El embarazo adolescente


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Escribe: Roxana Marisol Carpio Almonte | Sociedad - 24 May 2015


“Eli”, a quien denominaremos así en adelante, tiene 17 años de edad y se embarazó cuando tenía 15 años. Ella estuvo incluida dentro en ese porcentaje de partos atendidos hacia adolescentes en los establecimientos de salud de nuestra región. Actualmente hay un 65.8% de partos atendidos en adolescentes de 12 a 17 años, según la DIRESA-Puno, en el 2014.

“Antes de que saliera embarazada, mi mamá falleció hace tres años atrás; yo necesitaba ese calor de madre, la cual no tuve porque en un padre no se puede encontrar ese calor y confianza. Yo me acostumbré al papá de mi hijo, él era la única persona que me escuchaba, que me entendía y sentía que era la única persona en ese momento y que con él yo hacía lo correcto y me sentía bien. Pero cuando salí embarazada, él me dejó de lado y ahí entendí muchas cosas, tal vez confundí el cariño que él me daba con el cariño que necesitaba de mis padres como adolescente”, me cuenta reflexivamente “Eli”. Ciertamente, estas fueron las circunstancias que rodearon su embarazo.

Penosamente hay muchos casos como los de ella, pero hay una gran diferencia… “Eli” es huérfana de madre, a decir de otras adolescentes que cuentan con padres, pero no con su indispensable acompañamiento para prevenir el embarazo adolescente.

Para el sociólogo Samuel Gallegos Copa, catedrático de la Universidad Nacional del Altiplano, debe existir una determinada cantidad de horas para que los padres estén en contacto con sus hijos, no solamente regulando la vida que ellos tienen, sino, sobre todo, en el proceso de acompañamiento, de sugerencias o recomendaciones, en la vida académica y hasta cierto punto cuando ya son adolescentes, inclusive en la parte sentimental. Esta etapa de la vida de los adolescentes es una etapa compleja donde necesitan de mayor acompañamiento de los padres y muchas veces no lo encuentran, y lo que hacen es recurrir a un segundo espacio, que son los amigos adolescentes y no necesariamente son recomendaciones acertadas.

EL TIEMPO Y ACOMPAÑAMIENTO PARA LOS ADOLESCENTES: EL TALÓN DE AQUILES DE LOS PADRES.

Cuando relacionamos el tema del tiempo y el acompañamiento a las adolescentes, seguramente muchos padres de familia se ven enfrentados con su talón de Aquiles. Así también, el sociólogo Samuel Gallegos sostiene que se debe tomar en cuenta que los padres de familia se ven obligados a insertarse en actividades laborales, justamente para llevar el sostén económico familiar, lo cual hace que los padres dediquen menos tiempo y por ende menos acompañamiento y atención a sus hijos.

Corroboremos esta afirmación con el testimonio de Mariluz Larico Ilaquita, una madre de familia dedicada al comercio. Ella cuenta que dedica su tiempo al trabajo prácticamente todo el día. Le pregunto acerca del tiempo que dedica a su hija, ella responde -haciendo mea culpa- que es poco el tiempo que le dedica. “Sólo en momentos que necesita ayuda para sus tareas, pero más me dedico al negocio”, dice Mariluz, expresando un poco de pesar.

Negar la necesidad de trabajar como padres de familia para el sostenimiento familiar, que incluye por supuesto a las adolescentes, sería una torpeza; del mismo modo, sería otra torpeza negar la necesidad de un amoroso acompañamiento de los padres hacia sus hijas adolescentes. No se les pide dejar el trabajo, se les pide simplemente una calidad de tiempo que permita comunicarse como un amigo o una amiga más con las menores hijas o, de lo contrario, ellas se verán en riesgo de enfrentarse cara a cara con un embarazo no deseado, tal como ocurrió con “Eli”.

PROBLEMAS QUE AFRONTÓ “ELI” EN SU EMBARAZO.

“Cuando estaba en el colegio, con cuarto de secundaria, terminé el año con cuatro meses de embarazo; yo dije este año tengo que terminarlo como sea y no jalé ningún curso”. Tal como cuenta “Eli”, afrontó valientemente su embarazo a sus cortos 15 años. Y también tuvo que afrontar las burlas de sus compañeras: “se burlaban de mí; al mirarme en Bellavista, cuando estaba caminando, ellas cuchicheaban y decían: ‘ay, mira la Eli, tanto que era santita y mira ahora cómo está”.

Entre tanta desesperación y un futuro incierto, Eli pensó en algo extremo: el aborto, el cual también pudo poner en riesgo su propia vida. “En algún momento pensé en abortar, porque sentía dentro de mí una desesperación muy grande, decía ‘qué va ser de mí, de mi familia y cómo van a reaccionar; si es que no lo reconoce, qué voy a hacer, ¿voy a trabajar, podré volver a estudiar?’”. Pero ella decidió no abortar.

ADOLESCENTES NO PREPARADAS NI FÍSICA, NI PSICOLÓGICAMENTE PARA SER MADRES.

