Riqueza y tragedia de los caciques “Catacora” (1568 – 1950)


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Escribe: W. Jony Rodríguez Arizaca. | Sociedad - 14 Sep 2014

En la historia de Ácora[1], sin duda los declarados hijos de casta caciquil, son los CATACORA que tienen una descendencia de fundadores de varios pueblos de las zonas del Collao. Casi todos los documentos por haber, a partir de los mediados del Siglo XVI le confieren tal jerarquía y testimonian que eran dueños de grandes extensiones de tierras fértiles para la agricultura y ganadería.

De sus orígenes, nada podríamos afirmar con exactitud de quién o desde cuándo heredan esa jerarquía, aunque según investigaciones de Marcela INCH (2010)[2], serían caciques hereditarios de la mitad superior de Ácora y, para José Luis Ayala (2009)[3], todos los Catacora provendrían del mismo tronco caciquil y naturales de la zona. Vale decir de Ácora.

Para nosotros, hasta el momento, no eran más que caciques surgidos al calor de la coyuntura post toledana. Esto, porque, en los testimonios recogidos por Garci Diez de San Miguel, en Ácora, el 1 de diciembre del 1567 y, también en el padrón de los mil indios ricos de la provincia de Chucuito; hecho por el Fray Pedro Gutiérrez, en 1574, jamás se menciona a ningún Catacora de tanta riqueza como tampoco había ningún Catacora que haya sido cacique anterior a esta fecha, no al menos hasta 1568, año en que don Cristóbal Catacora aparece como el primer cacique interino de la familia, en reemplazo de don Felipe Cahuana; cacique ilegítimo de la parcialidad de Janansaya quien había fallecido “repentinamente”.

De manera que, no hay antecedente ancestral caciquil de este linaje, sólo se podría decir que fue una noble familia aymara natural de la comunidad de Qhiyalla de la que fue patriarca el padre de don Cristóbal Catacora[4], casado probablemente con una dama nativa de linajuda estirpe local y que una de las hijas de este matrimonio; bautizada con el nombre de Braulia Isidora Catalina Catacora, mantuvo concubinato con nada menos que, el primer soldado español llegado a Ácora; llamado Francisco de Carbajal (famoso lugarteniente de Gonzalo Pizarro), conocido como “El demonio de los Andes”, iniciándose con ello la otra estratificación de los Catacora.

En adelante, entronques matrimoniales de esta naturaleza con los primeros españoles, han hecho que los miembros de esta familia se conviertan en poderosos caciques y grandes aristócratas de la sociedad colonial. Sabido es que, apenas llegada la españolada a Ácora, los Catacora, tuvieron una pronta aproximación con los invasores convirtiéndose así en “mistis” y caciques hereditarios como queda dicho. En tanto, los españoles habían dado sus apellidos en los vástagos procreados en hijas de los principales, pero, como era costumbre de la época llevar primero el apellido materno, los hijos nacidos de padres españoles antepusieron el apellido Catacora, de ahí que se ha tenido los apellidos Catacora de Carbajal, Catacora de Martínez, Catacora de Cabrera y Sotomayor, Catacora de Heredia, Catacora Rivero y Sandoval, Catacora de Montes de Oca, etc., etc., todos ellos, caciques.

Parece que el único matrimonio cacical nativo fue el de Cristóbal Catacora que no casó con española ni mestiza, su esposa fue María Taquecaña; pariente de los caciques de Copacabana[5] y que una de las hijas, Doña Isabel Camachun Coya (nacida en Ácora), casó con Diego Chambilla, el cacique joven de Pomata.

Así, en función de la cambiante situación y, finalmente, el grado de “acomodamiento”, los Catacora de la elite se convierten en grandes potentados que acumularon grandes riquezas y “Honores”. Las tierras de Ácora, Sama, Moquegua, Tacna y parte de Chucuito eran de ellos hasta finalizar el siglo XVIII.

Adentrándonos un poco más en la historia de esta familia caciquil, un análisis de la revisión de los documentos existentes a partir de 1567[6], nos permitirán dilucidar mejor esta hipótesis de que los Catacora, recién alcanzan el cacicazgo de Ácora a partir del dominio español. Más claramente a partir de las ordenanzas del Virrey Francisco de Toledo.

