El Ekeko y otros antecedentes de las alasitas actuales


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Escribe: Los Andes | Sociedad - 04 May 2016


JÜRGEN GOLTE Y DORIS LEÓN GABRIEL

El Ekeko

El Ekeko es una figura que tradicionalmente está vinculada a la venta de alasitas, incluso podemos afirmar que su imagen está más difundida que las ferias de Alasitas.

Frecuentemente encontramos figuras del Ekeko en tiendas y negocios, cargando bultos de víveres y otros objetos, como casas y autos sobre la espalda. Los materiales y diseños con los que se le elaboran son muy diversos. En tiendas prósperas, la imagen no solo está hecha de yeso, vestida con ropa y chullo (o sombrero), portando diversidad de objetos hechos de cartón o plástico, bolsas conteniendo granos y otros alimentos e imitaciones de billetes de dinero, sino que hay versiones elaboradas en plata u otros materiales más sofisticados.

Algunos Ekekos pertenecen a los dueños de los negocios y por ello no son vendibles, pues son de “uso” de los comerciantes, lo cual muestra su creencia en esta imagen. Aunque se les ofrezca sumas elevadas no acceden a su venta, pues muchos están convencidos de que la prosperidad de su negocio se basa en las bondades del Ekeko.

Por las facultades que se atribuyen a este personaje, es adquirido por las personas y familias para mantenerlos en sus casas por el simbolismo de los alimentos y diversos bienes materiales que carga y que podemos considerar como alasitas. Por lo general, encontramos su imagen en muchos puestos de ferias artesanales y mercados, incluso en puestos que no venden alasitas propiamente dichas, ya que a la figura misma se atribuye la capacidad de asegurar el bienestar de la familia, para lo cual le deberán proveer de un cigarrillo prendido que “fumaría” cada martes y viernes. Es decir, la relación del Ekeko con sus dueños es por lo general de reciprocidad: el Ekeko devuelve con creces lo que sus dueños le han ofrecido.

Hay una idea clara de reciprocidad entre el Ekeko y sus poseedores, pero en comparación con la reciprocidad usual entre campesinos, se supone que el Ekeko devuelve lo que se le ha “ofrecido”, incrementándolo. Entonces, el Ekeko tendría la capacidad de hacer realidad los pedidos de la gente del mismo modo que las alasitas, ya que los objetos retribuidos por ambos nacen en un universo de fertilidad entre el principio masculino y femenino.

Como veremos más adelante, el Ekeko es equiparado con Tunupa, que es el que genera el universo y por lo tanto une elementos femeninos y masculinos, sin ser explícitamente hermafrodita.

No está muy claro cuándo aparece el Ekeko en las ideas de la población aymara. El problema probablemente surja de que la casi totalidad de las figuras del personaje tiene rasgos que no son propios de los aymaras, como la tez clara, bigotes y su vestimenta. A pesar de que, por lo general, tiene puesto un chullo, parece ser más propio de un comerciante arequipeño de clase media. Si no estuviese ligado a costumbres de larga data, y en muchos aspectos parece haber sido un personaje central en la efectividad de las alasitas, uno buscaría la explicación de la imagen más bien en el presente o un pasado no muy lejano. Es más, no hemos podido encontrar imágenes del Ekeko en representaciones, pinturas o fotografías previas a fines del siglo XIX.

La foto más temprana de un Ekeko semejante a los actuales, si bien con un aire de “aventurero”, es una publicada por Posnansky en 1903, reproducida por Butrón (1990: 48). Otra, que al parecer data del siglo XIX, se halla en la misma publicación, pero en esta imagen el Ekeko, aunque luce su mostacho característico, no está cargando objetos. Durante el siglo XX encontramos muchas representaciones semejantes a las que se encuentran hoy, como por ejemplo en una caricatura de 1943 (Butrón 2004: 103), en la cual pisa a Adolfo Hitler en el “Cementerio de Stalingrado”.

Además, Butrón añade sobre el Ekeko: “La cultura Callaguaya o Kallawaya, muy a propósito, cuenta también con un talismán lítico denominado Keko que consiste en una efigie tallada de un ser humano gibado a quien se le atribuye el poder de brindar fortuna. Es posible que exista una relación entre este talismán y el Ekeko en cuanto a los poderes que le atribuyen e incluso en el tamaño.” (Butrón 1990: 45).

Una posible explicación del tipo de vestimenta del Ekeko es, como afirma Walter Tapia, que la costumbre antigua era adquirir un muñeco y en una fiesta familiar vestirlo y colgarle las miniaturas que la familia quería tener (Tapia 2004: 75-82). Según este autor, la reciprocidad entre la familia aymara y su bienestar se fundaba en el rito de vestir al Ekeko y de mantenerlo contento brindándole cigarro y licor que se ponía en sus labios. Sin embargo, Tapia no se refiere a ninguna fuente que describiera esta relación particular, al parecer su conocimiento se deriva de su experiencia en la sociedad aymara.

Por lo general, los científicos sociales que se refieren al Ekeko citan el diccionario de Ludovico Bertonio de 1612. Sin embargo, este no describe al personaje, sino que lo equipara con una deidad aymara que se conoce como Tunupa, como en la siguiente cita para el término Dios (castellano-aymara):

“Dios fue tenido destos indios uno a quien llamavan Thunuupa, de quien cuentan infinitas cosas: Dellas muy indignas no solo de Dios, sino de qualquiera hombre de razón, otro que tiran algo a los misterios de nuestra santa fe. Mucho haria acaso declarar a los indios los embustes de Thunuupa, para que todo que del cuentan se vea claramente ser fabula, y se desengañen. En otras tierras, o provincias del Peru se llaman Ecaco…...” (Bertonio 1612: I: 192).

Tunupa, en efecto, parece haber sido un antepasado primordial para los aymaras en línea paterna -si bien genera también descendientes femeninos-, ya que “tunu”, según Bertonio, es la cepa de los árboles y las plantas grandes (Bertonio1612: II, 364).

Esta cepa hay que entenderla como masculina, como es obvio, en el caso de Tunupa mismo, ya que Bertonio (1612: II, 364) añade el tunu lari como “la cepa de parte de las mugeres” (1612: II, 364). Si bien en Bertonio hay que buscar las menciones de Tunupa, el autor deja entrever que Tunupa “pecó” con dos peces: Quesintuu y Umantuu, que eran sus hermanas.

Como Tunupa, por otro lado, era una divinidad castigadora, había provocado la muerte de los humanos mediante una inundación general. Al parecer, de esta relación entre Tunupa y las hermanas peces (bogas), se reconstruye una humanidad según el modelo de yanantin, entre el Dios todopoderoso y las bogas, juzgando por el orden de la iconografía tiwanakota.
Asimismo, Carlos Ponce Sanginés (1969) ha identificado una serie de figuras prehispánicas que representarían al Ekeko como un personaje desnudo, jorobado y con el pene erecto.

En este aspecto de Tunupa o Ekako deberíamos buscar el origen de su capacidad de convertir los bienes menores en bienes de suministro, siempre y cuando cuiden de la representación de su imagen en la figurilla. En este sentido, el Ekeko tendría en sus orígenes aspectos femeninos y masculinos a la vez, y por lo tanto la capacidad de creación y de aumento de los bienes. De ahí que sería comprensible su presencia en las ferias de alasitas, si bien su imagen actual es ajena a la de un hombre jorobado con pene erecto que se asume generalmente, siguiendo a Ponce Sanginés, como su forma de representación en la época precolombina (Ponce Sanginés 1969; Musef 2011).


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