La gestión regional en el laberinto de la organización administrativa



Escribe: Luis F. Vilcatoma Salas | Política - 30 Oct 2011

El ránking de inversión del Presupuesto Público que periódicamente publica el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) refleja una realidad que a todas luces pone en tela de juicio la calidad de la gestión de las autoridades regionales y muchas otras cosas más de indudable importancia, como la naturaleza y calidad del aparato público regional.

El aparato público regional constituido por el sistema (relaciones, componentes estructurales, racionalidad operativa) y las personas que lo habitan y lo reproducen permanentemente, es el aparato que debe traducir racional, eficiente y disciplinadamente (esa es su función) la voluntad política de los gobernantes regionales y nacionales en acciones operativas con la máxima precisión y cálculo de resultados, garantizando el ensamblaje activo de la política con la administración y gestión institucional en todos los niveles de la pirámide organizacional, en un proceso donde el desempeño, los efectos y los impactos de lo que se hace son la mejor medida de la calidad profesional y técnica de los trabajadores de la administración regional y nacional. De no ser así, como está sucediendo a la fecha con el Gobierno Regional Puno (GRP), la política se torna inefectiva, hemipléjica, autista, contradictoria, gaseosa y subordinada a las decisiones de segmentos burocráticos improvisados, mediocres, sin utopía y sin corazón, convirtiéndose en el Talón de Aquiles de toda nueva administración, como la actual, que pretenda modificar significativamente el orden de cosas establecidas, trabajando por un desarrollo que todos queremos y todos esperamos.

El sistema del aparato público regional es un sistema copia funambulesca del sistema burocrático weberiano (Max Weber) de la administración occidental – formalidad y legalidad, racionalidad, impersonalidad, jerarquía, estandarización, meritocracia, especialización, profesionalización, previsibilidad- , instalado en el país por la “colonialidad del poder” dominante a lo largo de la vida republicana, como tantas otras cosas, pensadas y actuadas por la clase dominante criolla en su afán de construir un Estado nacional sustentado en la homogeneidad sociocultural y la unidad centralista de todos los peruanos, y la necesidad de responder al defectuoso desarrollo capitalista del Perú, desconociendo y abominando de la pluridiversidad cultural, étnica, lingüística, ecológica y productiva de un país que tiene en esta diversidad su mayor riqueza y potencialidades. Es un sistema que, en este sentido, nunca llegó a cuajar suficientemente porque, subsumido tempranamente por una oligarquía económica de intereses conservadores y parroquiales, de mentalidad liliputiense y espíritu enmhocedidono tardó en desfigurar, desmedular, amputar y remendar el weberianismo ideológico y burocrático, caracterizado por una racionalidad objetivista, eficientista y formalista, en un weberianismofrankestein, desastrado, descuajado y deshilvanado, a la medida de sus intereses prebendistas y la ramplonería familiar con la que se apropió del aparato estatal convirtiéndolo en una extensión más de sus propiedades hacendarias y latifundistas, produciendo, con el correr del tiempo, una ideología de lo público donde el ropaje de la formalidad esconde el interés privado y corporativo, la comunicación interesada no formal, la personalización en las relaciones de trabajo, la imprevisibilidad en el funcionamiento administrativo, la desafección hacia los proyectos de cambio que no son de interés del cogollo burocrático, la preocupación por la sobrevivencia infectada de ramplonería, sobonería y oportunismo; la medianía intelectual y espiritual, la cosificación de las relaciones humanas y la farsa de un eficientismo burocrático que se queda en la trágica situación de las cosas que dan vuelta en sí mismas como el perro que busca morder su propia cola.

Este sistema del aparato público regional cimentado en una lógica particularista, que no es exactamente la lógica que tiene el aparato público central, donde los vientos de modernidad han recalado con mayor fuerza, por las mismas necesidades del capital transnacional y los sectores burgueses más dinámicos en el país, es un sistema que ha creado sus propias formas de reclutamiento del personal que necesita y no necesita y de amoldamiento psicológico e ideológico del personal que labora a la “cultura del nombrado” (menos trabajo y más remuneración). De reclutamiento que no transita por la normas de calidad sino formalmente para sacarle la vuelta a la norma y la Ley, porque en la trastienda se impone el interés familiar y de capilla política deleznable, la lógica de una meritocracia de a mentiras, de papel, sellos y firmas o, simplemente, la corrupción y la venalidad estupidisante de quien asume el aparato estatal como si los medios de producción, los recursos financieros y la tecnología fueran de su propiedad, y como si sus competencias fueran objeto de venta (todo lo contrario al modelo weberiano), transformando lo público en particular y lo universal en privado, muy lejos del sentido original en que fue pensada la administración estatal moderna.

A ello se suman un conjunto de externalidades y fuerzas entrópicas que contribuyen a la crisis del modelo de marras como las siguientes: el sistema capitalista tardío transita por un nuevo paradigma organizacional, cuya naturaleza recusa severamente al weberianismo administrativo original, caracterizado por la megatendencia hacia la información (el conocimiento rige al mundo), el servicio al cliente, la competitividad, el posicionamiento, la productividad, el desarrollo corporativo, la creatividad e innovación, el marketing, la tecnología de punta, la planificación estratégica, la calidad total, el empowerment, la reingeniería, la organización horizontal y la producción personalizada, entre otros; que obliga a una reconceptualización total de la administración pública y de su modelo burocrático weberiano, con mayor razón todavía si dicho modelo se ha desvirtuado completamente en el espacio de nuestra administración regional; para pensar en un modelo que tenga en cuenta al ser humano como un ser creador y productor de información y conocimiento, pivote de la organización, desarrollado holísticamente y comprometido con la utopía de una nueva sociedad. En un modelo que ponga énfasis en las comunicaciones formales e informales, basado en la colaboración e integración y en el respeto a las personas y en una gestión basada en la colaboración e integración. Si estas y otras cuestiones más no son puestas en tela de discusión y cambio inmediato, por la actual administración regional, es de esperar un fracaso más, como tantos fracasos anteriores, en la gestión de la actual administración política regional.



1 comentarios

  • REVOCATORIA a INCAPACES Sunday 30 de October del 2011 a las 09:24

    No BUSQUEMOS CULPABLES COMO LO HACE EL INCAPAZ DE M. RODRIGUEZ, tampoco PODEMOS RESPONSABILIZAR A LOS TRABAJADORES, la INCAPACIDAD Y LA INEPTITUD ESTA EN LA CABEZA, RODRIGUEZ, NO SABE DIRIGIR, NO TIENE AUTORIDAD, NO TIENE VISION, es UNUTIL, solo queda REVOCATORIA.

    Lo UNICO QUE LE QUEDA A FIN DE ESTE 2011, IRSE ANTES DE QUE SEA HECHADO, seria un CONCHUDO LUEGO DE UN PESIMO 2011 PRENTEDA SEGUIR EN EL CARGO, igual o peor seria el 2012.


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