El primero en aparecer en la línea de caciques es Cristóbal Catacora, allá por el año 1568. Según versión propia, era cacique interino de la parcialidad de Janansaya. De su patrimonio material y bienes, se dice que “tenía residencia administrativa en Ácora, pero vivía en el ahora desaparecido pueblo de Sangota y que poseía minas de plata, era azoguero y tenía terrenos en Chucuito, Juli, Ácora y en la costa”[7].Además, de entroncamiento con su pares caciques del alto Perú.

Para la misma época, José Luis Ayala (2009), refiere que, el quipo camayo, don Lope Martin Ninaraqui llevaba las cuentas de Diego Catacora de Ácora. Dice, “se trataba de un poderoso dueño de una cuantiosa fortuna heredada de sus antepasados”. Sin embargo no sabemos si este personaje fue cacique o simplemente un potentado de la época.

Lo cierto es que, cinco décadas después, el cacique en suceder a Cristóbal en el cargo, fue su hijo Pedro Catacora que gobernó la parcialidad de Janansaya, entre 1619 a 1639. El otro hijo, de nombre Francisco Catacora, también fue cacique; aparece como tal, hacia 1640 y se cree que heredó el cargo de su progenitor Cristóbal Catacora en línea directa de los caciques. En todo caso fue cacique de la parcialidad Jurinsaya.

Hacia 1640, Blas Ignacio Catacora es cacique de la parcialidad de Janansaya, casó con María Cabrera y Sotomayor y su gobierno duró aproximadamente desde 1640 a 1665. Su nombre completo fue Blas Ignacio Catacora Rivero y Sandoval y es hijo heredero de Francisco Catacora y Magdalena Rivero y Sandoval.

Hasta aquí, estos últimos caciques, consignan en verdad una gran riqueza consistente en minas, terrenos, ganado, casas, sembríos y ascendencia de orden étnico. Por ejemplo, Blas Ignacio Catacora era dueño de la mina “descubridora” del asiento minero “ipabeco” que en estos días desconocemos la ubicación; otro, era la mina de San Juan de Dios, que está en la actual comunidad de Aguas Calientes.

Ya, al alrededor de 1685, se ubica a Felipe Catacora como cacique en el partido de Jurinsaya y, a Ignacio Catacora por Janansaya. La hija de este último, Juana Epifanía de Cabrera y Sotomayor casó con Cristóbal de Heredia, cacique principal de Ácora, azoguero y hombre de gran Fortuna (Ayala 2009: 59)

Hacia 1690, Juan Fermín Catacora, aparece como cacique principal de Ácora manifestando ser hijo heredero de Blas Ignacio Catacora. Y, de él sabemos que, Juan Basilio Catacora Cabrera y Sotomayor, hijo (menor) de Blas Ignacio aún no había llegado a ejercer el cacicazgo porque esa categoría le correspondía a su hermano mayor llamado Felipe.

Felipe Catacora fue Cacique del partido de Jurinsaya a partir de 1685 hasta los rededores de 1697[8]. Junto a él, es también cacique don Ignacio Catacora del lado de Janansaya. Y ambos, poseían también una cantidad de dominios de tierras de pan llevar. De este Felipe Catacora no se supo más, salió a Umasuyos de la hoy Bolivia. Creemos que dejó descendencia en esos lares.
Entrando al siglo XVIII (1700), de fecha aún no esclarecida, aparece doña Petrona Pérez y Catacora como la primera mujer gobernadora de Ácora o “Mama T’alla”, había sido nombrada directamente por el Rey de España Carlos IV según Fermín Ardiles (1975: 18).

Ya en pleno Siglo XVIII, 1734, es cacique don Manuel Salvador Catacora quien además, fue cacique interino de Jesús de Machaca (1734-40) en la actual Bolivia. Su hija Bárbara Catacora (n. 1698) casó con el cacique de Jesús de Machaca Don Joseph Fernández Guarachi (1668-1734) gobernador mayor de los cuatro suyos y Mallku de su cacicazgo desde 1681 a 1734[9]; de este matrimonio se produjo seis hijos de los cuales murieron tres varones y sólo sobrevivieron: Pedro Salvador, Teresa y Petrona Fernández Catacora. El primero fue también cacique, pero, se puso el apellido de su madre (las razones son desconocidas); fue conocido como Pedro Salvador Catacora y gobernó desde 1734 a 1745. Se dice que, su periodo fue "con poco cuidado y mal gobierno"[10].

