Buscando un derrotero epistemológico: Candelaria, mama pacha y descolonización


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Escribe: Rolando Waldo Gómez Poma | Cultural - 24 Jan 2016


El conocimiento cosmogónico europeo fue implantado con sangre y muerte en nuestras tierras hace más de quinientos años, los conquistadores hispanos dominaron a punta de látigo sobre los conocimientos nativos del ande, la cultura occidental nos la pusieron hasta en la comida, destruyeron poco a poco los conocimientos que hoy gloriosos exponemos al mundo a través de una ciudadela Inca en un lugar inhóspito e inaccesible y de numerosos vestigios arqueológicos en todo el territorio nacional. Por eso, entendiendo que la epistemología es conocimiento puro, nuestro entendimiento del mundo como cultura Inca, Colla, Uro, Kalasaya,… perdura en nuestras manifestaciones culturales y es el apoteósico concurso de danzas autóctonas. La nuestra es una cultura que sobrevivió a más de quinientos años de ignominia y postración y que hoy reluce y renace como el aymara o el quechua, una raza distinta con visión de conquistar el mundo con sus conocimientos y saberes propios del ande.

Con la llegada de efigies y deidades inherentes al catolicismo, se trató, por todos los medios, de borrar cualquier vestigio de “cultura” o “epistemología” en nuestro continente. Los letrados aseguraban que los “indios” no eran humanos y que no tenían alma, aunque en su encierro el último inca, Atahualpa, logró dominar a la perfección el ajedrez. Pero los conquistadores nunca quisieron aceptar que aquí existía un conocimiento superior; por ejemplo, en el ande peruano-boliviano todavía prevalece la unidad entre la naturaleza y el ser humano. Por eso, en las culturas andinas, las festividades tenían relación directa con las diferentes fases de la producción agropecuaria. Desde enero hasta marzo se consideraba una fecha trascendental, pues este tiempo estaba relacionado directamente con la procreación y las nuevas uniones familiares. Hasta la fecha no existen registros escritos, todos los conocimientos se traspasan bajo la herencia de la práctica cotidiana entre padres e hijos. Esta falta de conocimiento plasmado en literatura genera que la epistemología andina sea tratada con pinzas por los nuevos científicos sociales de otras culturas.

El sonido del tambor anuncia el inicio del Siku, pronto llegan la tropas y, atraídas por la magia, se enrolan en sus respectivas columnas, hasta generar la unión. Igual sucede con los danzarines, quienes en su oportunidad, utilizando transformaciones grotescas, se dan el lujo de hacer remedo de sus patrones sin que éstos se den cuenta, incluso se ríen a carcajadas por las manifestaciones coloquiales que hacen los nativos. Entonces, ésta tradicional festividad tiene una connotación descolonizadora, gracias a la denominación como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, pronto ganará más espacio en el mundo para posteriormente reclamar la identidad que otrora le fue negada a punta de fuete y látigo. Mientras tanto, en el Estadio Torres Belón, más de cien conjuntos provenientes de los diferentes ayllus y comunidades de la región Puno darán a conocer a propios y extraños que siguen vivos, pidiendo un espacio en la historia para reinventar la cosmovisión andina y hacerla parte de la historia universal.

Si la advocación a la madre de Jesús es nuestra figura notoria y colosal, en segundo plano está la deidad de lo natural y la convivencia armónica con nuestro medio ambiente. Los danzarines reclaman una verdadera independencia política, una férrea posición contra cualquier tipo de invasión económica imperial, establecer una soberanía territorial con identidad gubernamental propia (apartándonos de los federalismos y gobiernos autónomos) donde las condiciones de igualdad sean realmente enfáticas y la equidad parta de la convivencia. Todos estos principios epistémicos se practican actualmente en los territorios comunales, para muchos puede ser sorprendente. Pero cuando uno está caminando por algún territorio comunal, todas las personas, adultos o niños, saludan con una venia coloquial. Uno, en primera instancia, se siente integrado al grupo, es ahí donde entiendes que ellos solo quieren que se les respete y se respeten sus formas de hacer cumplir los acuerdos. Es un mundo dentro de otro mundo. La descolonización, en pocas palabras, es hacer conocer su cultura primero y luego ser reconocidos como entes sociales autónomos. Sin embargo, nuestro país es firmante de muchos organismos globales que tienden a operativizar la igualdad entre minorías y mayorías.

