¿Los desfiles y su expresión de patriotismo?



Escribe: Luis Ronquillo | Sociedad - 28 Jul 2014


–¿Y tú, desfilaste?, fue lo primero que me preguntó al encontrarnos en la calle.
–No man, tu sabes soy medio anarco. Respondí de inmediato para sacármelo del paso.
–Debiste desfilar, un buen patriota lo hace. Concluyó directo a la razón.
–Es un viejo cliché, tu sabes que el patriotismo no es militarismo, es más se acerca a corrupción, a la esclavitud. Le dije.
–Amigo, pareces boliviano. Sentenció.
Luego, un breve silencio nos embargó, y de pronto, aquel amigo mío, volvió a la carga.
–Los que están en contra del desfile son gente que no reconoce sentimiento, orgullo, gallardía, orden, etc, etc. Y fíjate eh, son capacidades que engrosan las competencias del ser humano.
–Solo atiné a decir: No sé ah, no lo sé.
–Vamos amigo a desfilar se dijo. Me invitó y seguimos caminando… cuando de pronto explicitó un, hasta ese entonces, objetivo oculto.
–Además veremos piernitas de lindas profesoritas.

La verdad es que, desde que tengo uso de razón, las Fiestas Patrias en el Perú, la hemos conocido como el momento de los desfiles y de yapa el famoso mensaje a la nación del presidente de turno. Luego nada, salvo 3 o 4 días de ocio para todo aquel trabajador o funcionario público, con el júbilo de una pequeña gratificación, pero para el resto, la misma rutina de siempre. Esa rutina marcada por el día a día.

Esta mediocridad en el festejo, hecha por los suelos la solemnidad nacional. Solemnidad que debería mostrarnos y afirmarnos en nuestra memoria histórico nacional, nuestras realidades, y en nuestras proyecciones. Solemnidad que debiera expresarse en políticas de: afirmación de nuestras identidades; de profundización de nuestras historias locales, regionales y nacionales; de reflexión colectiva, crítica en la lucha y conquista de nuestras visiones locales y nacional. Esta solemnidad en la diversión y el regocijo que toda fiestas patrias debiera tener, debe basarse en la promoción de programas de encuentro masivo, de turismo interno y de promoción de lo nuestro. De nada nos sirve una marca Perú, si ésta solo está orientada al coqueteo del mercado de fuera. No necesitamos una marca Perú, si los comerciales o anuncios publicitarios que la promueven son discriminatorios y distantes de nuestra realidad interna. No necesitamos sustituir a nuestra Escudo Nacional por una marca Perú, necesitamos profundizar en la reflexión e interpretación que ese Escudo Peruano legado desde la “independencia” hasta nuestros días, en lo que nos provoca como visión en estos tiempos. Necesitamos difundir y anunciar el sentido consustancial del valor de nuestras riquezas expresadas simbólicamente en la Vicuña, el árbol de la Quina, y la Cornucopia derramando monedas de oro, y el significado en nuestras vidas, hoy.

Desde que tengo uso de razón, tres actos poco o mejor dicho nada trascendentes para la unidad nacional han centrado la atención en cada Fiestas Patrias. Por un lado la Misa Te Deum, luego el Mensaje a la Nación del presidente de turno, y finalmente el desfile militar. La Misa Tedeum es un acto elitista, el protagonista últimamente de Cipriani, y en el caso de Puno Carrión. ¿Qué mensaje patriótico se puede esperar de estos dos personajes? A mi juicio ninguno, al contrario suelen aprovechar en sus homilías para hacer política ortodoxa. Por ejemplo, Cipriani manifestó en su homilía del 27 de julio por Fiestas Patrias que la postura de la Iglesia de Ayacucho acerca de la pena de muerte era clara y transparente: «No podemos permitir que por el miedo, temor y cobardía de unos cuantos el país no apruebe la pena de muerte [...]. No podemos temblar de miedo. El mundo cambia día a día y no a favor de los cobardes. Nos encontramos en una época de firmeza, claridad y hombría»[1]. Es conocido ampliamente la postura contraria de Cipriani frente a los derechos humanos, al aborto terapéutico, a la unión civil, a las fiestas tradicionales como la de la festividad de la Virgen de la Candelaria, o a ritos andinos como el servicio a la Pachamama. Con esta iglesia ajena a nuestra realidad, más bien preocupada por mantener su status quo, defendiendo y exigiendo que se le trate como un Estado independiente, con dádivas y beneficios incluso tributarios ¿se podrá construir Patria? Por otro lado, Carrión Pavlich, Obispo de Puno, contrario en espiritualidad, compromiso, servicio, y seguimiento a Jesús de obispos queridos que vivieron y dejaron sus enseñanzas en nuestras tierra como Mons. Jesús Mateo Calderón (Puno), Mons. Elio Péres Tapia (Juli) o Mons. Juan Godayol (Ayaviri), quienes en su opción por los pobres apostaron a construir patria a través de proyectos sociales, y brindando espacios cada vez más importantes a los laicos. La reciente muerte del querido Padre Pepe Loits causó sufrimiento en la feligresía por el mal trato que recibió, por quién debería más bien haberlo protegido, cuidado y acompañado. La población puneña nuevamente se sintió golpeada, y claro ¿cómo se hace patria cuando un obispo o arzobispo antes que estar al lado de su pueblo, le es contrario, más por intereses de grupo que por apuestas teológicas? En conclusión, las “misas tedeum” son encuentros elitistas más que de reflexión colectiva y de afirmación de nuestra peruanidad, son momentos para que personajes contrarios a nuestros pueblos tengan tribuna para sus intereses.