Teresa, la segunda hija de Don Joseph Fernández Guarachi, había casado con Manuel Catacora, cacique y gobernador del pueblo de Ácora; y Petrona, la hermana menor de ésta, con Pedro Lucas Paxsipati, hijo de Nicolás Paxsipati, cacique y gobernador de Tiwanaku”[11]. Así esta rama fue emparentándose con mandos de linaje y acumularon ingentes cantidades de ganados, depósitos y propiedades que fueron heredándose de padres y abuelos.

Carlos Catacora y Juan Basilio Catacora; hermanos, ambos fueron caciques de Jurinsaya. El primero heredó del segundo más o menos hacia 1714 y gobernó hasta 1763 aproximadamente, antes de que Nicolás Romero y Fuster lo tomara[12].

Agustín Catacora y Augusto Portugal respectivamente, son otros caciques que se registra anterior a 1780. El primero había casado con María de Heredia Aguayo y fue nombrado en la época en que era Gobernador de Chucuito Don Ramón Moya y Villaroel. Años más tarde, ubicamos a Ignacia Catacora, otra mujer cacica que aparece en juicio seguido contra el cacique Manuel Sayas, en 1784.

Alrededor de 1786 encontraremos a Felipe Mamani que ejerce el cacicazgo por su esposa Petrona Catacora. No sabríamos decir si es la misma persona que venimos mencionando o la que enseguida viene. Es 1790, y aparece nuevamente Petrona Pérez Catacora como cacique junto a Pascual Toledo. Era la segunda vez que esta dama ostentaba el cargo y que tenía una ingente cantidad de propiedades.

Alrededor de 1793, será María Pérez Catacora la otra mujer cacica en aparecer, su gobernación es de la parcialidad de Jurinsaya. Por la misma época, es cacique don Manuel Catacora de la parcialidad de Janansaya y, éste, hacia 1780, hereda a Isidora Catacora, que gobernó hasta 1796. Al llegar este periodo se sella con mayor ímpetu la alianza con los españoles, y así los Catacora llegan a la nota más culmi­nante de su desarrollo económico y social, casan a las hijas con familias españolas de poderes políticos muy importantes para de esta manera entroncarse en el poder convirtiéndose en poderosas autoridades que abusaban de los miembros de los ayllus. Pues así constan las denuncian por atropellos[13]. El ejemplo es la T’alla Isidora que abiertamente prevaricaba al lado de los corregidores, se embriagaba a casi diario junto a su hijo Juan Gualberto Atienzo Catacora y hacía trabajar gratuitamente a los indios en sus fundos, bajo castigo exigía a los campesinos servicios personales, usurpaba terrenos a cambio de prebendas o dinero, etc. En resumen, casi no se diferenciaban de los grandes propietarios españoles y criollos. Tenía una riqueza incalculable que hasta se dio el lujo de comprar el blasón heráldico española y título honorifico de Villa Coronada para Ácora.

Muerta Isidora, habría asumido la gobernación su primogénita la T’alla Manuelita según Carlos Escalante Catacora[14], y, a ella, la última cacica, la T’alla María Eugenia o Candelaria Catacora. Esta cacica aunque huérfana a temprana edad, heredó muchas riquezas, títulos y gran poder de sus antecesores. Las haciendas Molino, Santiago de Carumas, San Carlos y otras como las famosas minas de Qaqachara fueron de ella y su hermano menor José Antonio. Para su mala suerte casó con Carlos Aguilar Cáceres y no dejó sucesores, murió repentinamente al año de casada, dejando al marido como el único heredero de la herencia de los Catacora que era, toda Ácora. Aquí comienza la tragedia de la familia caciquil. Carlos Aguilar, después de desterrar a su cuñado menor hacia el caserío de Ch’inta o Ujini, por la fuerza queda como dueño y poseedor de todas las riquezas y contrae segundas nupcias con Feliciana Guzmán, dama natural de Yunguyo, y con ella tuvo tres hijos: Braulia, Fremiot y Carlos Ricardo Aguilar Guzmán. La primera, contrae matrimonio con nada menos que el yunguyeño Melitón Arroyo el tristemente recordado criminal y magnate de la historia de Ácora. Este matrimonio tuvo una sola hija; María Arroyo Aguilar, moza que prácticamente vivía enclaustrada en la mansión Arroyo Aguilar, pero, por cosas del destino conoce al arequipeño Leónidas Mendoza, el primer telegrafista de Ácora, y casa con él. Duró poco tiempo el matrimonio. Leónidas enviudó muy joven y con niño muy tierno, es obligado por la suegra, doña Braulia Aguilar, a convivir con la cocinera de la casa villa. No obstante en el matrimonio de María y Leónidas hubo un heredero de nombre Víctor Mendoza Arroyo, más tarde conocido como “el pobre millonario”[15], varón quien no supo qué hacer con tanta cantidad de propiedades y haciendas, razón por la cual, contrató a Mariano Portugal Catacora[16]en la administración y éste terminó enriqueciéndose. Será Elva Pinto la viuda legítima quien reclama la herencia y pide por juicio, cuentas al administrador hasta que el advenimiento de la reforma agraria los sorprende.

