen los policías, que cada vez que veo uno me hago la pichi así sea el viejo guachimán de mi barrio que casi ya no ve y a mí menos, pero igual el uniforme me disloca y empiezo a titubear, equivoco las respuestas y actúo como si llevara encima un paquete de un kilo de droga y digo oh dios, ¿cuánto tiempo más me vas a joder? Y dios me contesta: “te lo buscaste por ateo, hereje, hijoeputa y yonqui�.

Cada año se trafica hacia los Estados Unidos miles de toneladas de droga proveniente del sur, cifra que nunca disminuye, al igual que la cantidad de personas que intentan cruzar por una vida más digna. Cerca de 180 niños tratan de ingresar diariamente; bueno acá yo creo que el problema es la ley de la oferta y la demanda que está más que clara en el caso de las drogas. ¿Para qué intenta cruzar tanta gente a un riesgo muy alto de morir si es que por lo menos no tiene certeza que allá tendrá trabajo, comida y casa y que podrían ahorrar además para otras cosas? Los Estados Unidos de América dependen más que demasiado de la comunidad ilegal de lo que se cree; pero, ¿por qué nos echan? Es posible por los gastos públicos que el fenómeno social genera. ¿Acaso muchos ya no quieren trabajar en USA y por eso son tan necesarios los inmigrantes? Muchos pinches gringos frijoleros se están matando entre ellos, con rifles y también con leyes nuevas, con una obesidad per cápita monstruosa y una dependencia gubernamental hacia las corporaciones que son las que al final gobiernan ese país, fabricando y vendiendo lo que no necesitan: armas, medicinas, enfermedades, miedo y odio.

Vamos, no se engañen. ¿Acaso quien quiere ir a USA al final no va aprovecharse de la mejor expresión del fracaso social del capitalismo?

Mi tercer viaje no fue tan malo, perdí un vuelo de conexión y mi teléfono favorito, no puedo dejar de tropezar cada vez que siento que un policía me mira con sospecha, tal vez con razón, tal vez no estoy ni cerca de ser un probo ciudadano de primera clase; en el corazón se lleva al enemigo, en la pobreza y la incertidumbre más, no nos caen bien, perros policías.