Implícitamente la historia real del aborigen andino o heredero de las culturas asentadas en el altiplano peruano tiene como base los relatos de cronistas, claro que cada uno con sus matices e intereses; pero a ciencia cierta, aún se desconoce la forma de vida de nuestros ancestros. Pero esto cobra vida cuando nos adentramos a las comunidades y vemos cómo se hace el pago a la mama pacha, la ofrenda a los apus tutelares, los movimientos y características especiales de cada danza, así como sus formas de vestir. El color de las prendas pueden anunciar si la persona que está bailando es comprometida, soltera, casada, divorciada o viuda (no importa el sexo, todos tienen una forma de identificar su estado civil). Podemos reconocer la forma cómo llevan el mando y cómo los miembros de la comunidad obedecen sin mediar disgusto alguno (o si lo tienen, no lo hacen público), los cargos que pasan cada año son obligatorios y rotan de familia en familia (se toma como referencia el primer tronco familiar) y otras características que nosotros como citadinos no podemos identificar y solamente vemos los movimientos cadenciosos y gráciles de los ejecutantes.

A nivel mundial, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconoció que las culturas originarias forman parte del patrimonio común de la humanidad. La Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural, aprobada por los Estados Miembros de la UNESCO, afirma en el Art. 4, que la protección y defensa de esa diversidad es “un imperativo ético, inseparable del respeto de la dignidad de la persona humana”. De acuerdo con esta Declaración, el fomento de la diversidad cultural supone “el compromiso de respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales de los pueblos indígenas”. La UNESCO contribuyó al fortalecimiento de las bases jurídicas para la promoción y protección de los derechos humanos de los pueblos originarios, adoptando diversos instrumentos internacionales, entre los que se encuentran la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural (2001); la Convención Internacional para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003); la Recomendación sobre la Promoción y el Uso del Plurilingüismo y Acceso Universal al Ciberespacio (2003) y la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales (2005). A los pueblos que hoy son minoría, les toca luchar por el cumplimiento de esos derechos a través de sus gobernantes, así en el futuro podrán salir con la frente en alto hablando el aymara o quechua.

Hoy nuestros hermanos que bailan en honor a la deidad santa de la Candelaria, también buscan el reconocimiento de la Iglesia Católica, no desean ser tildados de paganos por hacer su pago a la tierra y brindar tributo a los dioses tutelares, para ellos el sincretismo entre la religiosidad católica y sus deidades es importante. Apelan al Convenio Nº 169 que se refiere, entre otras cosas, al derecho a la posesión de las tierras que ocupan, tradicionalmente, los pueblos indígenas, el reconocimiento de sus valores sociales y religiosos, el derecho consuetudinario, el derecho a los servicios de salud y el derecho a beneficiarse de la igualdad de las condiciones de empleo.

Se trata del deber de los Estados de consultar con los pueblos indígenas y tribales cuando se examinan medidas legislativas o administrativas que los afectan, y del mismo deber de consultar antes de proceder a la exploración o explotación de los recursos naturales en las tierras que los nativos ocupan o utilizan. En un informe presentado a la Conferencia Internacional del Trabajo en 1999, la Comisión de Expertos de la OIT observó que el Convenio Nº 169 es el instrumento de derecho internacional más comprehensivo para proteger, en la legislación y en la práctica, los derechos de los pueblos indígenas y tribales. El Convenio 169 es, y lo será por mucho tiempo, el único instrumento jurídico internacional en vigor y abierto para la ratificación que se refiere específicamente a los derechos de los pueblos indígenas y tribales. Desde su adopción en 1989, ha tenido considerable influencia a nivel nacional, regional e internacional. Entonces, cuando nuestras comunidades presentan sus danzas en honor a la mamacha Candelaria, están pidiendo el reconocimiento de sus derechos bajo una ley que los protege y respalda de cualquier atropello.


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