Víctor Mendoza Arroyo, en segundas relaciones convive con Dionisia Barra conocida como “qichincha”, pero, a raíz de su separación con la primera mujer, se dedica a la bohemia y muere en accidente. En tanto, los otros descendientes de las otras ramas de los Catacora se encontraban en largos juicios de nunca acabar. Por ejemplo, doña Rosenda de Sosa Carbajal y Catacora contrajo matrimonio con el médico Mariano Ardiles, venido de Chile, su concuñado Pedro Aguilar lo asesinó a balazos por pleitos de bienes cuando un día domingo salía a la solemne misa de doce a cumplir sus deberes de cristiano. Cayó en el zaguán de la casa y su muerte originó la “vendetta” de Catacoras contra Aguilares que ensangrentó Ácora y sólo acabó cuando esa generación de ambas familias rivales y enemigas murieron[17].
En Puno parte de las propiedades de los Catacora heredado por Víctor Mendoza Arroyo, fueron dados en donación al colegio La Merced, el actual local de los bomberos y parte del estadio Torres Belón.

[1] Ciudad Capital del Distrito, perteneciente a la Provincia y Región Puno.
[2] El mundo letrado de los Lupaca. Alfabetización y Primeras Letras a fines del siglo XVI e Inicios de XVII en: Pleitos y Riqueza. Los Caciques Andinos en Potosí del Siglo XVII. EDIC.2010.
[3] En: Juan Basilio Catacora Heredia. Protomártir de la Independencia Americana. pág. 62.
[4] Primer Cacique del clan.
[5]Marcela INCH, 2010: 510
[6] Visita Hecha a la Provincia Por Garci Diez de San Miguel, en 1567.
[7] Juan Basilio Catacora Heredia: Protomártir de la Independencia Americana. 2009.
[8]Rómulo Cuneo Vidal: Historia de los Cacicazgos Hereditarios del sur del Perú. 1977: 117.
[9] Ariel Jorge Morrone:“Legitimidad, Genealogía y Memoria En Los Andes Meridionales: Los Fernández Guarachi De Jesús De Machaca (Pacajes, Siglos XVI-XVII).2010: 211-237.
[10] CHOQUE CANQUI, Roberto. Jesús de Machaca: la marka rebelde 1, cinco siglos de Historia. 2003 pág. 65.
[11] Testamento de 1734 por Joseph Fernández Guarachi. en: Jesús de Machaca: la marka rebelde 1, cinco siglos de Historia. Plural Editores, La Paz, Bolivia. 2003 pág. 64
[12] Archivo Histórico Regional de Puno. Documento de juicio seguido en 1794 a 1796.
[13]Queja presentada y seguido por los años 1787 en contra de la Cacica Isidora Catacora, por conducta desarreglada. Archivo Histórico Regional de Puno.
[14] Descendiente de la familia de Caciques Catacora, nacido en Ujjini, Ácora.
[15] Información oral del Maestro Carlos Escalante Catacora. Puno, 31-07-2014.
[16] Tío del actual congresista y ex alcalde de Puno.
[17] José García Garnica. Crónicas puneñas: “Los Catacora y su Principado, Elogio de Ácora y de su pasado. 1980.


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