Los esclavos no festejan el día del trabajo


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Escribe: CARLOS FLORES | Sociedad - 03 May 2015

La triste experiencia de Ana Laura, “Zunduri”, ha conmovido a personas en todo el mundo y ha mostrado la realidad de millones de personas que padecen la esclavitud en pleno siglo XXI


UN CASO ENTRE MILLONES

Esto podría estar pasando a metros de nuestro hogar. Ana Laura, o “Zunduri”, vivió un auténtico calvario en una Tintorería de la ciudad de México DF, donde era obligada a “trabajar”, si cabe el término, durante 14 horas seguidas, planchando decenas de camisas al día. Sus “empleadores” aseguraban su cautiverio mediante una cadena que sujetaba su cintura, la golpeaban con palos y fierros, no la dejaban dormir y, con auténtico sadismo, llegaron incluso a quemarla con planchas calientes.

Esta situación la soportó durante dos años, hasta que hace algunos días, por un descuido de las personas que la tenían cautiva, pudo escapar y recurrir a una de sus amigas. Con ella, fueron a un médico que finalmente las conminó a recurrir a la justicia.

Los exámenes médicos determinaron que, producto de dichas condiciones, su estatura se redujo a 1 metro 35 centímetros, no presenta ciclo menstrual, sus senos desaparecieron, tiene gastritis aguda y la amenaza una falla renal. A sus 22 años, su cuerpo presenta un desgaste propio de una anciana, pero tiene el peso y la contextura de una niña de 14 años.

Su resentimiento y dolor se resumen en la frase: “Quiero que paguen cada lágrima”, dirigida a las 5 personas que la esclavizaron. Se trata de la propietaria de la tintorería “Planchaduría Express”, quien junto a su esposo y tres mujeres de su familia, eran cómplices de este caso de trata de personas.

La propietaria del negocio fue identificada como Leticia Molina, cuyo cinismo la llevó a justificar el martirio de Zurundi, diciendo que la encadenaba porque “era muy agresiva”.

¿Cómo se llegó a esa situación? Como tantos casos similares, se trata de una mujer sola, quien por necesidad tuvo que recurrir a la propietaria de la Tintorería, quien aprovechando que a veces quemaba algunas camisas, la cargaba con deudas. De esa manera obtenía la ventaja sicológica necesaria para someterla a su trato inhumano.

Días después de la intervención a las 5 personas, las autoridades mexicanas localizaron a la madre de Ana Laura, “Zunduri”; ella dijo que su hija escapó de su casa a los 15 años de edad y que, un año después, regresó con la noticia de que estaba trabajando en la Tintorería. La mujer simplemente dejó que ella se fuera, pero se contactó con la propietaria del negocio.
Tiempo después, cuenta la señora, dejaron de recibir noticias de su hija y al buscarla en la tintorería, los propietarios negaron su presencia y la intimidaron para que no insista.
Para ese entonces, Zunduri, quien había dejado de convivir con su novio, estaba completamente sometida a la familia de Leticia Molina.

80 MIL EN PERÚ

El caso es uno de los 36 millones que, se calcula, existen en el mundo. En el Perú, tuvo que llegar un español para hurgar en un tema que no goza de la atención de una prensa dedicada a escudriñar más en las intimidades de Milett Figueroa.

En el reportaje de la cadena RT en Español se afirma que cerca 80 mil peruanos viven en condiciones lindantes con la esclavitud, una buena parte de ellos son trabajadores domésticos, mientras los otros están abocados a servicios sexuales en zonas de minería ilegal y narcotráfico. Además existen reiteradas denuncias de trabajadores peruanos esclavizados en fábricas extranjeras.

El caso de 17 trabajadores que fueron rescatados de un taller de costura en la ciudad de Sao Paulo es sintomático. La llamada “esclavitud moderna” está obviamente ligada a la migración. Las personas sin familiares, con grandes necesidades de trabajo, son especialmente vulnerables.

ARAÑANDO EL ESCLAVISMO

¿Qué es la esclavitud moderna? La ONG internacional Anti-Slavery, la define como un trabajo en condiciones de servidumbre en el que a las personas se les vende como a objetos, se les obliga a trabajar por salarios irrisorios y viven a merced de quienes los emplean.

Cabe observar que la tendencia general en nuestro mercado laboral es acercarse a lo que la ONG define como “esclavitud”. Las sucesivas flexibilizaciones laborales, el debilitamiento de las organizaciones de trabajadores, el silenciamiento mediático de los problemas laborales y varios otros factores han hecho lo suyo.

De considerar a las personas como objetos a considerarlos como “recursos”, también hay muy poco. La esclavitud tiene sustento en la deshumanización del esclavo, al que se le considera como un animal parlante, cuya posición es insignificante con respecto a su poderoso empleador. De esa manera, la condición actual del trabajador tiene peligrosas coincidencias con lo que algunos llaman esclavitud moderna.


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