Nadie sabe, en principio, ser madre o padre; y qué podemos decir de las adolescentes, agregando que tampoco están preparadas físicamente. Así también sustenta Manuel Rodríguez Cáceres, psicólogo de la Dirección Regional de Salud: “Para un proceso de tanta responsabilidad, el ser humano primero debe estar preparado físicamente y, como comprendemos, la maduración psicológica es mucho más compleja; entonces la respuesta es que no está preparada ni física ni psicológicamente, porque todo tiene su proceso, altera el curso del normal crecimiento, desarrollo y maduración del ser humano, y eso va a afectar negativamente en muchos aspectos”.

“Eli” también concuerda, desde su experiencia de ser madre adolescente, en que le costó adaptarse a su nueva vida. “Como adolescente, cuando tuve mi hijo -dice- quería ir a pasear con mis amigas, pero no podía ir; tenía que cargar a mi bebito, porque siempre me preocupaba el qué dirán las personas, porque a veces siempre te dicen: ‘¡ahhh!, mira, tan chica y con su wawa’”.

Esta joven adolescente, queriéndolo o no, tiene que afrontar su nuevo rol en su primaveral edad. “Es difícil porque es mucha responsabilidad criar un bebé; no es cualquier cosa, no es un juguete, tienes que hacerle comer, se enferma, necesita un cuidado especial; y lo que es más, uno tiene que trabajar para mantenerlo”, confiesa, compungida.

Los padres de familia saben más que nadie que la maternidad no es juego y menos si es en una adolescente. Los problemas y consecuencias no tardan en llegar.
PROBLEMAS Y CONSECUENCIAS TAN POCO REFLEXIONADAS.

De este punto se ha hablado y repetido muchas veces. Pero no se ha reflexionado. Es tal vez por ello que en nuestro país, alrededor del 13% de jóvenes de 15 a 19 años ya son madres o están gestando por primera vez, según datos de la encuesta de salud familiar (ENDES).

“Las consecuencias que va a traer es afectar, en nivel individual, su autoestima, su proyecto de vida; a nivel familiar, generalmente los padres no aceptan esta situación porque es algo que no estaba previsto y, a nivel social, debe someterse a un rechazo social”, afirma el psicólogo Manuel Rodríguez.

Por otro lado, el sociólogo Moisés Gallegos advierte que cuando no se presenta un acompañamiento debido de los padres de familia, es más probable que se dé esta situación. Las consecuencias del embarazo adolescente no sólo representan un problema para la joven, sino también para la sociedad, puesto que aparte de frustrar sus estudios va a empezar a frustrar lo que es el capital humano y eso va a repercutir en una reducción de mano de obra calificada para la sociedad.

EXHORTACIÓN DE UNA MADRE ADOLESCENTE A LOS PADRES DE FAMILIA

Desde la experiencia de Eli, quien a sus 17 años ya es madre de un niño de año y medio, los padres de familia deben acompañar a sus menores hijas en la difícil etapa de la adolescencia:

“A los padres les digo que escuchen a sus hijas y hablen con ellas, es importante saber qué es lo que pasa con sus hijas, qué es lo que les incomoda, porque hay veces que es más importante el trabajo y no prestan atención a los hijos; por favor, reflexionemos acerca de esto, porque nadie es correcto en esta vida, todos nos equivocamos, debemos de aprender a ser un poco más correctos”.

“Eli” nos lleva a un punto de reflexión acerca de que nadie es perfecto en esta vida, padres incluidos. A decir de ello, pongamos punto a parte al motivo trabajo y finalmente pongamos en la mesa el miedo que muchos padres sienten para poder comunicarse y acompañar a sus hijas.

La entrevista con algunas adolescentes escolares reafirma lo anteriormente dicho. Lourdes, de quince años, por ejemplo, me cuenta que no tiene una comunicación tan fluida con sus padres, porque están más abocados en sus labores y eso no los deja conversar con ella; su madre, especialmente. Acerca de haber hablado del tema de sexualidad, afirma lo siguiente: “no, porque sienten vergüenza de hablar con sus hijos, o algo así”.

“Se dice que es difícil dar lo que no has recibido, pero son nuestros hijos y debemos buscar el momento oportuno para decirle: ‘hijo ¿podemos conversar?’. A veces los padres hemos cometido algunos errores, entonces tal vez sea eso que está haciendo que el adolescente actúe de determinada manera. Pero para eso existe el diálogo, la explicación, los acuerdos, porque con el adolescente se trabaja con acuerdos. La capacitación en estos casos también es importante”, aconseja el psicólogo de la DIRESA-Puno.

Es imprescindible, finalmente, reflexionar acerca de que aunque las adolescentes encuentren información afuera, es necesario y bueno que en casa se refuerce esta información con los valores. En casa, hablar de sexualidad es enseñar a tomar decisiones, a tener su punto de vista claro, a saber decir NO, a poder manejar información sin miedos. Esto se puede ir haciendo poco a poco, dando y pidiendo opiniones de lo que se ve o escucha en los medios de comunicación serios, como este, o en el mejor de los casos, ir a consultar a un especialista. Hoy, romper con el miedo, es muy importante.


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