El encuentro entre Efraín Miranda y Sebastián Salazar Bondy


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Escribe: Walter Paz Quispe Santos | Sociedad - 19 Apr 2015


Con un cuaderno lleno de poemas, los sueños inconclusos y abrigados con el frío del altiplano, una sombra errante de la hacienda de Condoraqui había partido por los caminos del infierno helado, cantando:

¿Qué es la vida?
Una flor
¿Qué es la muerte?
la misma flor, siguiendo el curso de una espira que se angosta
los ríos se llevan copias del cielo
y de los esféricos follajes
al mismo tiempo que se despiden sus aguas: adiós… adiós… adiós
Yo ¿qué llevó?

Llevaba un esqueleto, ecología e historia machacada en forma de metáforas en busca de la realidad de la utopía. Y la utopía se hizo realidad. En las puertas del diario “La prensa” de Lima. Efraín Miranda preguntaba por trabajo a un hombre alto y delgado, de mirada penetrante, manos danzantes y nariz afilada. Ese hombre era Sebastián Salazar Bondy.

¿Qué sabes hacer?- Le dijo. Efraín le mostró unas hojas escritas. El flaco Sebastián las hojeó e impresionado las leyó. Préstamelas, agregó, y vuelve mañana. Era la década del cincuenta, la Lima madura todavía bailaba el vals y se enamoraba con los boleros de Felipe Pinglo Alva, la juventud se hacía crecer el cabello y las barbas, se producía la liberación del sexo y las drogas para soñar, se escuchaba el twist y John Lennon era el ídolo junto a los Beatles. Ocurría la rebelión universitaria y se soportaba la tiranía de Odría.

Al día siguiente, Sebastián Salazar Bondy le devolvió su cuaderno y le sugirió publicarlo. –Hay que conseguir dinero-, dijo. ¿No tienes algún familiar que te preste?- agregó. Tengo un hermano lejos de aquí, habría dicho Efraín. Después de algunos días, el hermano estaba en Lima con el dinero para la publicación, gracias a una carta de Salazar Bondy, quien advertía un hermoso prólogo en su cuaderno de poemas.

Francisco Campodónico y Boris R. Chuvarovsky habían preparado toda la estructura del libro y ya estaba en la imprenta. Así nacía “Muerte cercana”, llena de calor y con largo aliento. Después de su venta, el poeta había pagado el préstamo a su hermano y se había comprado unos zapatos.

Para Whitman, el poeta es un vidente que es capaz de discernir la divinidad de todas las cosas. Efraín Miranda había sentido esa influencia leyendo “Canto a mí mismo” o “Leaves o grass”, donde Whitman recurre al aspecto más profundo de su experiencia y revela una fascinación con respecto a la muerte. El tono existencial de “Muerte cercana” es una interrogante próxima sobre la existencia y la respuesta clara de la naturaleza a través de la cosmovisión del poeta. Rainer María Rilke, en “Cartas a un joven poeta”, aconseja describir las tristezas y los anhelos, los pensamientos fugaces y la fe en algo bello y decirlo con íntima, callada y humilde sinceridad. Para Rilke, una obra de arte es buena si ha nacido al impulso de una íntima necesidad. El adentrarse en sí mismo y explorar las profundidades de donde mana la vida, era el hálito que debía respirar un poema. Efraín Miranda exhala en cada uno de sus poemas ese desbordamiento espontáneo de poderosos sentimientos. El poema a las puertas es la metáfora total para explicar las tensiones básicas de “Muerte cercana”.

Entre la vida y la muerte media una puerta oscilante…
entre el dolor y la alegría una puerta entreabierta
(la hoja abierta es la del dolor y la hoja siempre cerrada es la de la felicidad)
entre el mundo de la razón y el mundo de los instintos oscila una puerta tendida,
entre el día y la noche una puerta invisible,
entre Dios y los hombres una puerta infranqueable.

Los niños tienen una puerta pequeña
y los adultos una puerta grande,
las mujeres una puerta de flores blancas
y los ancianos una puerta de troncos cansados.

Hay quien tiene una puerta ornada y abierta a las estaciones,
de pie aguarda a la que se aproximara muy leve,
mirará en el interior, y en silencio
cerrará su puerta para siempre.

El poema nos presenta las barreras de la existencia y la necesidad de apertura de múltiples puertas laterales. Los azares y el sentido. Los límites y los nuevos territorios de la vida y el tiempo. El racionalismo y las potencias irracionales, lo natural y lo sobrenatural, la inocencia y la experiencia; la levedad del ser, su eclipse total. La muerte ha sido inventada para comprobar que vale la pena vivir. En suma, el observar el mundo de Miranda y el mundo que observamos en su poema nos presenta un dualismo de profundidad filosófica contingencialista y existencialista.

Sebastián Salazar Bondy había dicho, en el introito al poemario: “Qué limpios sus ojos y qué espontánea su voz, cuando descubre y dice que el universo está revestido a pesar de sus inmemoriales miserias, de enceguecedora belleza… el tono confidencial, el monólogo, le permiten poner a la luz verdadera lo que en secreto, íntimamente su corazón, fecunda impaciente. Este es el compromiso que Miranda suscribe con el mañana y todo parece indicar que está decidido a responder de él sin prisa, sin flaqueza, con intensidad y sinceramente”

Efraín Miranda cumplió el designio de Rilke y Salazar Bondy.


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