El mensaje a la nación. Un acto protocolar, cuyo protagonismo lo tienen los desprestigiados congresistas de la República y por supuesto el Presidente del Perú. Es un momento político solo de ida, donde el orador tiene la hegemonía de decir lo que quiera, sin preocuparse por el retorno, porque nadie tiene derecho a replicarle. Esta realidad a lo largo de los años ha motivado en los sectores de oposición a ser creativos, desde llevar ollas vacías al podio del orador, hasta la ausencia de bancadas en dicho acto. Suelen ser discursos llenos de datos, cifras y promesas, generalmente los 30 minutos, una hora, o más de una hora de duración, revisten palabras vacías, sin patriotismo, ni inspiración política en la construcción de un país, fuerte, desarrollado, en el fondo no es más que floro político electoral, porque no nos enchufa ni vincula con la esencia de la proclama de la independencia, aquella vieja frase "El Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende. ¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia!"

Tal vez, porque nuestra historia no fue historia y nuestra independencia no fue independencia, y nuestra patria aún no es patria, y nuestra libertad aún espera ser liberada. En un gran libro[2] dice: “Los patriotas del extremo sur sudamericano, Río de la Plata y Chile, llegaron a la conclusión de que el Perú no se independizaría por sí mismo (…) tanto Río de la Plata como Chile, tenían mucho interés en la independencia del Perú. (…) convergía el deseo de los rioplatenses de recuperar el Alto Perú (la actual república de Bolivia) que había sido parte de su Virreynato y donde se ubicaba la legendaria mina de Potosí (…) El flamante gobierno de Chile, por su parte, se proponía el restablecimiento del comercio con la costa peruana, que aprovechaba mucho a los comerciantes y agricultores de su país”. Tal vez por eso, cada 28 de Julio, pesa más el discurso político que una estrategia gubernamental de país, al final queda la sensación de que nada cambia.

El desfile militar. Debiera ser solo de los militares ¿no? Pero también la llaman desfile cívico militar, y claro, se entendió que todo civil tiene que desfilar marcialmente imitando a un militar. Como decía mi amigo, “debe ser un sentimiento de orgullo, gallardía, orden” pero y si es lo contrario; es decir, no enorgullece, ni expresa ninguna gallardía, ni orden, y sólo se obliga a realizarlo por nota, o por descuento ¿encaja esta expresión como patriotismo? No, al contrario nos aleja del patriotismo. Si uno navega por el youtube encontrará muchos y muy buenos videos de desfiles militares, con ese orden, gallardía y orgullo que refería mi amigo anónimo. Son espectáculos dignos de admiración, y vaya que difíciles de igualar, como la del ejército chino o ruso, donde la sincronización es perfecta. Pues bien, dejémosle la tarea a nuestros hermanos militares, que sean ellos quienes expresen su patriotismo logrando sincronización perfecta a la hora de desfilar, y que al paso marcial por las calles motiven aplausos de reconocimiento del poblador. Y en lo que respecta al patriotismo de los civiles, dejemos que su expresión sea libre, creativa, visionaria, ya es hora que tengamos expresiones distintas como pasacalles, alegorías, concursos, tertulias, festivales, veladas, espectáculos y otros. Obliguémonos a desarrollar en libertad nuestra forma más creativa de expresar nuestro patriotismo.

Finalmente, Patriotismo surge de Patria, la Patria es un sentimiento, una razón sentimental, por lo tanto es posible construirla, reconstruirla. “Para nosotros, la patria debe ser entendida como el Terruño de nuestros antepasados, la base nutricia de nuestras raíces (la terra patrum), lo regional (la petit patrie o terre natale); la nación, a su vez, es la civitas o comunidad política que reúne a aquellos iguales (isoi) que comparten igual pasado e iguales ideales en la búsqueda del “bien común” y el Estado es el poder organizado necesario para asegurar la armonía (sophrosyne, homonoia) que permita garantizar ese “bien común”[3].

¿Quién no ha llorado en el día del padre, escuchando “viejo mi querido viejo” de Piero? La respuesta es obvia. ¿Es posible generar un poquito de ese sentimiento puro patriotero para con nuestra patria?

[1] Tomado del INFORME FINAL DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN [2] CONTRERAS Carlos y CUETO Marcos. HISTORIA DEL PERÚ CONTEMPORÁNEO. Pág.47 [3] HUBEÑAK, Florencio. http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/contribuciones/algunas-reflexiones-patria-nacion-estado.pdf

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